El descenso de la presión humana que ha acompañado al periodo de confinamiento por la crisis sanitaria del coronavirus enseguida empezó a percibirse en el medio ambiente. Las imágenes virales de animales recorriendo espacios urbanos desolados han tenido su equivalente en Ibiza, sobre todo en el medio marino, con el aumento exponencial de los avistamientos de colonias de delfines mulares en el litoral. (Ver galería de imágenes)

Los técnicos del Parque Natural de ses Salines también han podido comprobar los efectos espontáneos de la ausencia de personas en los espacios más frágiles del ecosistema. Aunque la reincorporación mayoritaria de su personal no se produce hasta el próximo lunes, ya han estado trabajando para proteger los nidos de chorlitejo patinegro ( Charadrius alexandrinus), que han proliferado en zonas que hace años habían dejado de frecuentar por la presencia constante de personas o vehículos.

La Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) declaró el año pasado al chorlitejo patinegro ave del año, una distinción que sirve para advertir del riesgo que sufre por la urbanización del litoral. De hecho, «su población en ses Salines se ha reducido en los últimos años», recuerda el técnico del Parque Natural Vicenç Forteza, que señala que «todo el mundo asocia esta ave a la zonas húmedas». Sin embargo, como apunta Forteza, su nombre autóctono, picaplatges, ya da una clara pista de su afinidad por las playas.

Nidificación en el suelo

Nidificación en el suelo

Ahora, en plena época de cría, los nidos del chorlitejo patinegro se han detectado en la misma playa de es Cavallet y de es Codolar, a escasos metros de la orilla, además de las dunas. «Son sitios muy frecuentados por personas, por lo que allí no se producía la nidificación que ahora ha sido posible», destaca Forteza.

Como desova en el suelo, el chorlitejo es mucho más sensible a la presencia humana que otras especies de aves que nidifican en los árboles. Además, sus huevos son muy pequeños y difíciles de detectar, sobre todo los que se encuentran en la zona de cantos rodados es Codolar, ya que por su tono son fácilmente confundibles con los còdols.

Los técnicos del Parque Natural ya llevaron a cabo en las temporadas anteriores algunas iniciativas para proteger la época de cría del chorlitejo. «Una de las actuaciones que queríamos hacer era poner unos cerramientos temporales para que la gente no circule durante un mes o dos y este año hemos podido aprovechar para realizarlo», apunta.

Las áreas de nidificación también se marcan con señales donde se advierte de que no se debe pasar, para evitar tanto la presencia humana como advertir de que las mascotas no deben corretear libremente. «Mucha gente tiene la costumbre de ir a pasear con sus perros por el Parque Natural y los suelta, pero es un auténtico disparate en estas zonas de cría y puede ser muy perjudicial», advierte.

Protección contra los perros

Protección contra los perros

Una de las zonas donde este año se han detectado nidos de chorlitejo es junto a las mismas dunas donde el año pasado desovó una tortuga boba, Caretta caretta. desovó una tortuga boba, Caretta caretta«La amenaza más grande que tenían esos huevos eran los perros, porque los nidos de tortuga se entierran unos 20 centímetros y ellos los pueden oler y ponerse a escarbar, así que se los pueden cargar fácilmente», explica Forteza.

Las zonas con nidos de chorlitejo también se han marcado con precintos y barreras para impedir el paso de las personas. Pero, para evitar más riesgos con los perros, este año también se ha emprendido «un sistema experimental, aunque ya se ha probado en sistemas dunares de Girona y Tarragona, donde también tienen este mismo problema».

Con una reja de mallazo de obra, se rodea el nido del suelo para protegerlo completamente de los perros, pero el chorlitejo puede pasar sin ningún problema a través de los huecos rectangulares, ya que es un ave de pequeño tamaño.

«No es una cosa extraordinaria que nidifiquen en es Cavallet, pero si no hubiera molestias [por la presión humana] no sería necesaria ninguna actuación para proteger los nidos». «Han criado donde ya solían hacerlo, pero ahora han podido tener más éxito sin interferencias», subraya Vicenç Forteza.