26 tortugas marinas (Caretta caretta) de un año de vida nadan a estas horas en aguas de Ibiza después de haber sido liberadas ayer por la mañana por la conselleria de Medio Ambiente del Govern balear en la playa de es Cavallet. Estos ejemplares nacieron de los huevos puestos por la tortuga que en julio del año pasado desovó en Platja d'en Bossa. Gracias a la rápida intervención de la conselleria y la colaboración ciudadana, los huevos fueron recuperados e incubados hasta que nacieron las crías, un largo proceso en el que han intervenido más de cien personas, entre técnicos y voluntarios que se han ido turnando para velar por la feliz gestación de estos quelonios. (Ver galería de imágenes)

Ha sido una historia de más de un año en la que se han mezclado sentimientos y ciencia. La inevitable ternura que encierra el nacimiento de cualquier criatura (y más si son 26) se ha combinado con la satisfacción de salvar a unos ejemplares de gran importancia ecológica. Así lo afirmaban ayer tanto el director general de Espacios Naturales del Govern, Llorenç Mas, como el jefe del servicio de Protección de Especies, Iván Ramos, en la rueda de prensa donde dieron cuenta de los detalles que han rodeado esta pequeña odisea.

En julio de 2019 tuvo lugar la puesta (un hecho «histórico», según destacó la conselleria, al ser la primera registrada en Balears) de 58 huevos. 39 de ellos dieron lugar, dos meses después, al nacimiento de tortugas, aunque hubo una o dos que terminaron falleciendo al poco tiempo. Otras nueve presentan problemas de visión y permanecerán bajo cuidados hasta que sus cuidadores las vean capaces de recuperar la libertad. Las otras 26 son las que ayer, en medio de un gran despliegue de cámaras, técnicos ambientales y periodistas, abrazaron por primera vez en su vida las olas que las llevaron a su medio natural.

El proceso de incubación tuvo lugar en las instalaciones que Medio Ambiente tiene en sa Coma y, una vez producida la eclosión, una larga lista de voluntarios (90) se fueron turnando para vigilar el normal desarrollo de las recién nacidas tortugas. Los animales no solo han estado en Ibiza durante todo este tiempo, pues también fueron repartidos por varios centros especializados durante sus primeras semanas de vida: el Oceanogràfic de Valencia, el Aquàrium de Palma y el laboratorio Limia.

De las 26 tortugas que ayer fueron devueltas al mar hay seis que llevan a cuestas un pequeño dispositivo con antena, un geolocalizador, que servirá para brindar a los científicos valiosos datos sobre sus movimientos, contribuyendo así a completar los mapas de las rutas que sigue esta especie por el Mediterráneo e incluso por el Atlántico. «No lo llevarán siempre, porque al cabo de un año más o menos acabará desprendiéndose y se perderá», puntualizó el director general de Espacios Naturales, en una rueda de prensa en la que también estuvieron presentes los responsables políticos de Medio Ambiente de los ayuntamientos de Ibiza y Sant Josep, así como del Consell de Ibiza.

¿Por qué en Ibiza?

¿Por qué en Ibiza?

Desde la puesta de huevos en Platja d'en Bossa de julio de 2019 ha habido alguna más en Ibiza y también en Menorca, pero esa fue la primera documentada en Balears. ¿Por qué suceden estas puestas totalmente inusuales? Los responsables de Medio Ambiente del Govern no tienen duda al respecto: el cambio climático. El lugar donde, en condiciones normales, se reproducen y desovan las tortugas marinas en el Mediterráneo es la parte oriental de dicho mar, Grecia y Turquía, por ejemplo. Sin embargo, las aguas de esa zona están cada vez más calientes, debido a la crisis global del clima.

Debido a ese aumento de temperatura, se produce un curioso efecto en el proceso reproductivo. «Con aguas más calientes, tienden a alumbrarse más crías hembras, hasta el punto de que el 90% de las tortugas que nacen son hembras», explicó el jefe del Servicio de Protección de Especies, Iván Ramos. Eso aboca a la especie a la extinción, por lo que se está produciendo una migración hacia el otro extremo del Mediterráneo, hacia las costas españolas, donde las aguas son ligeramente más frías.

La primera puesta comprobada en el levante español tuvo lugar en 2001 en una playa de Murcia. Desde entonces, la lista se ha ido ampliando y todo indica que continuará haciéndolo a partir de ahora.

Por ello, es imprescindible la colaboración ciudadana. No molestar a una tortuga si se la observa en la playa y, sobre todo, llamar inmediatamente al 112 son las principales normas a seguir.

Todos los responsables políticos coincidieron en destacar el sabor «agridulce» que representa la suelta de las tortugas marinas de ayer. «En principio, es una buena noticia que se recuperen estos animales en Ibiza, pero al mismo tiempo eso es debido a un hecho bastante negativo, como es el cambio climático, que demuestra que está aquí», señaló el director general de Espacios Naturales del Govern.

Este hecho obligará a replantear muchas cosas, empezando por las propias estrategias de conservación de la biodiversidad, anticipó. Ello es debido a que un cambio en un elemento de los ecosistemas introduce cambios en todos los demás elementos de ese sistema.

Una sola cría de cada mil

Una sola cría de cada mil

¿Qué esperanza de vida aguarda a las pequeñas tortugas ibicencas recién liberadas? No hay que hacerse ilusiones. «En condiciones naturales, de cada 1.000 crías nacidas sólo acaba llegando a edad adulta una», informó Iván Ramos. Ya en el primer año de vida mueren nueve de cada diez, víctimas de sus depredadores naturales, pero también de los plásticos y otras acciones humanas. Por ello, cada tortuga marina adulta que vemos en el mar constituye un verdadero ejemplo de heroicidad, un caso excepcional de supervivencia en medio de un repertorio infinito de dificultades.

En este caso, los 26 ejemplares liberados ya han ganado al menos su primer año de vida sin correr peligro, pero a partir de ahora deberán vérselas con un sinfín de enemigos y obstáculos que acechan por doquier. Es posible que, dentro de muchos años, las que sobrevivan (si alguna lo hace) vuelva a esta playa de es Cavallet para hacer lo mismo que hizo su madre tiempo atrás: poner sus huevos y reiniciar así el ciclo eterno de la vida.

Garantizar que eso pueda llevarse a cabo en condiciones de seguridad será un gran reto para la sociedad pitiusa.

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