La indignación de los comerciantes y restauradores afectados por las restricciones a la movilidad en Vila y Sant Antoni va en aumento. La escasa afluencia de público por las calles, la reducción de aforos y la imposibilidad, en el caso de los restaurantes, de abrir más allá de las diez de la noche «están abocando a la ruina más absoluta» a estos establecimientos, según advirtió ayer la Petita i Mitjana Empresa d'Ibiza i Formentera (Pimeef) a través de su presidente, Alfonso Rojo, y de la responsable de Restauración, Verónica Juan. Además, la patronal pitiusa ha enviado una carta a la consellera de Salud del Govern en la que pide flexibilizar al menos dos de las medidas impuestas. Reclaman que se permita el acceso de clientes a las zonas afectadas desde el exterior y, por otra parte, que se permita a los restaurantes cerrar a las 23 horas «para poder mantener una mínima actividad nocturna». (Ver galería de imágenes)

Pero la indignación de los pequeños y medianos empresarios va más allá de cartas y declaraciones públicas. Numerosos comerciantes afectados protagonizaron ayer caceroladas espontáneas en el Mercat Nou (ver página 5) y en otras zonas comerciales de Vila (ver páginas 6 y 7) para hacer patente su malestar.

Las limitaciones impuestas «han supuesto un descenso dramático de la actividad comercial, agravado, además, por las informaciones confusas sobre si las personas residentes en el exterior de las zonas perimetradas podrían acceder a su interior para realizar compras o consumir en un establecimiento de restauración», afirma la carta de la Pimeef a la consellera Patricia Gómez.

Pérdidas por cerrar antes

En cuanto a los restaurantes, «tener que cerrar a las diez significa no poder servir cenas», recordó la responsable del sector en Ibiza y Formentera, quien señala que la apertura durante el resto de horas del día no llega a compensar las pérdidas que supone cerrar tan temprano por la noche. «Hay que tener en cuenta además que el aforo está reducido al 50%», añadió Verónica Juan.

Tanto ella como Alfonso Rojo señalaron que «el interior de los comercios y los restaurantes son zonas seguras porque se respetan las normas de seguridad establecidas». Además, no consideraron lógico que «la gente pueda ir a trabajar, los niños puedan ir al colegio y, en cambio, no se pueda ir a un restaurante a partir de cierta hora».

La carta que han enviado al Govern afirma que «no se ha demostrado que el riesgo de contagio sea superior en los establecimientos comerciales y de restauración», sino que, por el contrario, «han sido dos de las actividades más hiperreguladas desde el final del estado de alarma».

Ayer mismo, estos dos directivos de la Pimeef, junto con el alcalde de Sant Antoni, recorrieron los establecimientos que permanecen abiertos en el casco urbano de esta localidad y comprobaron que muchos de ellos «tienen previsto cerrar» durante las dos semanas que durarán las restricciones. De hecho, en Vila «aunque hay más gente», la situación «es también un desastre» y se prevén cierres anticipados.

Algunos empresarios de Sant Antoni con los que se entrevistaron los dirigentes empresariales y el alcalde en su recorrido por la zona confinada expresaron su malestar y preocupación por el futuro de sus negocios, muchos de los cuales tendrán que cerrar por falta de clientes. Además, otros establecimientos ya han cerrado de forma anticipada.

Rojo señaló que por las calles de Vila «no se ve a nadie», lo cual provoca que los comercios y restaurantes tengan muy poca clientela y los efectos económicos de las restricciones hayan sido inesperadamente elevados, pese a lo cual, consideró que «deben cumplirse las normas aprobadas».