El cierre patronal de un día de duración convocado ayer por los vendedores del Mercat Nou de Vila en protesta por las restricciones cosechó un importante éxito, dado que fue secundado por más del 90% de los establecimientos de este recinto comercial. En concreto, de los 70 puestos con que cuenta el Mercat Nou, solo permanecieron abiertos cinco: cuatro carnicerías y otro de artículos de alimentación. El resto de vendedores sólo se presentó para participar en una nueva cacerolada, que esta vez adquirió forma de manifestación por las calles inmediatas hasta llegar al edificio Cetis, donde se encuentran varias dependencias municipales. (Ver galería de imágenes)

Ya a las nueve y media de la mañana el aspecto del principal mercado de las Pitiüses era inaudito. Frente a la bulliciosa actividad que suele registrar a esa hora, los exteriores estaban desprovistos de gente, dando la sensación de que estaba cerrado. Sin embargo, al entrar en su interior se comprobaba que sus pasillos estaban totalmente desiertos y en penumbra, con la totalidad de los puestos con la persiana echada y sin vestigio alguno de actividad. Sólo tras caminar un poco hacia el interior se advertía que la sección de carnicería y charcutería era la única excepción al cierre total, con cuatro negocios abiertos y en funcionamiento, aunque con apenas clientes. Un quinto puesto estaba también abierto. Representaban apenas un 7% del total de los puestos existentes. El resto (fruterías, pescaderías, panaderías y otros géneros) no abrieron en toda la jornada. Sí lo hicieron también dos de los bares que dan al exterior, los otros estuvieron cerrados.

Cierra el 90% de los puestos del Mercat Nou en protesta por las restricciones en Ibiza

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La medida había sido convocada el día anterior como forma de protesta por las restricciones implantadas por el Govern balear para luchar contra la propagación del Covid 19, y que, entre otras cosas, impiden acceder al mercado a personas llegadas desde el exterior del área restringida.

«Ni en el estado de alarma»

Uno de los afectados, Rai, afirmaba a este diario que «ni siquiera durante el estado de alarma, cuando hubo el verdadero confinamiento, se prohibió entrar a comprar al mercado», quien recordó que esta instalación «es el único mercado de Vila», al que acuden a diario cientos de clientes. Para él, «los afectados por estas restricciones no son sólo los vendedores de la instalación, sino también el matadero de Eivissa, las cofradías de pescadores y otros centros que suministran las mercancías», y que también ven cómo caen sus ventas.

Rai no descartó que el paro secundado ayer pueda repetirse «si la situación se prorroga», puesto que las ventas han caído «un 70%» desde que entró en vigor el decreto de la conselleria de Salud.

Uno de los vendedores que sí decidió abrir, Jose, de la carnicería Hermanos Pérez, se definió a sí mismo como «servicio mínimo» y afirmó no estar de acuerdo con la forma en que se había preparado la protesta. «Esto lo han hecho cuatro de golpe», dijo. Pero participó en la cacerolada posterior y criticó las medidas del Govern: «Yo vivo en la Vía Púnica y no me puedo creer que el virus no sea capaz de volar hasta allí». «Han hecho una división absurda», comentó, abundando en uno de los argumentos más reiterados en los últimos días por parte del colectivo de comerciantes y restauradores.

Los clientes, por otra parte, lanzaban espontáneas exclamaciones de asombro nada más entrar en el mercado y al hallarlo casi totalmente vacío: «Sabía que había una especie de huelga o algo hoy, pero no esperaba que estuviera todo cerrado», afirmaba Engracia Suseña mientras que acompañando a una persona mayor. «Yo respeto lo que haga cada cual, no me atrevo a decir quién tiene razón, pero entiendo las quejas de quien no puede vender casi nada», dijo antes de darse la vuelta y regresar a la calle.

A las doce, según se había previsto, la mayor parte de los comerciantes del Mercat Nou se congregaron en una de las salidas e hicieron sonar sus cacerolas, encaminándose acto seguido hacia el Cetis, sin dejar de hacer ruido. A su paso hacia las dependencias municipales, otros comerciantes de las calles aledañas sacaban también cacerolas, sartenes y otros enseres culinarios para acompañarles en su protesta, antes de volver al interior de sus establecimientos. «Si a mí me hubieran avisado antes, también habría ido a la manifestación», afirmaba la dueña de una carnicería del Parc de la Pau.

Una vez en el Cetis, los concentrados permanecieron allí unos minutos, siguiendo con su protesta, y luego regresaron al mercado.

El alcalde de Eivissa, Rafa Ruiz (ver página 6), preguntado ayer por este diario, expresó su «máxima comprensión» a los afectados, porque «lo pasan mal», pero acusó al grupo municipal del PP de «alentar e incentivar» estas protestas. En todo caso, aseguró que su equipo de gobierno permanece «en escucha activa» para atender las reclamaciones de este colectivo.