El 16 de agosto, confesaba que aún no tenía decidido salir de vacaciones. ¿Había cierto temor?

Miedo no, pero esperamos hasta el último momento. No se sabía qué iba pasar, si podríamos salir, estaríamos confinados o podríamos viajar cerca. Al final decidimos irnos y descansar, porque preveo un invierno muy difícil y, a partir de octubre, las cosas no serán fáciles. Aprovechemos ahora que podemos.

¿En octubre se incorpora a los rodajes del programa que está a punto de estrenar para Cuatro, 'Samanta y la vida de'?

El programa está entregado, porque se iba estrenar en primavera y ahora estaríamos pendientes de la renovación, pero es una incertidumbre. Es un formato previo al Covid-19, muy emocional, con reencuentros y abrazos y ahora resulta que puede que funcione bien y no podamos grabar otra temporada.

¿Un docu-reality

Puede que no sea posible. Yo veo en otros programas que intentan que se noten lo menos posible las limitaciones del Covid-19. No he visto a nadie rodando con mascarillas, sino que siguen muchos controles sanitarios, asegurando que todas las personas que participan dan negativo en el test PCR. Pero, en mi tipo de formato, hay mucha gente implicada y no tenemos la capacidad de realizar un PCR a todo el mundo, porque hay muchas personas detrás y delante de las cámaras.

¿El Covid-19 va ser un golpe más duro para los formatos televisivos que la proliferación de youtubers e youtubersinfluencers

La tele ha perdido audiencia global e influencia en las nuevas generaciones, al igual que todos los medios tradicionales. La gente joven no lee diarios, no escucha la radio ni mira la tele. Se nutren de información por sus redes de influencia y aquí la redes sociales tienen su protagonismo, por eso los medios nos esforzamos para entrar en ellas. Es un cambio de paradigma, pero soy optimista. Al final, necesitas la información para vivir, al igual que el entretenimiento, y no creo que desaparezcamos, sino que habrá nuevas maneras de hacer las cosas.

Las redes sociales se le dan bien, de hecho pidió consejo en ellas para buscar dónde ir de vacaciones.

¡No soy una gran influencer! Tengo pocos seguidores en comparación con la gente que tiene millones.

¿Por qué se decidió por Ibiza finalmente?

Hablando con unos amigos de que era un verano muy atípico y de que me gustaría mucho conocer una Ibiza tan diferente. No volveremos a ver la isla sin las discotecas y con la gente yendo a casa a medianoche. Se me encendió la luz y me recomendaron este hotel.

Había grabado aquí programas con Paris Hilton, Erick Morillo o Brian Cross.

La isla la conozco bien, he venido de trabajo y vacaciones. También he grabado algún programa sobre el lujo, porque, si buscas estos temas, en seguida te sale Ibiza.

¿Pero conoció la isla previa a la proliferación del turismo de lujo?

No. Vine en 2009 y fue para grabar '21 días de lujo'. Estuvimos en un hotel rural y un puerto deportivo y después hemos vuelto cada vez que dedicábamos un programa al lujo.

¿Ha llegado a ver alguna exhibición tan ostentosa que parezca pornográfica?

Intento ser justa y, si una persona gana mucho dinero, ¿por qué no se lo puede gastar en lo que quiera? Esto no sería un problema si todo el mundo tuviera sus necesidades cubiertas. Resulta pornográfica la desigualdad y que mucha gente no tiene para sobrevivir, no que alguien gaste mucho dinero. A mí no me gusta la ostentación, pero es una preferencia personal y no me meto. Lo que sí reclamo es que acabe la desigualdad o, al menos, que la gente tenga las necesidades vitales básicas cubiertas.

¿Se siente más cómoda mezclada entre lujo y la ostentación o 21 días en una mina boliviana [programa que le valió el premio Ondas Internacional]?

Me encuentro cómoda en muchos sitios diferentes y me gusta la sofisticación, así que de tanto en tanto me digo «quiero que me cuiden» y disfruto de un masaje o una mesa en los mejores restaurantes. Pero en las relaciones personales me encuentro más cómoda con la gente de barrio y de calle, que es mi entorno, que con las personas que tienen mucho dinero. Hay quien gana mucho dinero, pero luego están los multimillonarios, que están acostumbrados a que la gente esté a su servicio y es el orden natural de las cosas para ellos. Ven oportunidades en cada persona, como pensando «esta me va abrir las puertas de tal sitio». Son códigos diferentes que no tenemos la gente de barrio.

¿Es de barrio?

Mucho. Hace poco veía fotos de mi infancia y pensaba «ostras, éramos pobres». No creo que fuésemos clase media-media. Nunca pasamos hambre y mis padres siempre tuvieron trabajo, pero no nos sobraba el dinero. Recuerdo que, de pequeña, solo íbamos una vez al año al restaurante, cuando volvíamos de vacaciones y en casa no había comida. Ese día pedíamos cuatro menús en el restaurante del barrio.

Ahora pasa las vacaciones en el hotel Destino Pacha, ¿y de niña?

En el apartamento de mi abuela en Castelldefels. Todos los veranos pasaba tres meses con ella en esa casa. Yo me crié en Valencia, pero mis padres son catalanes y en verano subíamos a Barcelona.

¿Cuándo conoció a Manel Marí en Valencia?

Empezamos a ir juntos a clase en tercero de EGB, en el colegio Angelina Carnicer y luego pasamos al mismo instituto, el Ramon Llull. No fuimos a la misma clase siempre, pero como ya éramos amigos de pequeños, íbamos en la misma pandilla. Esta noche [por ayer], voy a cenar con sus padres y será la primera vez que los vea en Ibiza, porque siempre los veía en Valencia. Ellos veraneaban aquí y yo en Castelldefels.

