En esta época de confinamientos perimetrales por comunidades autónomas, cuyo propósito es detener la expansión del coronavirus, los controles de viajeros en los aeropuertos nacionales siguen brillando por su ausencia. La intensa y cara campaña emprendida por el Govern balear para realizar pruebas gratuitas PCR a los residentes que regresan a casa por el puente de la Constitución se dio ayer de bruces con la cruda realidad: no es más que un parche, pues los vuelos desde la Península siguen siendo un coladero de pasajeros que llegan a Ibiza por trabajo, simplemente para pasar unas jornadas de descanso o, como resume en cinco palabras Laura Ballesteros (no residente), procedente de Barcelona y desembarcada a primeras horas de la mañana, «para un poco de locura». Y para recibir unas clases de baile. La efectividad de los PCR gratis tampoco queda muy clara, dado que los resultados probablemente no se tendrán, en caso de ser realizados ayer, hasta el domingo, fecha en la que muchos ya regresan a la Península.

La campaña, que hasta el jueves sólo consiguió que 138 pitiusos pidieran cita para comprobar si son portadores del virus, debería replantearse en caso de que se vuelva a activar algo semejante, entre otras razones porque la gran mayoría de los pasajeros aseguraban al salir por la puerta de llegadas que era la primera vez que oían hablar de las pruebas gratuitas. Por ejemplo, Díaz Alan, residente y llegado a las 7.30 horas desde Barcelona. Otro, Toni, lo sabía, pero descartó hacerla. Vuelve el lunes 14 a la Península.

Lo que ha funcionado es la red social Instagram, que es por donde se enteró una de las jóvenes que aterrizaron en la isla de madrugada y que permanecerá aquí hasta el día 9 porque en su oficina le permiten teletrabajar. Nerea lo supo también por Instagram: «Y por mi tía». Su amiga Marina, que también vino en el primer vuelo de Barcelona y que ya se quedará en Ibiza hasta 2021 «para estudiar», conocía los PCR gratuitos, pero prefirió pedir cita para hacerse un test de antígenos en una clínica privada.

Curiosamente, Ana Belén ignoraba la campaña del Govern, pese a ser trabajadora del Consell. Hychen Lyra, que la acompañaba, también. Carlos, residente y procedente de la capital condal, tampoco tenía idea de que podía pedir cita para una prueba pagada por el Ejecutivo balear. Todos coinciden en otra cosa: nadie en el aeropuerto catalán controló para qué venían a las Pitiusas, si tenían alguna excusa razonable o si llevaban consigo alguna prueba que certificara que estaban limpios de Covid-19. Tampoco se controló a quienes se trasladaron hasta aquí para trabajar (unos regresaron en el mismo día; otros vuelven hoy; los hay que ya no se marcharán, y una mujer tenía la esperanza de ser contratada) o para pasar unas «vacaciones»... o «un poco de locura».

Tampoco a Carla y a sus tres pequeños hijos, y eso que se había gastado 52 euros por cabeza (208 euros en total) para poder viajar con un certificado PCR que demostrase que eran negativos en caso de que se los pidieran. Pasaron todos los controles en Madrid sin que nadie les dijera dónde van ustedes ni, mucho menos, sin dar a Carla la posibilidad de darse el gusto de mostrar sus flamantes y caros test, que resultaron un gasto inútil. Rosalía, «por si acaso», también llegó con un PCR pagado de su bolsillo, pero no tuvo que sacarlo del bolso.

Flexibilidad para las citas

Flexibilidad para las citas

Era la primera vez que Bahía Arellano, diseñadora de moda y residente en Ibiza, lo oía: «¿Y dónde hay que llamar?». Hace dos semanas ya le hicieron una PCR. Marta, que estudia Medicina en Valencia, se enteró gracias a sus padres. Ningún estudiante ibicenco de su residencia le comentó nada de las pruebas gratuitas ni le llegó información a través de las redes. Ella misma se encargó de llamar al 900100971 (el teléfono habilitado por el Govern) para pedir cita: «Fueron muy flexibles. Les dije a qué hora llegaba mi avión [ayer por la tarde] y me preguntaron si me venía bien hacerlo a las 18 horas. No me avisaron de cuándo me darán los resultados».

Los italianos Claudia y Alessandro, este último residente en Formentera, viajaron desde su país hasta Barcelona con una PCR en la mano, que se exige para entrar en España. Lo que no sabía Alessandro es que aquí podía realizarse otra prueba de manera gratuita. La campaña tampoco ha trascendido, pues, allende nuestras fronteras nacionales. Sí lo sabía Jaume Costa, vecino de Formentera y procedente de Barcelona, que tenía prisa por llegar al puerto de Vila para embarcar rumbo a su isla, donde una hora más tarde (9.30 horas) tenía la cita para que le metieran el molesto bastoncillo por la nariz.

Jenifer Méndez (residente) tampoco se había enterado de esa posibilidad. Ni Víctor (residente): «Llamé ayer desde Barcelona a una clínica de Ibiza y me querían clavar 160 euros. Gracias por advertírmelo, ¿dónde hay que telefonear?». Miguel Ángel, llegado también desde la capital catalana, sí lo sabía, pero no le hizo falta pedir cita: «Trabajo en Cas Serres y ya nos hacen pruebas cada semana».