¿Todo el proyecto de Carritos Solidarios nació en un solo supermercado?

Sí, en el Malacosta de es Viver. Comencé solo con la idea de ayudar a mi barrio, recolectando con mi grupo de amigos unos 200 euros para comprar alimentos y productos de primera necesidad. Dejé unas cajas de cartón en la entrada del supermercado, con un letrero donde informaba de que, si necesitabas algo, lo podías coger y que, si querías colaborar, podías dejar algún producto dentro. Mi sorpresa fue que, al acabar la compra con ese dinero recolectado, fui a llenar las cajas y vi que ya estaban por la mitad.

¿Y toda la labor se multiplicó durante el confinamiento?

Empezamos prácticamente en el minuto cero del estado de alarma. Veía a familias que conocía de vista del barrio que, tímidamente, se acercaban al carrito para llevarse alguna cosa. Pensé que si funcionaba en es Viver, podía hacerlo por toda la isla, así que me lié la manta a la cabeza y amplié el campo de acción para llegar a todos los supermercados de la isla. Facilité un número de cuenta para recaudar fondos y con ese dinero llenamos carros en 50 supermercados de la isla, con la idea de que después se autoabastecieran con las aportaciones de los clientes.

¿Cómo distribuyó los puntos de ayuda?

Puse el mapa de la isla en el salón de mi casa, porque, como había confinamiento y la gente no se podía desplazar, quería que cualquier vecino, viviera donde viviera y si no tenía dinero en ese momento, pudiera acudir a su supermercado más cercano y encontrar un carro con todo tipo de productos para pasar el día a día. Fue un trabajo increíble que llevé a cabo solo, porque, entonces, no contaba con ningún tipo de ayuda.

¿Imaginaba entonces que se iba a agravar tanto la crisis?

El cambio brusco sucedió al cabo de dos meses y, a mediados de mayo, ya eran muchas las familias que vivían solo de lo que encontraban en carros. La idea inicial era que se fueran retroalimentando, pero no es una ley exacta y según el sitio y el día variaba mucho. La cadena Spar dio la orden, en los supermercados que son de su propiedad, de que los empleados abastecieran los carritos cada día si se vaciaban y costaba que se volvieran a llenar. Cada día nos llamaba gente que necesitaba ayuda porque no tenía nada en la nevera. En ese momento, ya contábamos con una persona que, cada mañana, llamaba a los 50 supermercados para saber cómo estaban los carros y luego podíamos derivar a la gente al punto mejor abastecido. También empezamos a hacer asistencia a domicilios.

Hasta que llega un punto en que necesitan almacenar todas las donaciones.

Cuando Carritos Solidarios empezaba a ser un poco mediático, hubo una cadena grande que se apuntó a la iniciativa con diez supermercados, pero sus condiciones fueron que, por motivos sanitarios, los clientes podían dejar sus productos, pero no se podían coger allí mismo. Esa misma semana, el Consell de Ibiza me llamó para ofrecer ayuda y nos facilitó dos locales en sa Coma como almacenes. Ya teníamos 60 supermercados y en diez de ellos había que recoger los alimentos, pero Protección Civil y el personal de Emergencias se ofrecieron para cooperar. Así que teníamos 50 puntos con carros que se autoabastecían y otros diez de donde había que llevarse los productos para luego destinarlos a Cáritas, Cruz Roja y La voz de los que nadie quiere escuchar.

¿Cuándo el proyecto empezó a ser más conocido, aparecieron aprovechados que abusan de la buena fe de la gente?

Vivimos en España y tenemos mucha picaresca. A finales de mayo, tuvimos que cortar con la posibilidad de que las personas necesitadas pudieran acudir directamente al carrito de un supermercado, porque tuvimos incidentes con gente que se aprovechaba y se quería llevar todo lo que había. Nos avisaron de varios supermercados y llegó a haber alguna trifulca en la que tuvo que intervenir la policía. No podía permitir que se acabara con la transparencia del proyecto y que la gente perdiera la garantía de que su ayuda acababa en buenas manos. Así que cortamos con el sistema por el que la gente recurría por su cuenta a los carritos y pasamos a tener que recoger directamente los alimentos donados por los clientes en 60 supermercados, para luego repartirlos de manera ordenada.

