La iniciativa Salvem Sa Badia de Portmany dedica esta segunda entrevista a uno de sus más ilustres ciudadanos: el hotelero y político Vicent Marí Prats (Sant Antoni, 1935), que se convirtió en primer alcalde de Sant Antoni en Democracia (1979-1982) con UCD. Marí Prats es hijo de Pep Marí Colomar, 's'Estanyer', último alcalde republicano, y ha estudiado en profundidad la evolución histórica de la bahía.

¿Qué opina de la posible vuelta de los ferris y de la saturación del entorno portuario?

Si algo hay que evitar, cueste lo que cueste, es que regresen los ferris que traen pasajeros, coches y mercancías. Sant Antoni no puede soportar el movimiento de fango que estos buques provocan durante las maniobras y tampoco el tráfico que generan. Sobre todo porque, en su día, el Ayuntamiento no proporcionó una salida hacia el norte para el tráfico rodado. Otro problema terrible es la excesiva densidad de embarcaciones. La bahía tiene una capacidad limitada y hay que tener en cuenta que el Club Náutico, que funciona muy bien, ya proporciona amarre a más de 500 embarcaciones y los pantalanes de Ports IB acogen a otros cientos. Estos últimos, por cierto, se llevan todo el dinero que recaudan a Mallorca. A estas cifras hay que sumar los que fondean en mitad de la bahía de forma ilegal, que es un escándalo. Se dedican a hacer viajes clandestinos y hasta hacen de pensión, vertiendo todo al mar. Muchos fondean sobre posidonia, dañándola. Cuando yo era niño, donde ahora fondean estos barcos criaban los peces y hasta las nacras.

¿Ha cambiado mucho la bahía a lo largo de la historia?

Tiene poco que ver con cómo era en el pasado; incluso el más reciente. Basta con observar esta foto de los años treinta (se refiere a una imagen que decora el salón del Hotel Bellamar, donde tiene lugar la entrevista). Yo he vivido una bahía así durante muchos años y he investigado sobre su pasado. Antaño era incluso mucho más grande que en esta imagen. Hay datos que señalan que la bahía llegaba al camino general, única entrada a Sant Antoni, antes de la carretera de Vila. El mar llegaba al campo de fútbol y la estación de autobuses. Hace miles de años incluso alcanzaba Can Guillamó, donde está la gasolinera. Pienso que la torre de defensa que construyeron los fenicios, en el mismo lugar donde se asienta la de la iglesia, fue para defenderse de los romanos y debía situarse donde entonces se encontraba el puerto.

¿Cómo recuerda la bahía de su infancia?

Cuando éramos niños siempre andábamos por el muelle, zascandileando entre los pescadores. Nadábamos y luego nos secábamos al sol, porque no llevábamos toalla, sino tan solo un taparrabos. Junto al muelle había un fango fino y oscuro, que llamábamos 'monopolio'. Cuando ya te habías secado, venía algún amigo y te manchaba con él, así que tenías que volver al agua para quitártelo y esperar otra vez a secarte. Al final llegabas tarde a casa para almorzar. Nuestra niñez transcurría entre unos juegos que no existen. Salíamos a la mar y hacíamos regatas a remo con chalanas; y en los muelles jugábamos a barrabás, piola, camesroges, Sant Joan de les coses? Cuando tenía 12 o 13 años, me junté con Joan Petit e hicimos llençes (lienzas) y un palangró (palangrillo) de 28 anzuelos. Los días que llovía cogíamos caracoles y pescábamos anguilas; y en el muelle viejo poníamos llençes y cogíamos meros de medio kilo. Cada día, dos o tres. Las anguilas las vendíamos y nuestra mejor clienta era Catalina Mestre, que tenía una tienda de verduras y hacía arroz con anguilas.

¿Qué opina de la evolución que ha experimentado la bahía?

Yo siempre digo que Dios nos dio una bahía preciosa, tal vez la más bonita del Mediterráneo, pero los humanos y los elementos nos hemos ocupado de destruirla. La bahía actual ha sufrido muchos intentos de agredirla. Recuerdo, por ejemplo, un proyecto presentado por el Capitán Escartín. Quería hacer un espigón que saliera de Sa Punta des Molí y construir un casino en mitad de la bahía. Mi padre presentó un escrito explicando lo que podía representar llenar de hormigón toda la bahía y por suerte lo entendieron. Posteriormente vino el Sr. Cava de Llano y, en el rincón del puerto, junto a la carretera de Sant Josep, hizo un minigolf al lado de la desembocadura del torrente de Buscastell. Tras el minigolf instaló también una bolera, luego un bar y posteriormente una sala de fiestas, ganando terreno al mar y ocupando el rincón de Es Jonquet, donde antaño llevábamos las ovejas a pastorear. En el año 63 o 64 desapareció por un incendio. Se llamaba La Bolera, funcionaba muy bien y tenía una orquesta maravillosa. Entonces el mar llegaba a Sa Barandilla, la pared que se levantó para soportar el mar en la carretera de entrada al pueblo. En torno a 1900, delante del Ayuntamiento, se había hecho un relleno que se llamaba la draga de Sant Agustí y que comenzaba delante de la calle Sant Vicent e iba hasta el muelle viejo.

El espigón del puerto comenzó a construirse en los años 50 y lo hacía una compañía madrileña llamada Cuesta y Cano. Como en la cantera del Puig d'en Basora generaban una gran cantidad de escombros, a alguien se le ocurrió hacer otro relleno frente al Ayuntamiento y así surgió el primer Passeig de ses Fonts. Posteriormente vino el desmadre de la construcción de los hoteles y todos hicieron un emisario, como el Palmira, el Arenal, el Savines o el Bahía. Cada uno se adentraba en el mar 50 o 60 metros

Y comenzaron los vertidos?

