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Economía

La economía balear continúa «en coma» y está lejos todavía de salir del túnel

Economistas, empresarios y sindicatos advierten de que serán necesarios algunos años para completar la recuperación de las islas - Se vaticinan unos meses de «apretar los dientes e ir todos a una»

La terraza de un bar cerrado de Sant Antoni, en una imagen de archivo.

La crisis generada por el covid  ha dejado a la economía balear en estado de «coma», según el término empleado por el catedrático de Economía Aplicada y director de la Fundación Impulsa, Antoni Riera. Y las islas todavía están lejos de salir del túnel, con meses por delante de «sangre, sudor y lágrimas, en los que habrá que apretar los dientes e ir todos a una», añade el secretario general de CCOO en las islas, José Luis García. Porque si en algo coinciden empresarios, sindicatos, políticos y economistas es que 2020 va a ser recordado como el año en el que se produjo el mayor desplome en la riqueza que las islas generan de la historia reciente.

Cuando se trata de hacer balance de lo sucedido durante los últimos 12 meses, todos apuntan a que el golpe ha sido tan duro como inesperado. Antoni Riera recuerda que el pasado año se inició en el archipiélago un crecimiento económico que comenzaba a moderarse tras un periodo de fuerte expansión, y con una previsión por parte de la Fundación Impulsa de que el Producto Interior Bruto de las islas podría elevarse un 1,5% aproximadamente.

Pero en marzo todo cambió cuando las cifras de contagios, y una sanidad que no estaba preparada para lo que se le venía encima y que empezó a verse colapsada, obligaron a declarar el estado de alarma. Las crisis anteriores solían estar vinculadas a caídas en la demanda en algunos sectores, pero en este caso el problema era sanitario y obligó a paralizar prácticamente toda la actividad, generando una «situación inédita hasta ese momento», según pone de relieve el director general de Modelo Económico del Govern, Llorenç Pou.

El impacto fue inmediato. El simple hecho de paralizar la actividad durante sus últimas dos semanas hizo que la economía de las islas cerrara el primer trimestre del año con una caída del 4,5% al 5% según las estimaciones de la Fundación Impulsa, responsable de los informes que publica la patronal CAEB, y del Ejecutivo balear.

-20 %

Caída de la economía balear durante 2020

Govern balear y empresarios coinciden al cifrar en un 20% el desplome del PIB de las islas durante 2020, un descenso sin precedentes a lo largo de su historia reciente.


85.330

Punta máxima de parados: noviembre de 2020

La cifra más alta de parados durante la pandemia se registró en las islas durante el mes de noviembre, cuando se alcanzaron los 85.330. Son 23.187 más que en 2019.


151.658

Cifra máxima de trabajadores en ERTE: mayo de 2020

El mayor número de trabajadores afectados por algún ERTE se registró en mayo del pasado año, al contabilizar 151.658


Llega el caos

El segundo trimestre de 2020 tuvo mucho de caótico y supuso «vernos obligados a parar nuestros motores económicos, algo que no había sucedido nunca», según recuerda el presidente de la patronal PIMEM, Jordi Mora. Un termino desconocido hasta el momento para la mayoría, como es ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) pasó a estar en boca de todos. Ese mismo desconocimiento y el alud que se registró para su tramitación (con fallos en la información que se remitía a los servicios estatales de empleo y la escasez de personal de éstos) generó muchos problemas para que los afectados pudieran comenzar a cobrar. Sin embargo, esta vía se convirtió en clave para evitar una destrucción masiva del empleo, aunque ha ido acompañada también de una caída en los ingresos de las familias.

"Empresas y familias van a tardar algunos años en digerir el shock que esta crisis ha supuesto"

ANTONI RIERA - Fundación Impulsa

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Hay un dato que refleja a la perfección el alcance de la situación generada por la pandemia. En mayo de 2020 se superó la cifra de 151.000 trabajadores en ERTE. Eso supone que algo más de uno de cada cuatro ocupados de las islas.

