Las personas discapacitadas se enfrentan en su día a día a situaciones de rechazo por su condición y, en muchas ocasiones, se ven obligadas a denunciar hechos que no tendrían que estar normalizados en la sociedad. Así lo cuenta Mari Carmen Soler, mallorquina de 46 años con una discapacidad visual que preside el Consejo Territorial de la ONCE en Balears desde 2007. Soler está muy vinculada a Ibiza, donde residió desde febrero de 1999 hasta octubre de 2002, periodo en el que dirigió la Agencia de la ONCE en la isla.

Soler relata indignada cómo hizo una reserva en una frutería situada en la Plaza de las Columnas de Palma, desde la aplicación 'Too good to go' para comprar comida, en la cual el pago se hace previamente. «Cuando fui a buscar mi pedido no me querían dejar entrar, a pesar de esto yo accedí a la tienda y les expliqué que iba con un perro guía», comenta. Incluso, señala que alguna clienta del establecimiento le dio la razón pero los trabajadores seguían insistiendo en que no podía entrar.

«Yo les dije que, simplemente, venía a buscar la reserva que había hecho y que solo era dármelo», sostiene. Finalmente le aseguraron que no tenían cajas a pesar de que Soler había reservado una y tenía la factura. Se negaron a dársela en un tono «muy borde» y le repitieron que se tenía que marchar. Soler comenta que desde la aplicación se pusieron en contacto con ella y le pidieron «millones de disculpas», le devolvieron el dinero y le recalcaron que iban a hablar «muy seriamente» con la empresa porque ellos no querían dar esa imagen y que se repitan episodios como este.

«Subí una publicación a Facebook explicando lo que había pasado e hice una denuncia pública que ha salido en los medios de comunicación», cuenta. Además, añade que pondrá una denuncia en Consumo porque afirma que estos hechos no tendrían que suceder: «No debemos permitir que en 2020 todavía haya gente que no sepa que un perro guía bien identificado, como iba mi perra en ese momento, puede entrar en un establecimiento público».

Malentendidos y anécdotas

Malentendidos y anécdotas

Pero este no ha sido el único «encontronazo» que ha tenido la presidenta del Consejo Territorial ya que narra que hace unos cuatro o cinco años tuvo problemas en un restaurante donde tampoco le querían dejar entrar con su anterior perro guía: «Sí que es verdad que a veces tienes que explicar a la gente la función del animal». Normalmente, según afirma, todo acaba en una «anécdota». «Pero la situación que viví en la frutería no me había pasado nunca», lamenta.

En la misma línea, Soler comenta que para estas situaciones existe una ley que protege a los perros guía desde hace muchísimos años en España y en Europa en general. Una persona con un perro guía tiene derecho a entrar en cualquier lugar, tanto público como privado, incluso en hospitales (a excepción de zonas de quirófano), también pueden acceder a los medios de transporte acompañando a sus dueños y debidamente identificados con su medalla y su arnés. «En mi caso, siempre llevo encima la documentación que acredita a mi perra por la Fundación ONCE», señala.

Por otro lado, los dueños tienen una serie de obligaciones ya que deben tener a los perros en unas condiciones sanitarias óptimas; es obligatorio el reconocimiento veterinario cada seis meses y el adiestramiento pertinente. Soler, refiriéndose a lo anterior, explica que en el momento de entrar a la frutería la perra estuvo sentada todo el rato y completamente tranquila.

En Ibiza y Formentera, Soler tiene conocimiento de la existencia de dos perros guía. Respecto a la primera isla, comenta que hace tiempo que no «camina sola» por sus calles, pero cree que se ha trabajado mucho en la eliminación de barreras arquitectónicas: «Sí que es cierto que en zonas turísticas todavía quedan muchas cosas por mejorar», remarca.

De la misma manera, hace hincapié en la situación a la que se enfrentan las personas con discapacidad visual ante la pandemia de Covid-19. «Tenemos el agravante del distanciamiento social y de la nueva normalidad en general», confiesa. Guardar la distancia interpersonal es complicado pero, «si le sumas que las señales de dónde colocarse, entrar o salir, son en gran parte visuales» supone algo imposible para personas con tal condición, ya que se las «pierden». En cuanto al uso de la mascarilla, reconoce que es molesta para todos, pero aún más para alguien que no ve: «A mí por ejemplo me da la sensación de que oigo peor y me despisto mucho más». De hecho, según dice, hay una serie de recomendaciones de la ONCE y desde el Cermi (Comité de Representantes de Personas con Discapacidad) han enviado una serie de solicitudes al Govern balear para que poco a poco se pueda volver a la «normalidad» dentro de esta situación de pandemia.

Soler señala que los ciudadanos están cada vez más sensibilizados con estos temas y conocen mejor lo que es una persona con discapacidad. «Desgraciadamente todavía se dan situaciones de rechazo o problemas con las barreras arquitectónicas, y las organizaciones estamos trabajando en ello».