El sospechoso de una desaparición y posible asesinato de un hombre en Mallorca, Juan Torres Serra, conocido como Rotavella y el Pirata, fue investigado por su implicación en la desaparición de tres hombres en Ibiza, dos en los años 90 y otro en 2007, pero cuyos cuerpos no se encontraron, por lo que el acusado no llegó a ser juzgado por estos hechos. Torres tiene antecedentes y condenas por delitos violentos, y fue sentenciado a cinco años de cárcel en 1998 por secuestrar a un hombre al que tuvo encadenado y amordazado durante una semana.

Más de una decena de agentes de la Guardia Civil rodearon la tarde del 23 de abril de 1998 una casa de campo en la zona de Santa Agnès, en Ibiza. En su interior se había refugiado Juan Torres Serra, entonces de 34 años. Llevaba dos años en busca y captura.

Los guardias sabían que el fugitivo podía estar armado y era peligroso, por lo que lanzaron proyectiles lacrimógenos contra el inmueble. En cuanto salió, empujado por los gases, le capturaron. Así cayó el que se había convertido en el enemigo público número 1 de Ibiza.

Juan Torres Serra acumulaba ya un largo historial delictivo y tenía una condena pendiente por la detención ilegal de un panadero de Sant Antoni, con el que presuntamente participó en una operación de contrabando y al que posteriormente mantuvo amordazado y encadenado durante una semana en el sótano de un edificio abandonado. Sin embargo no era esta la prioridad de los investigadores. Por aquel entonces Juan Torres era el principal sospechoso de la desaparición de dos hombres unos meses antes. Los investigadores estaban convencidos de que los había matado y se había deshecho de los cadáveres.

El primero era un abogado de 72 años, Antonio Ferrer Juan. Torres había contactado con él para que le llevara sus numerosos asuntos pendientes con la justicia. Sin embargo, parece que el delincuente le llegó a amenazar para que le diera dinero y le permitiera dormir en su domicilio. El abogado llegó a pedir a un familiar seis millones de pesetas, aunque días después le llamó para decirle que ya no necesitaba el dinero. Antonio Ferrer desapareció misteriosamente el 3 de diciembre de 1997.

La desaparición de Egner

La desaparición de Egner

Cuando la Guardia Civil arrestó a Juan Torres en abril de 1998, encontró en la casa el coche de Ferrer, al que le habían cambiado la matrícula. Este domicilio era propiedad de un ciudadano alemán, Thomas Egner, de 41 años, que también estaba desaparecido desde el mes de enero.

Tampoco aparecieron ni su perro ni sus gatos. Torres había quemado varias pertenencias del alemán. Tras su detención el delincuente manifestó a la Guardia Civil que el hombre se había marchado a Sudamérica y le había dejado al cuidado de la casa. Una versión que nunca creyeron ni los investigadores ni los familiares de Egner, que no han vuelto a saber nada de él. La Guardia Civil y un grupo de voluntarios rastrearon durante días los alrededores de la casa de Egner, sin encontrar ningún resto de los desaparecidos.

A finales de 1998 Torres fue condenado a cinco años de prisión por el citado secuestro del panadero. Le amenazó con un fusil de pesca submarina y le mantuvo una semana encadenado y amordazado, hasta que el hombre pudo escapar. Los investigadores creen que de no haberse liberado, probablemente también habría desaparecido.

En la prisión de Palma Torres conoció a Francisco López Álvarez, que desapareció en 2007, cuando tenía 60 años. En las horas previas a su desaparición, los dos hombres fueron vistos juntos en Ibiza, ya que Torres disfrutaba de un permiso penitenciario.

El sospechoso nunca fue procesado por estos tres casos, ya que los cuerpos nunca fueron encontrados.

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