Después de casi tres meses sin ver a Bruno, los últimos minutos antes de salir por la puerta de la terminal del aeropuerto se le han hecho eternos a Salvador Melero. «Estaba supernervioso», relata desde su casa de Santa Eulària.

El padre de Bruno explicó hace unos días a Diario de Ibiza que su hijo se encontraba en La Habana con su madre, de origen cubano, desde el pasado 27 de febrero. Aunque tenían previsto regresar a finales de marzo, el estado de alarma, las cancelaciones de los vuelos y el cierre de fronteras por la pandemia mundial lo hicieron imposible hasta ayer. Melero ha pasado semanas esperando este momento. Con las restricciones, a la madre, cubana, no le permitían volar porque «solo es residente en España». Al padre no le dejaban ir a Cuba a recoger al niño. Hasta que el galimatías se ha resuelto, la única opción era que un niño de menos de tres años viajara solo.

Así que esos minutos que pasan desde que la pantalla de la terminal avisa que el avión está en tierra hasta que se abre la puerta automática donde esperaba Salvador se convirtieron en horas. Bruno cumplirá en junio tres años. «Es muy pequeño y no sabía cómo iba a reaccionar», detalla.

La puerta se abrió y el niño, ante una sala prácticamente vacía, se fijó enseguida en su padre. «Le quité el cinturón de la silla y enseguida se echó a mis brazos», cuenta este ibicenco con gran emoción. «Le he preguntado si quería ir con papá y me ha dado la mano para venir conmigo», detalla.

En Santa Eulària, donde viven, les esperan 15 días de cuarentena. Sin salir de casa para nada. A Salvador no le importa lo más mínimo. En previsión de este nuevo confinamiento ha comprado una pequeña piscina hinchable para su terraza.

También, estos días aprovechará para repasar los números, las letras, los colores que, según la impresión del padre, están un poco olvidados.

Después de una odisea de más de 24 horas entre vuelos y esperas en los aeropuertos, Bruno llegó a casa alrededor de las 20.30 horas con ganas de cenar y de quedarse dormido. «Con el cambio de hora, si tengo que jugar con él a las tres de la mañana lo haré encantado», dice Salvador.

El viaje empezó el lunes por la mañana en La Habana con destino a Madrid, donde llegó hacia las 10.30 del martes. Ocho horas después de dar vueltas por el aeropuerto de Madrid Barajas Adolfo Suárez y tras una escala más en Palma otro vuelo trajo a Bruno hasta Ibiza.