La consellera dijo el martes en el Parlament que asumía lo que le dijeran, pero que las decisiones eran técnicas. ¿Es realmente así o hay que negociar con los políticos?

Son técnicas, pero siendo técnicas deben ser factibles, se deben poder llevar a cabo a muchos niveles. Estas medidas no son sólo restricciones. Al mismo tiempo se han puesto en marcha iniciativas como el cribado, la intervención comunitaria... En función de la estrategia que se siga para intentar detener los contagios se necesitarán unos recursos. Y estos deben estar disponibles. Al final es una conjunción. Una decisión técnica basada en criterios epidemiológicos y sanitarios para la que debemos tener en cuenta la curva, cómo afecta ésta a los recursos sanitarios y la capacidad de respuesta del sistema sanitario en una zona determinada. Hay que adaptar la respuesta, la estrategia, a los recursos y el entorno. No en todas las zonas funcionan las mismas medidas.

¿En qué sentido?

En Ibiza y, más en concreto, en Vila, hablamos de una zona con alta incidencia porque está muy densamente poblada. Una diferencia fundamental con Menorca es que Ibiza tiene una de las mayores densidades de población de España. Si decimos que los contagios se nutren de los contactos entre personas, la movilidad y aglomeraciones, éste es un factor importantísimo. No es lo mismo actuar en una zona así que en una menos densamente poblada, donde aunque la incidencia sea elevada el número de casos es bajo. O en una zona con alta incidencia porque ha afectado a un grupo de personas muy controlado y, si controlas el brote con un cribado, un buen rastreo y cumplimiento de cuarentena ves resultados en poco tiempo. Es una decisión técnica que debe adaptarse a la realidad del entorno.

¿Cuánto corazón se aplica a una decisión técnica? ¿Se piensa en las familias que dependen de sus negocios para su supervivencia?

Todos los técnicos que trabajamos en esto, que estudiamos la situación y proponemos medidas lo tenemos muy en cuenta. Siempre se intenta ir primero a medidas que tengan el menor impacto social, económico y anímico. Estamos hablando de un tema de salud pública y los expertos tienen muy interiorizado que la economía y la salud no se pueden desligar una de la otra. Si afectas a la economía al final estás afectando a la salud de las personas. Estas medidas, que sabemos que son duras, se toman cuando se cree que no hay más remedio porque el perjuicio de no hacerlo sobrepasa en mucho el perjuicio que causas cuando las pones en marcha. A largo plazo, si no conseguimos controlar esta situación epidémica, la situación económica acabará sufriendo mucho más de lo que ya lo está haciendo. Ya lo estamos viendo. Estas tasas de incidencia están impidiendo que puedan venir turistas de países como Alemania o Reino Unido y hasta que no bajen esto seguirá así. Es mucha responsabilidad tomar decisiones que afectarán económicamente a la gente, pero si no las tomamos, las consecuencias económicas a largo plazo y sobre la salud de las personas aún serán más graves.

Vila es un punto neurálgico de la isla. ¿Cerrar será menos útil que en una zona con menos servicios?

Es posible que ese factor de núcleo de servicios haya contribuido a ser un foco de contagio importante. Sabemos que se producen contagios en reuniones familiares y sociales, pero también en entornos laborales, de ocio, bares, restaurantes... Si tienes un área que aglutina muchas de estas situaciones y, además, personas que vienen de zonas diferentes , al final eso funciona como un catalizador del contagio en toda la isla. Es una decisión dura y complicada, pero es la más efectiva.

Supongo que pasados los 15 días de restricciones, aunque vaya bien, no se pasará de eso a cero. ¿Cómo será esa desescalada?

Dependerá mucho de cómo haya evolucionado la situación epidémica en cada una de las zonas y en la isla. Ahora, por ejemplo, han acabado esos quince días en Son Gotleu, que partía de una situación mucho más grave y ha respondido muy bien a las restricciones. La bajada ha sido muy significativa, pero aún consideramos que está en situación de riesgo y necesitamos darle un tiempo más para acabar de consolidar la situación y evitar que haya un rebrote que eche por tierra todo el trabajo conseguido con el sacrificio de la gente del barrio. Se eliminan restricciones de movilidad, pero manteniendo las de aforo y reunión. Habrá que analizar la situación de Sant Antoni y Vila, ver qué ha pasado en esas zonas y la evolución en la isla. No creo en soluciones únicas para todas las zonas. Se tendrán que ir adaptando en función de cómo evolucionen.

