Ahora que empezamos a salir del atolladero del coronavirus, es hora de empezar a tener presente el verdadero problema de la humanidad: el calentamiento global, cuyos efectos sobre Ibiza serán considerablemente mayores que los de la epidemia del Covid-19. Nuestras islas experimentarán el mayor cambio a todos los niveles desde su colonización por el hombre hace 4.000 años, y ello será por culpa del clima y la consiguiente subida del nivel del mar, que sepultará bajo las aguas amplias zonas habitadas de Vila, Sant Antoni, Sant Jordi y Platja d'en Bossa. De hecho, desde Sant Jordi para abajo sólo quedarán las montañas de ses Salines emergiendo como dos islotes enmedio del mar. Y todo el norte de Formentera (ses Illetes, es Trucadors, la Savina, casi todo s'Espalmador....) pasarán a ser un recuerdo. Y todo ello en una fecha lo suficientemente cercana para que lo contemplen con sus ojos muchos pitiusos que ya viven sobre las islas: final del presente siglo, es decir, unos 80 años.

No es ciencia ficción. Este es el panorama que dibujan las simulaciones realizadas a partir del Visor de Escenarios de Cambio Climático, un portal del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático del Ministerio para la Transición Ecológica, elaborado a partir de las proyecciones del Quinto Informe de Evaluación del IPCC (el panel internacional de expertos de la ONU en esta materia). Los datos de cada autonomía española pueden consultarse en http://escenarios.adaptecca.es y las animaciones en https://earthtime.org/explore/.

Las perspectivas son dramáticas. Incluso si se cumple el objetivo del Acuerdo de París de limitar la subida de la temperatura global en sólo dos grados centígrados a final de siglo, la subida del nivel del mar que conllevaría esa situación sería de unos cinco metros en Balears, suficiente para que no quede ni rastro de todo el Pla de Sant Jordi, para que en Vila la línea de costa llegue a Puig d'en Valls y para que la bahía de Portmany llegue también más adentro. Si la subida de la temperatura fuera sólo de 1,5º C (el escenario más favorable y que se considera muy improbable) la situación no sería mucho más favorable, sino bastante parecida, como se aprecia en el citado simulador climático. Pero si la subida fuera de 2ºC (y eso sí es probable), entonces las consecuencias serían aún más graves. En resumen: se haga lo que se haga, el mapa de Ibiza y Formentera cambiará por primera vez, de forma significativa, desde la aparición del hombre sobre la Tierra.

Los efectos de esta subida permanente del nivel del mar para el año 2100 se traducirán en la destrucción masiva de zonas residenciales y turísticas construidas en áreas casi a nivel del mar (Platja d'en Bossa, el paseo marítimo de Vila o buena parte de la propia ciudad) y en el desplazamiento de esta población hacia otras partes de la isla. Sin embargo, eso solamente será una de las consecuencias. Ibiza dejará de tener la temperatura actual y sufrirá veranos realmente tórridos, en los que el número de noches cálidas o tropicales (es decir, especialmente calurosas) aumentará de forma significativa, habrá más olas de calor y descenderá la cantidad de lluvias.

Los datos de este portal climático del Gobierno prevén para 2020 una subida de las temperaturas máximas anuales en Balears de 0,86 grados, pero para 2100 se prevén 4,6 grados más de temperaturas máximas, en un escenario intermedio, pues hay versiones algo más optimistas y otras algo más pesimistas. En verano, la temperatura media pasará de los 28 grados actuales a casi 32.

La duración de las olas de calor, que para 2020 se sitúa en 19,6 días al año, se alargará hasta los 59,1 días anuales a final de siglo.

El número de días al año en que la temperatura mínima superará los 20ºC pasará de los 47 del año presente a los 101 de 2100, es decir, más del doble.

Las noches tropicales en Balears pasarán de las 60,5 al año que hay registradas actualmente a las 121,4 que se esperan para 2100.

Hay datos específicos para la isla de Ibiza, que aporta la jefa de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Balears, María José Guerrero, a este diario. «Desde que se empezaron a tener registros, en Ibiza la temperatura sube 0,2ºC cada diez años. En invierno apenas hay variación, con incluso una bajada de 0,1 grados cada diez años. En primavera ya sube más, con 0,3ºC en el mismo periodo, y en verano la subida es de 0,4ºC cada década».

Este incremento de 0,2 grados en dicho periodo, si se mantiene igual, equivaldrá a 2 grados en todo el siglo XXI, justo lo que se intenta evitar.

Guerrero añade que el número de noches tropicales ya ha aumentado en Ibiza de forma considerable. En verano, hay 13 noches más de este tipo que hace diez años.

El número de lluvias registradas desde 1952 en el aeropuerto de Ibiza ha bajado y seguirá haciéndolo, pero de forma muy desigual entre estaciones, porque mientras que en otoño incluso han subido (un 2,4%) y en invierno han aumentado un 0,5%, en primavera han caído un 3,3% y en verano, un 5%. La previsión para el conjunto de Balears es que las precipitaciones caigan entre un 10% y un 20% a final de siglo.

Las islas «son uno de los lugares más sensibles al cambio climático», recuerda la jefa de Aemet en el archipiélago, puesto que «el Mediterráneo resulta especialmente afectado, por su latitud, por ser un mar casi cerrado y caliente».