¿Manu despuntaba en clase? ¿Era de los que se sentaba en los asientos de atrás?

Él siempre fue el intelectual. Recuerdo que escribía poemas que no entendíamos. Usaba palabras supercultas a los 15 años, que para nosotros eran ininteligibles y pensábamos «¿qué quiere decir esto que ha escrito?». Era muy prolífico. Éramos cuatro en nuestra pandilla: el Jose, el Giorgio, el Manu y yo. Íbamos todos a casa de los padres de Manu y hacíamos fichas de filosofía o otras de asignaturas. Él fue delegado de clase de pequeño y no diría que fuera líder, pero sí que destacaba. Se hacía notar porque era diferente, tenía muy claro lo que le gustaba, lo que quería y eran intereses muy diferentes a los de un niño o un adolescente.

¿También les insistía para que se sumaran a los sindicatos de estudiantes?.

Sí, él y su hermano David. Era muy combativo, con una voz muy propia que no se callaba las cosas. Crítico, ácido y muy cachondo, buscaba disfrutar. Él se dedicó a la poesía y tuvo una vida muy díscola en algunos aspectos, porque no tenía un trabajo regular o estable, que son aspectos que la sociedad penaliza. El día que murió pensé «ole tú, has tenido la vida que has querido».

Él siempre se sintió ibicenco. ¿Les hablaba mucho de Ibiza?

Hablaba mucho en ibicenco. De pequeños éramos castellanoparlantes entre nosotros, pero cuando empezamos a hablar valenciano, él tenía ese acento de la isla que nos impactaba muchísimo... [parece a punto de emocionarse].

Volviendo a su nuevo programa, ¿ya hay fecha de estreno?

No hay fecha aún, pero no tardará mucho. Seguramente empezarán en septiembre las emisiones. Tendremos a Cesc Fàbregas, Yolanda Ramos, Ruth Lorenzo, Ainhoa Arteta, Agatha Ruiz de la Prada e Irene Villa. Son dos días enteros de rodaje con cada personaje que dan para llegar a tener mucha complicidad. Más allá del programa, ahora tengo muy buen rollo con todos, sobre todo con Cesc.

¿Grabaron con él en Mónaco, donde juega ahora?

En Mónaco y también en Arenys de Mar.

¿Es futbolera?

He tenido épocas más futboleras. Cuando empezó Messi lo seguí mucho y ahora, con el pollo que se ha montado con él, también.

Al ser de Barcelona, ¿está traumatizada con la marcha de Messi?

En general, he perdido bastante la afición y, aunque que hay gente que le da mucha importancia, realmente no la tiene.

¿Ha cambiado su código de valores desde que es madre?

No, porque ya tenía muy claro antes de ser madre qué era importante. Sí que me ha cambiado mucho el ritmo de vida o el espacio que tenía para desarrollar mi vida propia, que ya no existe hasta que mis hijos sean más grandes.

Cuando entrevistó a su padre, él admitió que, en su época, si le hubiera dado el biberón, hubieran dicho que era gay.

Yo me di cuenta cuando nacieron mis hijos de que mi padre y mi suegro no sabían coger un bebé y flipé al enterarme de que ellos jamás nos cogieron. Ahí caí en la cuenta de que era normal que las mujeres no trabajaran, porque ya tenían suficiente responsabilidad, y eso influye en tu independencia económica, tu autonomía y tu realización personal.

¿Rompió muchos tabúes con sus libros sobre la maternidad ['Madre hay más que una' y 'La carga mental femenina']?

Sobre todo por hablar con la contundencia con la que realmente pasan las cosas. Noté que la vida que tenía completamente construida se desmoronó. De repente, ya no queda tiempo para nada más que no sea tu trabajo y criar los niños, cuando hay un montón de cosas más en mi vida. Me pareció tan drástico y repentino que requería unas palabras igual de contundentes. La vida cambia tanto que puedes llegar a tener depresiones o crisis con la pareja, cosas de las que no se habla.

¿Sintió acusaciones de «mala madre»?

Noté que era polémico, porque enseguida te empiezan a pedir entrevistas por todas partes. Al usar esa contundencia, empezaron a saltar todas las alarmas y los resortes y te das cuenta de que hay todo un control social hacia las mujeres, que te indican cómo debes vivir la maternidad y hablar de ella. Se activaron estos mecanismos, pero por suerte, ya había una masa de mujeres que solo necesitaba esa chispa para empezar a hablar con voz alta. Me siento muy orgullosa de que un libro que escribí sin un objetivo concreto sirviera para que muchas mujeres empezaran a hablar con libertad también de los aspectos negativos que implica la maternidad, que para otras cosas es maravillosa.

El futuro de su próximo programa sufre la incertidumbre de estos momentos, ¿pero qué proyecto llevaría a cabo si pudiera elegir?

Soy muy mimética y ahora, como estoy aprovechando para leer mucho, ya quiero escribir. Pero mi vida soñada sería viajar por todo el mundo, escribiendo crónicas y siendo multimillonaria. Escoger un tema, irme al sitio, empaparme para escribir la crónica y que luego me paguen un millón de dolares por cada una de ellas. Es imposible, pero sería mi sueño.

¿Y sus planes en Ibiza?

Leer y relajarme. Yo antes no descansaba en las vacaciones. De joven, pillaba la mochila y el interrail durante 15 días. Podíamos despertar con resaca y seguir sin parar para visitar todas las catedrales góticas de Europa. Esto ya no es posible, ahora voy a un hotel y de allí no me muevo.