La línea entre Ibiza y Formentera, una de las que mayor tráfico acumula de Europa, lleva dos años superando por la mínima los dos millones de pasajeros, contabilizando todo tipo de pasaje y en los dos sentidos. Pero el covid, que está demostrando con desesperante diligencia que todo lo puede, impedirá que se repita la hazaña al menos durante 2020.

La estadística de la APB para los nueve primeros meses del año pasado no ofrece dudas: superado el periodo de mayor afluencia teórica de turistas, esta línea de transporte registró 832.440 usuarios, cuando de enero a septiembre de 2019 la cifra superaba los 1,8 millones.

Este tremendo descenso en la actividad, del 55%, responde tanto al confinamiento como a la pobre (por llamarla de alguna manera) temporada turística.

Sirvan como ejemplo de este descalabro los datos hasta septiembre: 145.621 pasajeros frente a los 283.159 del mismo mes de 2019. E incluso los de agosto, cuando se perdieron 137.979 viajeros entre Ibiza y Formentera (398.476 en agosto de 2019 por los 260.497 de agosto de 2020).

Todo induce a pensar que el año pasado se cerrará en la estadística de la APB (puede tardar meses en estar completa) rozando el millón de pasajeros, uno menos que hace dos años.

Uno de los apartados más curiosos de la estadística, porque acerca a los dos puertos ibicencos pese a sus evidentes diferencias de tamaño debido al tráfico que comparten, es la relacionada con el número de escalas. La Savina perdió hasta septiembre de 2020 la mitad de barcos: de 18.428 a 9.174, cuando en Vila la cifra se situó en 10.549, también casi la mitad que en 2019 (20.060).