El sector del taxi sufre una caída en picado en el número de usuarios durante la crisis sanitaria. Desde que el Gobierno decretó el estado de alarma, a mediados de marzo, hasta el pasado día 2, la bajada de clientes alcanza ya el 87%. Durante el confinamiento, los taxistas de Ibiza han atendido en seis semanas 26.795 servicios, cuando en el mismo periodo del año pasado la cifra fue de 205.704, según los datos de la Federación Insular del Taxi. En el mes de abril (completo), el descenso de la actividad alcanza el 90%, según el nuevo presidente de la Federación Insular del Taxi, Toni Riera.

Por municipios, el descenso desde que arrancó la crisis del coronavirus oscila entre el 84% registrado por los taxistas de Santa Eulària y el 92% en el caso de Sant Josep. En Vila, la bajada se sitúa en el 85%, al pasar de 88.147 servicios a 12.855 este año, el mismo porcentaje que en Sant Antoni. En Sant Joan la caída es del 88%. «Las cifras son muy malas y no tiene pinta de que la situación vaya a mejorar, aunque espero equivocarme», indicó Riera.

La obligación de llevar mascarilla en el transporte público, incluido el servicio del taxi, se aplica desde ayer, al igual que la posibilidad de transportar, en el asiento trasero, a dos personas. Riera explica que el Consell de Formentera ha entregado 500 mascarillas a los taxistas de la isla para que las suministren a sus clientes en el caso de que no lleven esta protección. En cambio, el sector en Ibiza sólo ha recibido seis mascarillas (por vehículo) desde que se inició el estado de alarma. «No tenemos para dar a nuestros clientes», indicó Riera.

Francisco, un taxista de Ibiza, explicó ayer a este diario que lleva una reserva de mascarillas, que ha adquirido por su cuenta, para ofrecérselas a los clientes que no tengan, aunque, en todo caso, destacó que la mayoría de los usuarios están equipados y cumplen las medidas de seguridad.

Riera asegura que a partir de ayer no se puede aceptar un viaje si el cliente no dispone de una mascarilla. Precisamente, una mujer residente en Vila preguntó ayer a los dos miembros de Cruz Roja que repartían protección en las paradas de autobuses del Cetis y sa Graduada si también las distribuían entre los taxistas. «Mi hijo es taxista. Él lleva, pero muchos clientes no lo hacen. Yo le digo que no haga estos viajes, pero él me responde que, tal como está la cosa [la situación económica], si renuncia a estas carreras otro compañero las hará igual», explicó esta mujer, que, según dijo a este diario, «siempre sale de casa con mascarilla», pero procura prolongar su uso todo lo que puede. «Tal como anda la economía, no se pueden tirar cada vez que se utilizan», resaltó.