¿Cómo lograron dar abasto con todo?

Allí entró en juego Equip Voluntari y la Asociación de Veteranos Militares, que estaban en el almacén y recogían la comida por toda la isla. Luego la distribuíamos cada semana en diferentes grupos para Cáritas, Cruz Roja, La voz de los que nadie quiere escuchar y Equip Voluntari, que tiene su propio banco de alimentos. Estas entidades venían los lunes al almacén y cargaban los alimentos. Luego La voz de los que nadie quiere escuchar se desvinculó por un malentendido, pero están haciendo una gran labor. Si mañana alguien da de alta una asociación de entrega de alimentos, haremos un grupo más para dividir los alimentos y hacérselos llegar.

¿Cómo funciona la asistencia a domicilio?

Cáritas y Cruz Roja se han visto saturadas con esta crisis y la gente a la que ellos ayudan debe pasar primero por un asistente social que tiene que hacer el informe. Es un proceso que se puede alargar un mes, en el que, aunque estas entidades tengan la intención de ayudar, deben esperar. Así que intentamos amortiguar el golpe que sufren durante ese mes. Nos entraban cientos de avisos de dramas de todo tipo y siguen llegando, así que estos casos los derivamos a Equip Voluntari, que hacen paquetes con productos de ayuda para entregarlos de manera inmediata. En la última asistencia que hemos hecho así, hemos llenado la nevera de esa familia una hora y 38 minutos después de recibir su llamada.

¿Cuántas familias se han podido beneficiar con esta asistencia inmediata?

Precisamente, Equip Voluntari acaba de colgar su informe. Mira, aquí lo detallan en su Facebook. Desde marzo hasta finales de agosto, han atendido a 373 familias, con 673 adultos, 278 niños y 107 bebés, a los que han repartido 18.900 kilos de alimentos y productos de primera necesidad. Han contado con 33 voluntarios, que han dedicado un total de 2.330 horas entre todos.

¿Cuántos kilos de alimentos ha repartido en estos seis meses Carritos Solidarios?

Más de 150.000 kilos, entre lo que se ha recogido con los carritos, las aportaciones de empresas y particulares y lo que se ha comprado con las donaciones. Se ayuda a más de mil familias, de manera directa o indirecta.

¿Cuánta gente participa en todo este proceso?

Podemos ser unas 40 o 50 personas, contando con Protección Civil, Bomberos, Emergencias... que no colaboran a diario pero, cuando hace falta, se ponen en marcha tras una llamada. Dimos un gran paso adelante cuando Eroski se sumó a colaborar, pero pidió que todos los carros debían estar custodiados por un voluntario durante cuatro o cinco horas. Eso supone que, al cabo de un mes, has tenido que recurrir a 333 turnos de colaboradores. De eso se encargó la asociación Voluntaris d'Eivissa, pero al llegar julio se complicó, porque la gente volvía al trabajo o empezaba a tener más vida social, así que Equip Voluntari se coordinó con ellos para sumar a su gente cuando hiciera falta, porque en estos carritos se recoge muchísima más ayuda cuando hay una persona informando a los clientes.

¿Cuántos establecimientos colaboran con Carritos Solidarios en estos Momentos?

Prácticamente contamos con el 99% de todos los supermercados y las grandes cadenas que hay en la isla, solo faltan Mercadona y Aldi, que nos gustaría que se sumaran y hemos hecho alguna gestión con ellos, pero es muy difícil llegar a la cúpula.

Hasta ahora, el reparto se centraba en productos no perecederos, pero también han conseguido incluir alimentos frescos.

