José Antonio Marques de Magallanes Regojo, especialista en Medicina Interna e investigador de la Universidad de UCLA, forma parte de un grupo de médicos de varias especialidades con reconocida experiencia y pertenecientes a la Sociedad Española de Ozonoterapia (SEOT) que se ha unido para asesorar y apoyar a todos los hospitales que quieran comenzar a tratar con ozono a pacientes de Covid-19. Según el médico vigués ya existen «importantes evidencias» de su eficacia.

Ya hay reportes de pacientes de Covid-19 tratados con ozonoterapia, ¿cómo está funcionando?

Está funcionando muy bien. Como la mayoría de la gente que trabajamos en ozono pensaba que podría ayudar mucho al tratamiento del Covid-19 y ya desde marzo empecé a visitar hospitales (en Vila Real, el Clínico de Madrid) para tratar de introducir su uso, pero todavía no había casos tratados. Había casos de pacientes tratados con ozono en China, pero está siendo un país muy hermético en cuanto a los resultados y han reportado muy poco de lo que han hecho, aunque ya tienen algunos ensayos clínicos en marcha. Los italianos empezaron un poco antes que nosotros a aplicar este tratamiento, más o menos en la tercera semana de marzo, cuando consiguieron los permisos para aplicarla tanto como terapia de base como en ensayos clínicos.

¿Se siguieron entonces los pasos de otros países como China o Italia?

A partir de la primera semana de abril empezaron a salir resultados de Italia y fue también cuando se empezó en España, concretamente en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario de Ibiza, de la mano del anestesista Alberto Hernández, que ha sido pionero en España en su utilización contra el Covid-19.

¿Qué descubrieron en esos primeros reportes que llegaban de Italia?

El primer reporte de la Sociedad Italiana de Ozonoterapia hablaba de once pacientes, tratados todos dentro del hospital, de los que cuatro estaban en la UCI y siete ingresados en planta. Vieron algo muy importante y es que la terapia tenía una respuesta inmediata en todos ellos. Los italianos reportaron que mejoraba su estado clínico, se normalizaba la temperatura, se normalizaba la frecuencia cardíaca, empezaban a saturar mejor, se pudo bajar el soporte de oxígeno, se normalizaba la función renal... Con esos once pacientes les quedó claro que había una asociación evidente entre que les daban el ozono y la respuesta del paciente. Los once pacientes tuvieron mejoría, en mayor o menor grado, pero evidente. Luego hubo más casos reportados.

¿Pasó lo mismo en Ibiza?

Alberto Hernández escribió un artículo muy interesante en la Revista Española de Anestesiología y Reanimación y eso despertó mucho interés. A partir de ahí ya empezó a hacer su trabajo dentro de su propio hospital y el 3 de abril consiguió que le diesen permiso para iniciar el tratamiento con enfermos de Covid-19. Uno era relativamente joven, alrededor de 50 años, y había evolucionado mal. Era un paciente que ese día estaba para conectar al ventilador. En ese momento decidieron intentar con él la ozonoterapia y tuvo una gran respuesta. El paciente notó una mejoría inmediata. A los pocos días ya estaba preparado para el alta y eso fue impactante. A partir de ahí muchos hospitales en España y de fuera del país se empezaron a interesar. Hace unos días los chinos reportaron un caso muy similar al de este primer español tratado en Ibiza, con un cuadro médico parecido, también al borde de la intubación, y ya desde el primer momento respondió al tratamiento.

¿Y cuál es la situación ahora?

La gente está tomando conciencia y se está creando un debate interno dentro de muchos hospitales; algunos ya han conseguido pasar esa barrera del debate interno y ya están decididos a comenzar; hay otros que aún siguen en ese debate, pero tenemos entre doce y quince hospitales españoles y otros diez de otras partes del mundo que ya están debatiendo muy seriamente el empezar; otros dos o tres que ya han dado el paso. Cuando tienes una enfermedad como el Covid-19 que está matando a cientos de personas cada día y no tienes un tratamiento que sea evidentemente bueno y tienes otro como el ozono, que no tiene efectos secundarios, y que es capaz de mejorar de forma tan evidente a los pacientes, lo lógico es que quieras empezar cuanto antes a aplicarlo.