Durante ese segundo trimestre, marcado por las colas en los supermercados, las calles vacías por el confinamiento y los controles para evitar desplazamientos no permitidos, la economía balear se desplomó, con una caída sin precedentes cifrada en un 35,6% por Impulsa y en un 40% por el Govern. El número de parados en ese mes de mayo superó los 74.000, casi el doble de los que se habían contabilizado en esas mismas fechas de 2019. Sin los ERTE, esa cifra habría alcanzado niveles sin precedentes, lo que explica la defensa que de ellos hace el secretario general de UGT-Balears, Alejandro Texías, sin ocultar que la situación que se generó fue «catastrófica».

«En este momento el problema de nuestras empresas ya no es de liquidez, sino de solvencia»

CARMEN PLANAS - CAEB

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Fallida temporada turística

El tercer trimestre se abrió con la esperanza de una posible reactivación de la temporada turística, tras la experiencia piloto desarrollada a finales de junio con visitantes alemanes. Pero la alegría no duró ni dos meses, al decidir primero el Reino Unido y luego Alemania cerrar fronteras ante la expansión del virus. Eso provocó que la economía balear cayera durante el verano un 30,1% según Impulsa y un 25% según las estimaciones del Govern. En pleno mes de agosto las islas superaron los 73.000 parados.

Pero al tiempo que de destaca la dureza de esos meses, los propios agentes sociales reconocen que fueron también aquellos en los que Balears tuvo una gestión más brillante frente al problema, al trabajar patronal, sindicatos y Govern de forma unida para hacer entender a la CEOE, a las direcciones nacionales de UGT y CC OO y al propio Gabinete de Pedro Sánchez, el impacto que para las islas estaba teniendo el coronavirus y las características especiales de su economía, con el colofón de la reunión que la Mesa del Diálogo Social nacional celebrada en Palma en septiembre. Fruto de ese trabajo desde el archipiélago a lo largo de la pandemia y de la ‘pinza’ creada entre el sector público y el privado para convencer en Madrid, según destacan la presidenta de CAEB, Carmen Planas, y el secretario general de CC OO en las islas, fueron la ampliación de los sectores que podían acogerse a los ERTE o la ayuda especial para los fijos discontinuos.

Sin embargo, el segundo no oculta que en el tramo final de ese ejercicio la pandemia ha sido tan dura que ha provocado la pérdida de ese liderazgo y que también las islas se vieran arrastradas por la fuerte corriente que ha marcado la enfermedad. 

Una vez liquidada la temporada turística, a finales de septiembre se optó por sacar a los fijos discontinuos de los ERTE y hacer que pasaran a cobrar la ayuda especial diseñada para ellos, manteniendo así la protección para más de 80.000 trabajadores de las islas. Pero tras unos meses de calma y con las esperanzas puestas en una cierta reactivación navideña, la llegada de la tercera ola de la pandemia rompió cualquier expectativa. La economía de las islas cerró 2020 con un desplome anual del 25%, descenso en el que coinciden Govern e Impulsa. El resultado es que en diciembre la cifra de parados superó los 84.000, y la cifra de trabajadores afectados por ERTE quedó por encima de los 30.000.

«Las ayudas públicas que han llegado a las islas suponen unos 7.600 millones de euros»

LLORENÇ POU - Govern balear

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El inicio de 2021 ha venido marcado por un endurecimiento de las restricciones en sectores como la restauración y los grandes comercios, al igual que en las reuniones familiares, y con el reconocimiento de que las esperanzas puestas en una Semana Santa con un cierto nivel de actividad se han diluido.

La necesidad de ese endurecimiento de las limitaciones impuestas para controlar la pandemia no es cuestionado por los responsables de patronales y sindicatos, y los propios presidentes de CAEB y PIMEM las han respaldado en la Mesa del Diálogo Social balear, con la vista puesta en la imperiosa necesidad de frenar la propagación del virus.

Protestas que «no ayudan»

Pese a ello, las primeras semanas del año se han caracterizado por otro fenómeno: la proliferación de protestas en la calle impulsadas por grupos ajenos a los agentes sociales. Nadie oculta que estos movimientos reflejan la desesperación existente entre muchos empresarios, pero Carmen Planas no duda en afirmar que esas manifestaciones no están ayudando en nada a mejorar la situación de las islas.