Hemos conseguido algunos acuerdos de los que me siento muy orgulloso. Las cooperativas agrícolas de la isla y Agroeivissa nos donan material, que recogemos a través de Punkytrans, una empresa que colabora altruistamente. Luego Lidl dona toda la fruta y verdura que no pueden poner a la venta porque el paquete es defectuoso o por estética, que son tres o cuatro palés al día. Para almacenar todo este material fresco, se ha sumado la ayuda de Ibiza Delivers, que nos ceden unas naves frigoríficas en Montecristo. Así que Agroeivissa, las cooperativas y Lidl nos donan el producto fresco, Punkytrans lo recoge, lo lleva a las neveras los lunes y nuestros organismos de ayuda inmediata tienen la llave para ir todos los días a la cámara, que está llena hasta arriba de fruta y verdura. Después, se cedieron los otros días de la semana a Cruz Roja y Cáritas para que recogieran fruta y verdura del Lidl, así no se perdía nada.

¿También carne y pescado?

A través de los cargos públicos de Podemos, que tienen por estatutos destinar una parte de su nómina para fines benéficos. Nos dan 840 euros al mes en vales para carne en Carnicería Diego y Can Marsoc y otros 1.500 euros mensuales para vales en Pescados Vicente del Mercat Nou. Así, al llegar a una casa a repartir ayuda, podemos facilitarles un suministro tremendo de comida para dos o tres semanas y vales de carne y de pescado. Además, ahora mismo, fresquitos, me acaban de dar estos vales [saca unos lotes de boletos que muestra con satisfacción].

¿Para qué son?

Al principio de la pandemia se creó Ibiza Contigo, una asociación, que llevó a cabo una recolecta para comprar material de protección sanitario. Entonces había muchas dificultades para encontrarlo, pero luego se normalizó y la asociación contaba con un remanente de dinero. Se pusieron en contacto conmigo y me preguntaron qué necesitábamos. Les pedí material de bebés y niños pequeños, porque son caros y era lo que más cojeaba en los carritos. Nos dieron 30.000 euros en total, de los que se ingresaron 10.000 en Cash Loto para que las familias a las que ayudamos pudieran comprar estos productos con vales. En Cash Loto se han portado muy bien y cada vez que vamos a recoger el carro solidario que hay puesto en ese mayorista, ellos añaden un montón de material gratuitamente. Destinamos otros diez mil euros de Ibiza Contigo a la compra de mascarillas, porque quien no tiene para comer tampoco puede adquirirlas. El resto lo destinamos a material escolar, de los que ahora tenemos 5.000 mil euros en estos vales de 20 euros que se pueden canjear en Distribuciones Eloy Serrano, que nos han llegado ahora mismo. Los 5.000 euros restantes de material escolar los guardamos por si nos vuelven a confinar, para facilitar ordenadores a las familias que no tengan.

¿Se ha convertido entonces en un catalizador entre muchas instituciones?

Carritos Solidarios es un organismo que no recoge nada por sí mismo, sino que se le han añadido un montón de entidades de la isla para aportar su ayuda. Ahora se va a sumar el colegio Morna, que ha pedido a las familias de sus alumnos que lleven alimentos a un aula que han habilitado en el colegio. También se le está dando alimentos a Ibiza Food Bank, una asociación que funciona desde 2014 sin subvenciones. Muchos días que estamos saturados, podemos avisar a Bomberos, Protección Civil o Emergencias, porque estamos todos en un grupo de WhatsApp al que se han sumado también empresas privadas como Dipesa, que también están dispuestas a colaborar cuando es necesario. Yo me considero un conseguidor, en el buen sentido de la palabra. En Eivissa hay muy buena gente y me he encontrado con particulares y empresas que quieren colaborar, pero les falta saber quién necesita ayuda y cómo hacérselo llegar. Allí es donde entro yo.