La actividad de Salinera Española en Ibiza es un oasis dentro de la crisis económica que ha desatado la pandemia del Covid-19. No sólo la cosecha de sal, cuya tarea de recolección se ha iniciado este mes, se prevé «aceptable», sino que la producción de este año «ya está casi toda vendida», según el director de Salinera Española en Ibiza, José María Fernández.

«Más o menos todo está colocado. La verdad es que en este aspecto, con lo que está pasando, como vamos por libre, y no vivimos del turismo, nuestras previsiones no son malas», explica. En este sentido, Fernández recuerda que Salinera Española se dedica al «sector de la alimentación» y esté ha seguido funcionando «a pleno rendimiento».

El paisaje de los estanques de ses Salines varía este mes, con la vista desde la carretera de los tractores y camiones y los montículos de sal que se extraen de los estanques cristalizadores. La recolección dura varios meses. La empresa calcula que la cosecha de este año se situará entre 45.000 y 50.000 toneladas.

«Es aceptable», apunta Fernández, que explica que las lluvias de la DANA de este mes han afectado, con la pérdida de un 10% aproximado de la producción. En ses Salines cayeron 94 litros en una hora y media, lo que inundó la zona y afectó a los estanques cristalizadores. «Llovió más por el sur que el norte de la isla», indica.

A finales de agosto, el director de Salinera Española preveía que la cosecha podía superar las 50.000 toneladas, que es la barrera que delimita cuando la producción es o no buena.

«Nos conformamos con llegar a las 50.000 toneladas. Cuando bajamos de esta cantidad, el año no es bueno del todo», dice. Hay que tener en cuenta que en las primeras décadas del siglo XX, cuando los estanques estaban en mejores condiciones que ahora se podían llegar a recoger en un año hasta 90.000 toneladas de sal.

La parte positiva es que, a diferencia de otros años, el aumento de la demanda de sal ha provocado que Salinera Española ya tenga vendida casi toda la producción antes de extraerla de los estanques. Otros años, en los que había problemas de comercialización y con un stock importante sin vender, se dejó incluso parte de la cosecha en los estanques sin recoger. Este año se recolectará todo.

El 35% de la producción se enviará a Inglaterra para el deshielo de carreteras. Precisamente, esta semana está prevista la llegada de un barco al puerto de Sa Canal para trasladar sal hacia el Reino Unido.

El resto de la producción se destina a la alimentación, fundamentalmente a la salazón del bacalao en Islas Feroe, el principal cliente desde hace años de la industria salinera ibicenca. Desde hace un tiempo se puede ver que hay dos montañas de sal, una de color más oscuro, que es donde se acumula la sal que se destina al deshielo de carreteras.

El plan salinero sigue paralizado

Otro factor que explica que la producción de sal de Ibiza ya esté prácticamente colocada en el mercado es el hecho de que esta temporada ha llovido mucho en el Levante peninsular, donde se concentran las principales salinas de España.

La producción en estas salineras se ha resentido y al haber caído las cosechas de sal , como las ventas se han mantenido, hay una mayor facilidad para poner en el mercado la sal ibicenca.

Por otra parte, Salinera Española sigue pendiente de que la conselleria balear de Medio Ambiente apruebe el plan de actividad salinera, previsto en el Plan Rector de Usos y Gestión (PRUG) del Parque Natural ses Salines que está en vigor desde 2005.

A mediados de 2017, Medio Ambiente convocó de nuevo, tras años de parálisis, a la comisión salinera creada para elaborar este plan, pero desde entonces «no se ha hecho nada». «No tenemos ningún documento ni nada que nos ayude a regirnos, seguimos a ciegas», destaca Fernández.

El plan de actividad salinera debe recoger de qué manera se pueden arreglar las motas y los estanques. Sin este documento, Medio Ambiente ni responde a las peticiones de autorización de Salinera para arreglar sus instalaciones. «Los trabajos en los estanques de cierta envergadura están paralizados. Sólo se limpian y reparan las paredes de los cristalizadores para que la sal no se ensucie, así como los caminos de acceso», indica.

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