Es pronto, pero por lo que ven, ¿es posible que Sant Antoni se desconfine antes que Vila?

Aún es pronto, pero Sant Antoni parece que está mejorando y somos optimistas respecto a su evolución porque, además, no estamos viendo que en sus alrededores se estén desarrollando focos importantes. Parece que la situación podría evolucionar de forma muy positiva. Vila es una incógnita. Hay que hacer un trabajo intenso en los días que quedan para que, cuando llegue el momento de evaluar la situación, sea también positiva y se pueda valorar un levantamiento de las restricciones.

¿La desescalada se hizo demasiado rápido?

Se hizo siguiendo una planificación estatal, por fases, con un cronograma que siguieron todas las comunidades. Es el momento de hacer una introspección y pensar que igual fuimos muy rápido. Los números respondían bien, la evolución era positiva así como se levantaban restricciones, pero creo que cuando se llegó a la nueva normalidad no fuimos capaces de transmitir adecuadamente que una nueva normalidad no era normal. Quisimos asumir que se había acabado demasiado rápido, que ya no existían restricciones, que no era necesario seguir con medidas de precaución. El proceso de desescalada más o menos fue bien, en Balears tuvimos una situación epidemiológica muy plácida hasta, prácticamente, finales de julio principios de agosto, que es cuando se vieron señales de alarma de que algo pasaba. Pensamos que, probablemente, no hemos sabido transmitir suficientemente bien que las precauciones aún existen, que hay ciertas cosas que no se pueden hacer porque no son seguras.

De cara al próximo verano, ¿habría que pedir PCR en origen?

Lo que me gustaría es que de aquí a la temporada que viene tengamos mejores pruebas diagnósticas que la PCR en origen. Soy optimista. Creo que sí, se está avanzando muy rápido en pruebas diagnósticas y quiero pensar que tendremos una que nos permita una mayor seguridad a la hora de viajar. La PCR en origen es positivo tenerla, pero en esas 72 horas te puedes haber contagiado. O puedes dar negativo aunque estés contagiada y llegas en periodo infectivo. Es una limitación importante. No sé si la mejor opción es la PCR en origen. Probablemente, ahora, sí, pero eso no quita el riesgo y se debe complementar con otras medidas. Lugares que tienen instaurada esa PCR en origen o llegada no han podido evitar brotes importantes a final de este verano. Pienso en las islas griegas, que ya están en la lista roja de Reino Unido.

Muchos ciudadanos critican que se abriera para los turistas y que en el momento en que se fueron volvieran las restricciones.

Todos los que están en el entorno de la gestión de la pandemia tenían una opinión unánime: qué miedo en octubre. Todos teníamos la mirada puesta en octubre y así como fue entrando agosto empezamos a ver una situación que nadie esperaba. Nos cogió a todos a contrapié. Las medidas no se ponen cuando se van los turistas sino cuando la situación epidemiológica se complica. Las medidas no están para molestar a nadie, están para intentar evitar contagios. ¿Ha coincidido con el final de la temporada turística? La temporada acabó porque subieron los contagios y los turistas se tuvieron que ir. No es que primero se fueran los turistas y luego se pusieran las medidas. Se han puesto restricciones donde aún los había y sabe mal porque perjudicas al sector turístico, pero es lo que se debe hacer.

¿Habrá temporada en 2021?

Hemos aprendido a no hacer predicciones, no hay nadie que no se haya equivocado con esta pandemia. El próximo verano no creo que nos hayamos olvidado de la pandemia, aún deberemos convivir con ella. Igual habrá vacuna, pero hace falta tiempo para saber cómo funciona. Eso, en el caso optimista de que la vacuna se pueda empezar a suministrar a final de año. En verano, sin Covid, no estaremos. Soy optimista en que creo que habremos aprendido. Quizás tendremos la vacuna, quiero pensar que habrá mejores herramientas diagnósticas, se han hecho avances importantes en cómo los sanitarios manejan la enfermedad, creo que la población habrá aprendido a convivir con la enfermedad y pienso que sí que podrá haber temporada turística.

¿Ha faltado control de la aplicación de las medidas?

