El inicio de la desescalada no ha supuesto un repunte de la actividad de los taxistas del aeropuerto. Al contrario, en abril tuvieron más demanda que en los últimos días, a pesar de que este mes de mayo Eurowings ha empezado a operar dos veces a la semana con Düsseldorf, la única conexión internacional con la que cuenta Ibiza en estos momentos.

«Hasta ahora solo podíamos llevar un solo pasajero, pero ahora pueden ser dos y también llevar a un niño», explican Xico y Paco, dos de los seis taxistas que esperan en la parada del aeropuerto. Así que los pocos pasajeros de los dos o tres vuelos que, como máximo, llegan cada día, han pasado a reclamar la mitad de servicios. «Además, como ahora hay más libertad de movimiento, hay gente que deja sus coches o que vienen a recogerlos», apuntan. Son las doce del mediodía y el bus, que llega cada dos horas, parte sin ningún pasajero.

Ni Xico ni Paco han coincidido hasta ahora con los vuelos que, desde el 3 de mayo, han llegado procedentes de Alemania. Explican que, con el parón de la actividad en el estado de alarma, solo hay 19 taxis por turno y ellos trabajan una jornada y paran otras cuatro. Tampoco confían en que los pasajeros de Düsseldorf demanden muchos vehículos.

En el interior solo hay dos mostradores de facturación, uno para el vuelo que parte a las 14.20 a Barcelona y otro para el que prevé salir a las 13.50 de vuelta a Düsseldorf con una veintena de pasajeros, aunque en la primera planta de la terminal no hay más de seis personas con maletas. Solo permanece abierta la farmacia, la oficina de Vueling, la de Iberia y dos puestos de coches de alquiler. «Empezamos la semana pasada y no sé cuántos clientes han podido pasar, pero es anecdótico», explica Rebecca, tras el mostrador de Sixt.

El vuelo de Eurowings aterriza a las 12.41, 24 minutos antes de la hora prevista. En Düsseldorf han embarcado 15 pasajeros y, principalmente, personas con residencia en Ibiza, ya que es la única condición, junto a motivos laborales, que permite llegar a la isla durante esta fase del confinamiento. También son los últimos viajeros procedentes del extranjero que no deberán guardar catorce días de cuarentena al entrar en territorio español, ya que aún falta un día para que entre en vigor esta orden de Sanidad.

En la zona de llegadas espera un joven con una mascarilla. Explica que se llama Daniel y que viene a buscar al dueño de la casa que se encarga de mantener. Añade que su jefe es alemán y que ha tenido que viajar a su país por trabajo.

Solo hay otra persona esperando, Vanessa Serra, ibicenca casada con un berlinés. «Mi marido ha tenido que irse dos semanas por motivos médicos». Detalla que ella le compró el billete por internet y que todos los asientos que quedaban en el centro estaban bloqueados para separar a los viajeros.

El primer pasajero en salir es el jefe de Daniel, que va apresurado con una maleta de mano. Las dos parejas siguientes miran con recelo a la cámara y otros dos alemanes de mediana edad también salen disparados cuando se les saluda.

Así que sorprende cuando sale un hombre sonriendo, Dirk Moritz («como la cerveza de Barcelona, sí»). Es el marido de Vanessa, con la que se acaba fundiendo en un abrazo tras un momento de respeto a la distancia. La noche anterior viajó en tren a Düsseldorf desde Berlín, donde «el sábado estaba lleno de gente en los parques bebiendo cerveza», cuenta sorprendido. «Nadie llevaba guantes ni se veían muchas mascarillas», añade.

Ya no queda ningún pasajero y los pocos taxistas que esperan fuera explican que cinco compañeros suyos han podido cargar clientes.