Toda la materia fecal se evacuaba a la bahía sin depurar. Provocó que el mar se ensuciara tanto que murió todo: algas, ortigas, almejas, cangrejos, gambas, alevines de peces? Era un criadero de pescado increíble y desapareció todo. Esta infección duró al menos diez años. Cuando entra Alfonso Oya como alcalde, se empieza a hablar de la compañía Vegarada y comienzan a tirar tuberías por toda la isla para suministrar agua. En Sant Antoni se hizo la primera depuradora de Balears y en principio funcionó muy bien, pero como el mantenimiento era cero y comenzaron a quemarse motores, acabó siendo un calvario, con olores pestilentes.

¿Cómo afectaba a la bahía?

La bahía siempre se ha llevado la peor parte. Se hizo una estación de bombeo delante el hotel Sant Antoni y otra frente al muelle viejo. De Ses Coves Blanques salía un tubo de unos cuarenta metros. Hoy todavía existe y ejerce como emisario de estas estaciones de bombeo. También hay un aliviadero situado delante del hotel Sant Antoni, que desemboca en el rincón donde atracan los barcos de las excursiones marítimas. En cuanto a los rellenos que ganaban terreno al mar, se siguieron produciendo. Se construyó la doble carretera que hay de entrada y va hasta el muro. El antiguo varadero y las rocas quedaron cubiertas. Con posterioridad, se ganaron otros 8 o 9 metros más al mar, hasta la zona donde se ubica el club náutico. En los años 60 los barcos de mercancías ya llegaban al puerto e incluso se instaló una grúa en el martillo, donde comenzaron a amontonarse los contenedores, que eran de la compañía Iscomar. Luego llegaron más navieras y Flebasa comenzó con los barcos de pasajeros. Otra vez se decide rellenar parte de la bahía y, yo creo que equivocadamente, se hace la estación marítima. El día en que se puso la primera piedra me dirigí a la consellera y al alcalde, y les dije que no podía felicitarles porque aquello representaba un estropicio para la bahía. Tendría que haberse construido bajo Ses Coves Blanques y ahora tenemos un mamotreto que no sirve para nada.

Y ¿cuándo se construyó el colector de Cala de Bou que sigue dando tantos problemas?

En 1961 o 1962 también visitó Sant Antoni el gobernador civil José Hellín, que ordenó que se hiciera una estación de bombeo en la playa de Es Pouet e incluso se instalaran tuberías modernas de color negro y se hicieran otras estaciones de bombeo hasta Punta Pinet. El presupuesto era de 190.000 pesetas. Lo increíble es que aquella instalación no ha funcionado bien un solo día. En estas mismas fechas, desde el hotel Bahía y el Savines se instalaron sendas tuberías que conducían las aguas sucias a la estación de bombeo del futuro paseo. Cuando se hizo el nuevo, se renovó esta conducción. En cualquier caso, como la depuradora no funcionaba bien, las aguas fecales acababan vertiéndose al mar a través del emisario de Coves Blanques. Y así podemos llegar hasta hoy, donde nos encontramos con que ese proyecto que inició Hellín, con múltiples estaciones de bombeo que llegan hasta Es Caló de S'Oli y que está totalmente caduco y pierde por muchos lugares. Es muy difícil mantener los motores para que funcionen siempre y como es lógico cada depósito tienen un emisario de emergencia. Es una instalación imposible de eliminar y no queda más remedio que asumirla. Se tendría que hacer toda la instalación nueva.

Los vertidos parece algo imposible de parar.

El emisario es uno de los grandes culpables de los vertidos y ha sufrido accidentes muy graves, como el sucedido en el año 90 o 91, cuando reventó y toda la bahía quedó de color miel, por decirlo suavemente. Esto ocurrió porque a través de él llega agua dulce y eso atrae a los caracolillos, que crían y tapan las salidas. Hoy vuelve a estar completamente reventado, pese a que parece que nadie lo quiere decir. Habría que cambiarlo entero, hacer uno con más caudal y además acometer otra depuradora en Port des Torrent porque si no este desastre no tiene remedio.

Usted, además de empresario hotelero, fue el primer alcalde de la democracia?

Sí, alcalde en la primera legislatura. Entramos en un ayuntamiento que se llevaba a la antigua usanza e intentamos modernizarlo. Conseguimos hacer mucho con un presupuesto irrisorio. El primero era de 82.000 pesetas y cuando me fui lo habíamos subido a 202.000. Con él pudimos hacer cosas como la Casa de Cultura, que no pudo ejercer como tal porque de pronto nos encontramos con 300 niños llegados de la Península, hijos de trabajadores, que había que ubicar en algún sitio porque no tenían escuela. Lo primero que dijeron estos últimos gobernantes fue que la tumbarían, crecerían y harían virguerías. Creo que estas manifestaciones fueron demasiado prematuras y triunfalistas porque aún no conocían qué es un ayuntamiento. Administrar y dar gusto a todo el mundo es una tarea imposible.

¿Cómo debería ser la bahía del futuro?

Yo lo único que pido es que no se hagan cosas raras. Todo es cuestión de limpieza. La bahía está excesivamente empleada y no existen soluciones nuevas. Los remedios son viejos pero no los hemos sabido hacer ni mantener. No soy demasiado optimista. Me gustaría ver que se dedica más energía ha arreglar las cosas. Si todo lo que ya hay ahora funcionara bien, no reconoceríamos la bahía de lo bien que estaría.

Entrevista completa en:

salvemsabadia.com