Alfonso San Miguel Fuster (Madrid, 1964) le cogió el gustillo a las ciencias cuando estudiaba en el instituto Santa María, en Ibiza. Disfrutaba tanto de las lecciones de su profesor de Física, Joaquín Roig, que empezó a plantearse un futuro vinculado a esta materia. «Tengo muy buen recuerdo de sus clases», comenta este doctorado en Física que ejerce desde enero de este año de presidente del Museo Ampère, de Lyon.

Este madrileño criado desde la más tierna infancia en Ibiza, donde viven sus padres y sus hermanos, tiene un currículum que impresiona. San Miguel estudió la carrera de Física en Barcelona y en 1989 consiguió una beca en París para hacer el doctorado. Su tesis se centró en el estudio de la materia en condiciones de muy alta presión, haciendo uso para ello del sincrotrón, que es un tipo de acelerador de partículas.

Tras cuatro años de estudio e investigación en la Universidad Pierre y Marie Curie (La Sorbona), trabajó en el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón,un centro de investigación multinacional ubicado en Grenoble. Allí, explica, construyó «una de las experiencias, que todavía sigue funcionando ahora» y que permite hacer estudios en diversos campos, como el de la industria del automóvil.

Desde 1997 vive en Lyon. Es catedrático de Física de la Universidad Claude-Bernard Lyon 1 y del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), que equivale al CSIC, en España. En la universidad, detalla, organizó «un equipo de investigación para estudiar las propiedades mecánicas de los nanomateriales». «Hoy en día los nanomateriales se utilizan en mucho campos, como en las pinturas de los coches o en los cosméticos», señala.

Docencia e investigación

Docencia e investigación

San Miguel, al que le gusta combinar la docencia con la investigación científica, ha trabajado a lo largo de estos años en muchos proyectos interesantes, como el de crear esponjas que fueran capaces de absorber petróleo y no agua para eliminar del mar la contaminación de combustible.

En la actualidad el físico ibicenco está trabajando con su equipo universitario en «la creación de nuevos materiales a base de grafeno».

A lo largo de su carrera profesional, San Miguel ha ocupado diversos puestos de responsabilidad. Dirigió un laboratorio de 125 personas en Lyon y creó junto a una colega el Instituto Luz y Materia, el laboratorio de física más grande de Lyon.

Desde el 1 de enero se enfrenta a un nuevo reto, llevar las riendas de la Maison d'Ampère, un museo de historia de la electricidad dedicado al matemático y físico francés André-Marie Ampère, que estableció las leyes que relacionan el magnetismo con la electricidad.

La casa en la que vivió su infancia y adolescencia Ampère es la sede de este museo, que San Miguel descubrió a través de la Sociedad Francesa de Física. En 2016 empezó a colaborar con el centro, que tiene 90 años y que gestiona la Sociedad de Amigos de Ampère. «Tiene unas dimensiones modestas, pero es un museo muy apreciado que ofrece un recorrido desde el descubrimiento de la electricidad hasta su aplicación en las energías renovables», afirma.

En el interior del museo hay muchas cosas que ver, además de los experimentos de Ampère. «Hay, por ejemplo, paneles solares, una pequeña central eólica y una bicicleta eléctrica en la que los visitantes pueden pedalear y comprobar la energía y la potencia que producen», detalla.

Este centro, que ahora mismo, como el resto de museos de Francia, está cerrado a causa de la pandemia, funciona gracias al trabajo de un grupo importante de voluntarios entre los que hay profesores de física, química e ingenieros retirados.

El principal objetivo que se marca el físico ibicenco es conseguir aumentar el número de visitantes del Museo Ampère. De hecho, consiguió que la Sociedad Europea de la Física le otorgara la certificación de sitio histórico de la Física europea. Cuando la situación sanitaria mejore y pueda reabrir el centro, San Miguel se ha propuesto ampliar la oferta didáctica dirigida a centros de enseñanza y, a través de los estudiantes conseguir, que «cualquier persona que llegue a Lyon y que le guste la ciencia sepa que hay un museo dedicado a la electricidad».

San Miguel atiende telefónicamente a Diario de Ibiza desde su casa de Lyon, desde donde acaba de impartir una clase a través de videoconferencia. Desde que estalló la pandemia, explica, compagina las lecciones presenciales con el teletrabajo.

El físico añora Ibiza. Suele visitar la isla al menos una vez al año para ver a su familia. Este 2020 con la pandemia prefirió, para evitar riesgos, quedarse en Francia.

Aficionado al submarinismo, San Miguel echa de menos, sobre todo, las playas pitiusas, las que conoció de niño, casi vírgenes, y también las excursiones que suele hacer cada vez que está en la isla con un grupo de botánicos apasionados de la ciencia.