¿No existen evidencias de que tenga efectos secundarios?

No, ninguna. Aunque no se haga de forma generalizada en hospitales, hay muchos médicos que practican esta terapia en España, Alemania, Italia y en muchas partes del mundo. Es conocido desde hace más de cien años como tratamiento y en los últimos cuarenta años se ha desarrollado muchísimo para muchas cosas. En estos cien años de conocimiento del ozono hay algo muy claro: que esta terapia está exenta de efectos secundarios, de eso no nos cabe ninguna duda.

¿Y por qué el debate entonces? ¿En qué se sustenta?

El debate se sustenta en el desconocimiento de la técnica. La gente oye hablar de la ozonoterapia pero no la conoce, está solo introducida en algunas unidades del dolor, y a dios gracias que ya ha entrado ahí. Quienes queremos introducir en los hospitales el ozono somos los médicos que lo conocemos y sabemos de su eficacia, pero los que no lo conocen tienen recelo. Si no fuese por eso ya estaría introducido, y yo estoy seguro de que se va a introducir, pero no es por falta de evidencia, sino por desconocimiento. Tenemos que superar esta barrera y empezar ya a tratar a la gente con ozonoterapia porque es eficaz y porque es necesario. En estos momentos la gente se sigue muriendo y el ozono es eficaz, no tiene efectos secundarios y todas las pruebas que se han hecho han tenido resultados espectacularmente eficaces. De los pacientes de Covid-19 que se han tratado con ozonoterapia, que ya superan el centenar en todo el mundo, no se ha reportado ningún efecto secundario. En España hay diez pacientes tratados, de los que a más de la mitad ya se les ha dado de alta, por lo que no solo es eficaz, sino que también es rápido. Tenemos el arma ideal contra el Covid-19 y lo que tenemos que hacer es introducirla. De eso no tenemos ninguna duda.

¿Por qué la ozonoterapia es efectiva ante el Covid-19?

El ozono puede actuar inactivando una parte del virus, la proteína S, que es la llave con la cual se agarra a la célula para poder entrar. Así, el virus, inactivado por el ozono, ya no puede entrar en la célula y se quedará como circulando por la sangre y será detectado por el sistema inmune, con lo cual tenemos más virus inactivos dentro de la circulación, lo que estimula mucho más la respuesta inmune. Así, por una parte, esos virus hacen menos daño, porque entran mucho menos en las células y las lesionan menos, pero por otra crean una respuesta al virus mucho más rápida. Pero, además, en fases más avanzadas, cuando llega la parte de afectación pulmonar, el ozono también actúa: controla la tormenta inflamatoria, disminuye la secreción de mediadores inflamatorios, e impide la agresión del organismo contra sí mismo. Por otra parte también pueden aparecer problemas de coagulación que también afectan al pulmón, y ahí el ozono también es efectivo. Y también protege a los glóbulos rojos, con lo que podemos tener al ozono funcionando en varios niveles de la enfermedad.

¿Cómo se presenta el futuro inmediato?

Es el momento para que empecemos a utilizarlo de forma masiva porque cuanto más lo usemos vamos a aprender más cosas. Se está aprendiendo día a día de la enfermedad y del tratamiento con ozono ya sabemos que hace bien, pero podemos conseguir que haga todavía mejor y en semanas ojalá pudiéramos hablar de estar tratando a los pacientes incluso antes de que entren en el hospital. Podemos hacer un bien inmenso y creo que va a ser una gran ayuda, porque, además, ante un posible nuevo brote de la enfermedad, si tenemos un arma terapéutica como esta, lo vamos a ver de otra manera. Cambiaría totalmente la visión que tiene no solo España, sino todo el mundo, de lo que es esta pandemia.