La explosión de alrededor de 3.000 toneladas de nitrato de amonio reventó el puerto de Beirut el pasado martes. La onda expansiva pulverizó todo lo que encontró a su paso en cinco kilómetros a la redonda. De momento se llevan contabilizados casi 160 muertos y 6.000 heridos. La fachada de la capital libanesa quedó hecha añicos, como si la guerra civil que la devastó durante lustros no hubiera concluido aún. Un profundo cráter se abrió donde hasta hace una semana se acumulaban, imprudentemente, miles de toneladas de un material con alto poder destructivo.

El puerto de Ibiza reunió hasta hace 14 años las condiciones para saltar por los aires como el de Beirut. En febrero de 1995, Diario de Ibiza daba a conocer un estudio que alertaba de la matanza que provocaría la explosión de un buque gasístico mientras descargaba su contenido en sus instalaciones del muelle industrial, situadas entonces al lado del pesquero: causaría alrededor de 4.000 muertos, 9.000 heridos y pérdidas materiales por valor de más de «102.253 millones de pesetas» (entre daños personales y de bienes muebles e inmuebles), casi 616 millones de euros.

El estudio fue elaborado por la consultora Itsemap, que pertenecía a la aseguradora Mapfre, y había sido encargado por la Autoridad Portuaria de Balears (APB) como una justificación más para la ampliación del puerto: otra era asegurar «la quietud» de las aguas interiores, capaces de levantar y empotrar embarcaciones contra los muros de atraque cuando había temporales. Ese informe era necesario para que los fondos de la Unión Europea sufragasen buena parte del proyecto del nuevo dique de es Botafoc.

Más seguro, menos víctimas

En ese sentido, Itsemap llegaba a otra conclusión: era más seguro trasladar la descarga de combustibles al punto previsto en los planes de ampliación, la punta del futuro dique de es Botafoc (según aparecía en el gráfico que lo acompañaba), dado que allí los daños se minimizarían. Serían, es cierto, más leves que las 4.000 almas que la deflagración convertiría en antorchas, pero aun así serían espantosas y no lejanas a las cifras que ha provocado la explosión de Beirut, una ciudad densamente poblada: la onda expansiva dejaría a su paso 41 víctimas mortales (llama la atención la precisión) y daños materiales por valor de 2.105 millones de pesetas (unos 12,7 millones de euros). El estudio no detallaba qué sucedería si justo en esos momentos atracaba en el dique un crucero (o tres, como sucede a veces) como el 'Divina', con capacidad para 3.959 pasajeros. Se limitaba a especificar que, en es Botafoc, «los elementos vulnerables afectados por el accidente se reducirían al propio barco gasero siniestrado y a los buques atracados a proa y a popa», y afirmaba que ni siquiera alcanzaría «al personal adscrito a los muelles comerciales, visitantes del puerto y zona poblada anexa al recinto portuario», se supone que de la zona de la Marina. Milagrosamente, el resto de barcos atracados cerca resultarían indemnes.

El estudio sólo analizaba los daños en el caso de que reventaran 1.000 toneladas de «gas licuado de petróleo» (el 'Candy', que tuvo un serio accidente hace un año cerca de Crimea, albergaba unas 3.000 toneladas en sus 99 metros de eslora). La onda expansiva alcanzaría unos valores de sobrepresión de 300 milibares hasta una distancia de 520 metros, lo que produciría daños severos sobre edificios, instalaciones y personas» en un 90%. Es decir, arrasaría la Marina y no quedaría un edificio en pie hasta la avenida 8 d'Agost ni en la avenida de Santa Eulària: 21 hectáreas devastadas, tanto urbanas como las ocupadas por instalaciones pesqueras, tráfico de mercancías y embarcaciones de recreo.

Fuga de un gasero en 1993

Dos años antes, durante una descarga realizada el 5 de abril de 1993 desde un gasero, se produjo una fuga en el gasoducto que unía el muelle con la factoría de Repsol. Durante tres horas se prohibió cualquier tipo de actividad que provocara chispas en un radio de 100 metros.

El dique de es Botafoc fue inaugurado por el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, el entonces presidente del Govern balear, Francesc Antich, y el aún presidente de la Autoridad Portuaria de Balears, Francesc Triay, bajo una intensa lluvia el 15 de abril de 2003. Costó 49 millones de euros, de los que 28 procedían de los Fondos de Cohesión. Pero el oleoducto aún no se había construido. En 2004 empezarían las obras, aseguraron.

Pero hubo que esperar hasta el 7 de mayo para que el petrolero 'Mar Rocío' descargara por primera vez desde el dique de es Botafoc los combustibles que transportaba: 1.800 toneladas de gasóleo A, 900 de gasolina de 98 octanos, 900 de gasolina de 95 y 500 de gasóleo C. Precisamente, aquel estudio incidía en los daños producidos por un buque gasero y minimizaba los que pudiera producir un petrolero: comparativamente, tendría consecuencias menores, pues la zona de daños se limitaría a un radio de 30 metros en torno al buque.

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