No es factible tener un control permanente sobre la población de todas las medidas que hay que cumplir. Los que estamos en la gestión de esto tenemos que aprender a comunicar mejor por qué estas medidas son importantes, que les protegen a ellos y a los que les rodean. Debemos transmitir mejor el mensaje. No se trata de castigar a nadie, se trata de proteger a quienes viven en las zonas confinadas. Igual hay que incidir en este mensaje y en las consecuencias a largo y corto plazo de una situación epidémica como ésta. Hay muchas incertidumbres respecto a este virus. Algunas que preocupan, como los efectos que puede causar incluso en personas asintomáticas. Hay personas que han tenido una Covid con síntomas muy leves, pero éstos han persistido en un tiempo muy prolongado. Seis meses después de una infección muy leve siguen presentado síntomas o molestias. Es muy importante que no se menosprecie el riesgo de esta enfermedad, que se explique bien a la población y que tomemos conciencia de que estas medidas se adoptan para protegernos.

¿Cómo se explica eso en una isla con muchos negacionistas?

Ahora ha habido una campaña informativa del Govern muy bien pensada, con sanitarios intentando desmentir los fakes que corren. Es muy importante que se sumen tanto los profesionales sanitarios, que son los que más lo están sufriendo en primera línea, como toda la sociedad. Sobre todo los pacientes que lo han vivido para que ayuden a transmitir la realidad de esta epidemia.

Los bandazos de la conselleria no han ayudado a que la gente entienda las medidas: primero no afectan a los turistas y luego sí, primero se puede ir al mercado y luego no, primero el cribado afecta a los confinados y luego no...

A ver... Las medidas que se van tomando son muchas y también deberemos aprender a simplificar y a ir más directos a aquellas que son más efectivas. Estamos planteando trabajar con un sistema para que la gente sea capaz de previsualizar qué medidas se tendrán que implantar y cuáles no en función de la situación epidemiológica. Creemos que facilitará la comprensión de la población. Al final creo que todos vamos un poco perdidos sobre lo que se puede o no hacer.

El día que se anunciaron las medidas la gente tenía muchas preguntas prácticas.

A veces pienso que regulamos demasiado, pero luego el problema es que te olvidas de regular aspectos que son un riesgo claro. El otro día la madre de una niña de ocho años me comentó muy preocupada que estaban haciendo clase de flauta en el colegio. Clase de flauta... Se ha hecho siempre. Ninguna resolución lo prohíbe específicamente, vale, pero por lógica se debería pensar que igual es el año de practicar percusión, o cuerda. El doctor Arranz dice que es el año de comprar ukeleles a los niños y no flautas. ¿Qué se hace? ¿Una resolución nueva diciendo que no se pueden hacer clases de flauta? Te encuentras en la situación de cómo no hacer un maremágnum de medidas, pero al mismo tiempo identificar las situaciones de riesgo y regularlas porque no siempre el sentido común prevalece.

¿La vuelta al cole fue una negociación complicada?

Muy complicada porque la evidencia científica es aún muy confusa sobre el papel que pueden tener los niños en la transmisión de la enfermedad. Sobre la mesa hay un hecho fundamental: la importancia de la educación presencial para los niños. Pones en la balanza todos los factores y tomas la decisión de si lo oportuno era empezar o no el curso. No era una decisión sencilla. No sé si es la decisión correcta. La prioridad ha sido siempre que los niños pudieran ir a clase. Eso debe ser un faro. Si se deben poner más restricciones para que los niños puedan ir al colegio, esto tiene que estar sobre la mesa.

¿Se están planteando esa posibilidad?

Ahora mismo no, al menos no en el global de la Comunitat porque, aunque somos cautos, vemos una evolución positiva de los datos epidemiológicos. Como opinión personal, si la situación no fuera favorable y se tuviera que escoger entre mantener las escuelas abiertas o mantener según qué actividades, creo que se debería apostar por mantener las escuelas abiertas.

¿Teme a este invierno?

Soy prudente. Creo que es el momento de trabajar muy intensamente para bajar tanto como sea posible la incidencia del virus porque no queremos una elevada en la época de gripe y catarros, que ya estamos empezando a ver y está complicando discriminar lo que es un caso de Covid de cualquier otra cosa. Esto supone más esfuerzo de los profesionales de Atención Primaria. Ahora es el momento de intensificar las acciones que se lleven a cabo para llegar a esta temporada de otoño en una situación muy estable que nos permita afrontar el invierno Covid con las mejores garantías.

¿Es difícil ser técnico de Salud en época Covid?

Es cansado [ríe], pero también apasionante. Se aprende mucho. Creo que si no estuviera haciendo esto estaría frustrada porque querría estar contribuyendo de alguna forma. Tienes el corazón compartido entre el cansancio que sientes y pensar «menos mal que puedo contribuir». Pero fácil no es, nada fácil.