Los viñedos de Can Llaudis, en el Parque Natural de ses Salines, sos los más meridionales de Ibiza, de ahí que hayan llegado antes que el resto al punto justo de maduración. Las Bodegas Can Rich, que explotan las cinco hectáreas de esta finca, empezaron a recolectar el 27 de julio la moscatel de grano menudo, siguieron con la de Alejandría y ayer finalizaron con la malvasía. (Mira aquí todas las fotos)

Una vez concluida la vendimia en Can Llaudis, Can Rich traslada la faena el lunes a su explotación principal de 17 hectáreas, en Buscastell, también de producción ecológica. «La chardonnay está casi a 14 grados y hay que recogerla ya», indica su propietario, Joan Riera. Luego seguirá con el resto de variedades para elaborar vino blanco (malvasía y moscatel) y dentro de una semana tocará la tempranillo, después la merlot, monastrell y syrah, hasta finalizar la uva tinta con la cabernet sauvigon a finales de septiembre.

Riera se muestra más que optimista con la calidad de los caldos que saldrán esta temporada, pero lamenta que no solo vuelve a enfrentarse a la plaga de las torcaces sino, que, este verano, va a sufrir aún más sus consecuencias. «En 2019 perdí entre un 10 y un 15% de la uva, pero este puede llegar a ser de un 25%», se resigna. «Y eso que vienen los cazadores un par de días a la semana y el resto tenemos el cañón [simulador de disparos]».

Turnos de caza

Turnos de caza

En el caso de Ibizkus, estos días han contado con seis cazadores durante tres turnos al día para ahuyentar estas palomas en sus viñedos de es Cubells, también de variedades para vino blanco. «El año pasado, aquí perdimos la mitad de la uva, pero este quiero pensar que no pasará de un 10 o un 15%», calcula el director de la bodega, David Lorenzo.

Los viticultores pueden contar con el apoyo de cazadores al abrirse la veda de las torcaces, pero Lorenzo también ha tenido que contratar personal para que haga un seguimiento de la presencia y los horarios de las aves en los distintos viñedos que explota Ibizkus. Son 30 hectáreas repartidas en más de ochenta parcelas por toda la isla, «un tetris muy complicado de organizar a la hora de la vendimia», bromea Lorenzo.

Ahora teme, principalmente, por los terrenos que trabajan en Sant Josep y Sant Agustí, que, como enólogo, son sus favoritos. «Los tintos que salen con las antiguas viñas payesas de monastrell son un patrimonio increíble y nos motivaron a empezar el proyecto en 2007».

Sin embargo, esta es la parte de la isla que ahora sufre mayor presión de torcaces. «En Sant Agustí, el año pasado nos comieron una media del 40% de la cosecha y ahora estamos pendientes todo el día para asustarlas con ruido de escopetas». Al menos, puede consolarse con la calidad de la uva tinta de este año, que en función de «cómo aguante el estrés de sed durante la canícula», dará unos vinos «entre muy buenos y excelentes».

Además de las pérdidas en la vendimia que causan las torcaces, los viticultores deben sumar a su trabajo diario la vigilancia de estas aves. Así, Antoni Costa, de Can Maymó, calcula que pierde «dos y tres horas al día» en combatirlas. Recurre a perdigonadas, un cañón simulador de disparos, cintas de colorines o «halcones de plástico que vuelan, pero, a los dos días, se acostumbran las torcaces».

«Me hacen perder el 30% de la cosecha y ya he abandonado algunas viñas donde se lo comen todo». «Yo ya no voy a plantar más, porque va a ser imposible», admite. Aun así, las cinco hectáreas que sigue explotando en tres fincas de Sant Mateo, Santa Gertrudis y Corona van a dar este año «una uva espectacular».

Redes en Formentera

Redes en Formentera

En Formentera, la bodega Terramoll, además de las medidas disuasorias con sonido, ha puesto redes para evitar los estragos de las torcaces. «El año pasado se comieron el 16,5% de toda la cosecha», detalla el director de la bodega, José Abalde. «De momento, hasta ahora no hay pérdidas, pero seguramente acabarán con alguna parcela», se resigna.

En total, esta bodega cuenta con 14 hectáreas de viñedo, donde el 29 de julio empezaron a recolectar moscatel de grano menudo, garnacha blanca, viognier y, el pasado lunes, finalizaron las uvas blancas con la malvasía. Para tintos, cuentan con monastrell, merlot y cabernet sauvignon, que a mediados de la semana que viene podrá recolectarse una parte para elaborar los vinos rosados.

De momento, Abalde constata que «como ha llovido más en primavera, los mostos tienen muy buena acidez». Así que, a pesar de las torcaces, «tendremos unos vinos muy buenos».