Ese creciente malestar refleja que las ayudas públicas que se han puesto sobre la mesa, pese a su montante global, no están permitiendo sustentar a muchos negocios durante una crisis de una intensidad sin precedentes y que está siendo mucho más larga de lo previsto.

El director general de Modelo Económico subraya que el valor de ese dinero público destinado al archipiélago desde el inicio de la pandemia y hasta el próximo 31 de mayo se puede cifrar en más de 7.600 millones de euros, de los que unos 2.380 millones corresponden al coste de los ERTE en aspectos como las exenciones en cotizaciones y prestaciones a trabajadores, y la ayuda a los autónomos; y unos 4.990 millones a créditos ICO e ISBA. En el caso de las ayudas del Govern, Consells Insulars y Ayuntamientos, su importe se cifra en unos 282 millones de euros. Si se tiene en cuenta que el PIB balear de 2020 se cifra en unos 21.200 millones de euros aproximadamente, el peso de esa inyección de ayuda es enorme.

El problema es que no hay mejoría a la vista en el corto plazo, una vez que se asume que se van a tener que mantener restricciones durante los próximos meses y que la actividad en Semana Santa será muy baja, según admiten patronales y sindicatos.

Eso crea un escenario nuevo. Carmen Planas y Jordi Mora coinciden en que si 2020 destacó por su crisis de liquidez (falta de ingresos que obligó a las empresas a recurrir al endeudamiento), la de 2021 va a ser una crisis de solvencia, y va a suponer el cierre de empresas que ya no podrán soportar más la situación y la transformación de algunos ERTE en ERE, es decir, ajustes de plantilla con despidos. Para minimizar esta situación, los dos presidentes de patronales insisten en la necesidad de ayudas directas del Estado y que la banca no cierre el grifo de la financiación.

Antoni Riera señala que tras el shock que ha supuesto esta crisis, ahora toca digerirlo, y subraya que para eso hace falta tiempo. Para ello utiliza un símil: Balears es el náufrago que, tras casi ahogarse, logra llegar a la orilla exhausto, y ahora precisa de un tiempo de descanso para reponer fuerzas y poder volver a caminar. Aunque coincide con el Govern en que la economía de las islas volverá a crecer este año (será muy difícil que sea peor que 2020), ese impulso va a depender de la reactivación turística, y va a quedar muy lejos de la riqueza que se generaba en 2019. Para recuperar este último nivel, advierte de que podríamos tener que esperar a 2024, porque por delante quedan unos años para que familias y empresas puedan recuperar su capacidad de consumo e inversión.

«Madrid debe de asumir que la situación balear es diferente»

«La situación de Balears no es la misma que la de la península, donde las autonomías con mayor peso de la industria ya están saliendo de esta crisis, y el Gobierno central va a tener que plantearse conceder ayudas directas a los sectores de las islas que mantienen su actividad durante todo el año». La frase es del conseller de Trabajo y Turismo, Iago Negueruela, pero es expuesta igualmente por los presidentes de las patronales CAEB y PIMEM, Carmen Planas y Jordi Mora respectivamente, que no dudan en reivindicar un plan de rescate para el archipiélago.

El representante del Govern recuerda las subvenciones aprobadas por las Administraciones de las islas, pero admite que «ahora es necesario un plus desde Madrid».

El conseller señala que el Gabinete de Francina Armengol está trabajando precisamente para lograr ese apoyo del Estado, de la misma forma que se están manteniendo contactos con las entidades financieras para que no cierren el grifo del crédito, subrayando que hasta el momento no se han dado aumentos de la morosidad.

Al analizar lo sucedido en el último año, el conseller hace especial hincapié en el empleo de los ERTE, especialmente por parte de las pymes, «algo que habría que convertir en estructural», y en la ayuda especial para los fijos discontinuos. «Con ello se ha creado un colchón muy fuerte que con el tiempo se valorará», afirma.

En cuanto al creciente malestar en algunos sectores empresariales, lo achaca al «nerviosismo, que comparto» respecto a la evolución de los próximos meses y en relación a la reactivación de la temporada turística.

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