Ibiza dispone en la actualidad de únicamente 27 boyas ecológicas para el fondeo de embarcaciones en zonas de posidonia, mientras que Menorca, una isla con una presión náutica incomparablemente menor, tiene 73 de estos elementos. Mallorca tiene 47 y Formentera, otros 73.

El único campo de boyas ecológicas que tiene instalado el Govern se encuentra frente a la playa de ses Salines y consta de las citadas 27 boyas. Ninguna otra playa o cala de la isla, pese a la ya conocida saturación de fondeos que registran todos los veranos, cuenta con campo de boyas alguno. Es en Formentera donde el Govern ha realizado siempre un mayor esfuerzo en esta cuestión, con dos campos en es Caló de s'Oli y en s'Espalmador.

Se da la circunstancia de que el Govern balear tiene previsto incrementar los campos existentes en Ibiza con dos más a partir del próximo año. Uno estará situado en Cala d'Hort y el otro en Cala Vedella. Sin embargo, al mismo tiempo se creará otro nuevo en la isla de Menorca, según confirmó la conselleria de Medio Ambiente del Govern balear.

El titular de este departamento, Miquel Mir, explicó que el reparto actualmente existente de campos de boyas se decidió en 2005, cuando se puso en marcha el proyecto Life Posidonia. «Yo no estaba en ese momento», recordó el conseller, quien dijo que el criterio seguramente empleado entonces fue el de implantar las boyas de Ibiza y Formentera «formando una unidad entre ambas islas Pitiusas», dado el gran tráfico náutico que hay en esa área, declarada además Parque Natural. «Hay una gran migración de barcos de Formentera a Ibiza».

Además, el conseller afirmó que tampoco las administraciones de la isla de Ibiza han impulsado nunca nuevos campos de boyas, como podrían haber hecho. «Si hubieran querido tramitarlos de motu proprio, podrían haberlo hecho», recalcó. También colectivos privados pueden pedirlo.

Al llegar el gobierno de Francina Armengol, en 2015, Medio Ambiente potenció la regulación de estos recintos náuticos mediante la aprobación, entre otras medidas, del vigente decreto para la protección de la Posidonia. Miquel Mir afirma que su departamento no tiene competencias para crear nuevos campos de boyas, por lo que a partir de ahora será el organismo Ports de les Illes Balears el que implante los nuevos, que están previstos en Cala d'Hort y Cala Vedella. En Menorca se creará otro en s'Illa de l'Aire y en Mallorca, dos más: en sa Foradada y en es Caló d'Artà.

En todo caso, Miquel Mir recordó que estos campos han de ser gestionados por una entidad pública y en ellos «el criterio de conservación e interés público ha de prevalecer sobre el rédito económico para evitar la privatización del mar».

Solo el 23% del hábitat marino pitiuso está cartografiado

Casi una cuarta parte de la superficie controlada tiene problemas de conservación

El último Informe de Sostenibilidad que ha hecho público Ibiza Preservation demuestra que únicamente hay cartografiado un 23% del hábitat marino de las islas de Ibiza y Formentera, lo que impide conocer con exactitud la situación ecológica del medio submarino. Sin embargo, de la parte que sí está cartografiada, hay un 23% que presenta problemas de conservación, según el mismo informe. Destaca, por ejemplo, la zona de posidonia situada entre Ibiza y Formentera, muy afectada por vertidos y fondeos, pese a estar protegida.

De todos los marcadores del medio marino que incluye el informe, prácticamente todos van a peor, con la excepción de la evolución de las reservas marinas, como la de es Freus, donde se aprecia un importantísimo aumento tanto del número de peces como de la variedad de especies que hay en ella respecto a años anteriores.

El mar sigue siendo un inmenso basurero, como lo demuestra el hecho de que en 2019 se recogieron 10 toneladas de residuos en aguas de la isla de Ibiza, de los cuales el 50% eran plásticos.

«Las áreas marinas deben ser administradas en Ibiza de manera efectiva, se debe contar con recursos suficientes y debe apostarse por regulaciones que ayuden a reducir la contaminación marina», señala el informe.

Este estudio recuerda que las aguas de las playas ibicencas están perdiendo calidad de forma paulatina, pues si en 2010 el 100% de los puntos de muestreo obtenían una nota Excelente, nueve años después la obtiene un 76%.