Acuciados por la falta de vivienda en la isla donde trabajan y ante la permanente inseguridad sobre sus contratos de arrendamiento, un grupo de doce médicos del hospital Can Misses decidió hace tres años tomar las riendas de la situación y construirse ellos mismos sus propias casas. De este modo, compraron unos terrenos urbanos entre Cala Salada y Can Germà, en Sant Antoni, junto a la carretera de Santa Agnès, y levantaron las dos primeras viviendas de las que tienen previsto construir en un futuro.

Jesús González, médico de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y presidente de la cooperativa creada para desarrollar este proyecto, aclaró a este diario que las obras «no tienen ningún carácter especulativo ni tienen una finalidad turística, simplemente son las casas donde pensamos vivir con nuestras familias para no tener que abandonar la isla e irnos a vivir fuera de ella». González respondía así a las protestas dirigidas desde algunos vecinos de la zona, que se quejan por el impacto que causan las obras y la ausencia de determinados trámites administrativos.

Compra del terreno

Los médicos conocieron el sistema de construcción mediante cooperativa a través del Institut Balear de l'Habitatge (Ibavi). «Empezamos a buscar un terreno que tuviera un precio razonable y, tras encontrarlo, lo compramos en junio de 2019», explica.

Todos los implicados en este proyecto viven ahora en pisos en alquiler. «Pero todos los años estamos asustados, pensando si nos renovarán el contrato o no y, si lo hacen, a qué precio lo harán», añade Jesús González, quien afirma que su intención es «crear un vecindario donde podamos hacer nuestra vida, porque ahora mismo tenemos una cierta sensación de soledad, no somos de aquí».

Las seis familias que impulsan el proyecto necesitarán otras tantas viviendas, de las que de momento se han hecho dos (están a punto de terminarse), por lo que están tratando de comprar más terreno al lado de donde se han construido las casas.

El motivo por el cual las viviendas se construyen de madera es «para acortar los tiempos de construcción y también para conseguir una huella de carbono más baja que si las construyéramos de hormigón y mediante el sistema tradicional», afirma González, quien, contestando a las denuncias presentadas contra ellos, asegura que «no se ha cortado ni un solo pino en este solar».

«Comprendo que las obras se ven bastante desde la carretera, pero está previsto hacer un apantallamiento vegetal», indica.