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Crisis sanitaria

Distopía en Platja d'en Bossa, la zona turística de Ibiza

La milla del ocio veraniego en Ibiza presenta una imagen apocalíptica desde que hace 16 meses bajara la persiana y apenas la haya vuelto a subir por la pandemia

La zona está plagada de locales abandonados. J. A. Riera

Uno de los grandes gurús de la música electrónica, el chileno-suizo Lucien Zaror, Luciano, encabezó durante las dos últimas campañas turísticas en Ibiza la sesión ‘Dystopia’ en el hotel musical más afamado de Platja d’en Bossa. El nuevo concepto de festival pretendía ofrecer una experiencia surrealista y de inmersión en la música, el arte y la autoexpresión. Un mundo futurista de contrastes, radical, visto desde una lente distorsionada.

Como si de una macabra premonición se tratara, la que es sin lugar a dudas una de las millas del ocio veraniego más conocidas del mundo es hoy un tétrico escenario de película apocalíptica. Una distopía mucho más real de lo que pretendía plasmar Luciano ante miles de clubbers llegados de todo el planeta. Una maqueta de cartón piedra que empieza a sufrir los efectos de la falta de actividad humana y de los avatares del tiempo.

Platja d’en Bossa acumula ya 16 meses cerrada a cal y canto. Ahora, únicamente sobreviven en esa ciudad fantasmal el estanco y La Sirena, aunque con limitaciones, y algún supermercado en la zona residencial que marca la linde entre Vila y Sant Josep. Paseantes medio desorientados y jugadores de pádel –en las pistas del Sport Center– son los únicos signos de vida en esta aletargada arteria del sur de la isla.  

Durante los meses centrales del pasado verano hubo un conato de reapertura, pero únicamente para locales de hasta 300 metros cuadrados y con aforo y horarios limitados. Condiciones que no aliviaron ni a empresarios ni a trabajadores del sector del entretenimiento en una temporada 2020 insólita.  

Paseantes medio desorientados y jugadores de pádel –en las pistas del Sport Center– son los únicos signos de vida en esta aletargada arteria del sur de la isla.

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«Fue peor el hecho de abrir que haber mantenido cerrado. Los empresarios que abrieron, como yo, tuvieron que asumir sacar a personal del ERTE y pagar a proveedores, y era imposible cubrir los gastos con los ingresos. Fue terrorífico», explica el presidente de la Asociación de empresarios y comerciantes de Platja d’en Bossa, José Ramón Noguera.

El óxido y la inquietud bloquean multitud de persianas bajadas en los locales de las dos vías principales de la famosa milla del ocio estival. Los carteles con la fatídica expresión ‘se traspasa’ salpican escaparates pintarrajeados de blanco para impedir ver lo que hay en el interior de los locales. Pero las terrazas, huérfanas de clientes, no pueden ocultar los efectos del larguísimo parón: material de obra y escombros, macetas tiradas por el viento, mobiliario envuelto en plásticos que dibujan efectos fantasmales… 

«Es totalmente surrealista»

«Nunca había estado así Platja d’en Bossa. Es totalmente surrealista», reconoce Noguera, consciente de que «va a costar mucho poner todo de nuevo en marcha» y que los propietarios y empresarios tendrán que hacer otro importante esfuerzo incluso para adecentar sus negocios. «Ya costaba teniendo cinco o seis meses cerrado –Platja d’en Bossa siempre se apaga en la temporada de invierno–, por lo que ahora, tras casi un año y medio, costará mucho más», asegura.

A pesar del drama empresarial, Noguera deja clara su postura favorable a las severas restricciones sanitarias que sirvan para tumbar las dichosas curvas de contagios, hospitalizaciones y muertes, pero, en sintonía con sus colegas, reclama a las administraciones ayudas directas y quitas de deuda

Los locales abandonados abundan. J. A. Riera

«Indudablemente, si no hay un plan de ayudas hacia la hostelería, la restauración y los comercios, algunos se quedarán por el camino. Hay varios factores que marcarán la continuidad de muchos empresarios: que haya ayudas, una moratoria de impuestos y negociación con propietarios para que haya exenciones. Que abran dependerá de esto», advierte Noguera, quien recuerda que «no hay que dejar que se deteriore» el núcleo urbano, al tiempo que apremia a propietarios y administraciones a «ponerse las pilas» para tenerlo «todo listo» en cuanto se levanten las restricciones sanitarias.

«Escépticos» con el verano

El empresario ibicenco da por perdida la actividad en Semana Santa, «salvo un milagro», y aunque es capaz de «imaginar» hoteles y discotecas llenas de entusiastas clientes, es consciente de que la próxima temporada volverá a estar marcada por las limitaciones. 

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Distopía en Platja d'en Bossa J. A. Riera

«Este año somos escépticos. La esperanza que tenemos todos, no solo empresarios del ocio, sino toda la población, es la vacuna, pero cada día hay informaciones nuevas. Parece que un día hay ciertas perspectivas y al siguiente hay noticias negativas sobre países que no dejarán viajar», lamenta el portavoz de los empresarios de Platja d’en Bossa.

El plan de embellecimiento se ejecutará el próximo año

El portavoz de los empresarios y comerciantes de Platja d’en Bossa, José Ramón Noguera, recuerda que una de las actuaciones que deben mejorar la imagen del núcleo urbano es el plan de embellecimiento acordado por los ayuntamientos de Ibiza y Sant Josep, y dotado con 1,6 millones de euros.

El proyecto se encuentra en fase de exposición pública y los trabajos están previstos para el próximo otoño, según informaron fuentes de ambos municipios. El objetivo de este acuerdo mancomunado es mejorar y fortalecer la competitividad de la oferta turística en un área clave que está entre las afectadas por la quiebra del grupo Thomas Cook el año pasado.

Las actuaciones previstas en el plan de embellecimiento supondrán la renovación de las infraestructuras de la Calle Murtra (del término municipal de Sant Josep) y un tramo de la Avenida Pere Matutes Noguera (del término municipal de Vila). Se trata de la primera avenida de Platja d’en Bossa antes de la pequeña rotonda que, tomada en dirección a la izquierda, conduce al núcleo del ocio y a la playa.

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