A finales de cada año, los socios de la cooperativa Agroeivissa hacen las previsiones de siembra de la temporada siguiente. Por ejemplo, en octubre y noviembre de 2019, cuando nadie imaginaba que un virus lo trastocaría todo en nuestras vidas, hicieron el pedido pensando que 2020 sería un año normal. Los planteles para los meses de febrero, marzo y abril estaban preparados cuando se decretó el confinamiento. Entre los socios surgió entonces la duda de si debían sembrarlo todo o sólo una parte, pues no había que descartar un desplome del consumo. Apostaron por plantarlo todo.

Y acertaron. Hasta julio, Agroeivissa facturó un 15% más que hace un año, según calcula Pep Mayans, su gerente. Y ese incremento no hay que computarlo, como es lógico, a los alojamientos turísticos, uno de sus mejores clientes, sino a que «se ha disparado un 100%» el consumo de producto local entre los residentes. Lo cercano triunfa.

Los hoteles pincharon. Había pocos abiertos y con escasos turistas. Hasta la semana pasada, cuando la cooperativa firmó un convenio con la cadena Palladium Hotel Group, Agroeivissa sólo trabajaba con otra cadena de hoteles, Sirenis, que acaba de cerrar uno de sus alojamientos, el Seaview, mientras otro no llegó a abrir. Mayans estima en un 50% la bajada de ventas a ese grupo, al que abastece de melones, sandías, tomates, calabacines, berenjenas, ajos, perejil, limones y naranjas. También sirven, indirectamente, a otros establecimientos a través de los mayoristas, pero el Covid-19 los ha noqueado este año: «Ahí se ha notado: la facturación ha caído un 50%».

De uno a cinco puestos

Ese hueco lo ha rellenado, hasta crecer la facturación un 15%, el consumo particular. Agroeivissa sólo tenía un cliente fijo en el Mercat Nou: desde que empezó la pandemia ya cuenta con cuatro más allí. «Fueron ellos -detalla Mayans- los que se pusieron en contacto con nosotros. Teníamos relaciones puntuales, pero ahora son constantes. No hay que olvidar que la mayor parte de esos puestos son, además, productores y que desde junio a agosto suelen tener su propia cosecha», que ya no es suficiente.

Y el que era cliente fijo, «que hasta ahora no iba al 100%», ya no da abasto: «Me dice que ha notado un incremento del consumo de producto kilómetro cero, hasta el punto de que ha doblado la facturación».

Más volumen, menos precio

El aumento no sólo ha afectado a los puestos del mercado. También a las grandes superficies, como Eroski, con la que también trabajan indirectamente a través de mayoristas, señala el gerente de Agroeivissa: «Estamos sorprendidos porque al estallar esta crisis todo era incertidumbre, nadie sabía qué pasaría. La respuesta de los ibicencos ha sido increíble: se han tirado de cabeza a por el producto local». Lo perciben también en lo que llaman «cliente contado», el que pasa por la sede de la cooperativa para adquirir productos directamente, sobre todo los sábados, como si se tratara de una tienda. Esas ventas han crecido un 25%.

Mayans explica que el aumento de facturación «se debe a que hay más volumen, no por un mayor precio», que ha bajado unos 20 céntimos el kilo en relación al año pasado por las ventas a «tarifa social» y las donaciones a Cruz Roja y Cáritas, que han supuesto un total de 45 toneladas.

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