Un residente en Ibiza se vio obligado el lunes a desplazarse desde el aeropuerto de Palma hasta el Hospital Son Espases separado de su hija de 11 años, en dos taxis distintos, por la negativa de los conductores a que fueran juntos en un mismo vehículo. Uno de los taxistas justificó que las medidas de seguridad para evitar la expansión del coronavirus les obliga a cargar una sola persona, pero obvió que el Gobierno central permite que, como excepción, los menores y ancianos puedan viajar acompañados de un adulto. El taxista también advirtió al cliente de Ibiza de que, además, la Guardia Civil podía multar a ambos con 1.000 euros, según explica el afectado, que prefiere mantener su nombre en el anonimato.

«Me rebelé, pero ante la necesidad de ir al médico y el hecho de no poder contrastar con nadie la información [el aeropuerto estaba desierto], no tuve más remedio que aceptar la situación», explica el ibicenco en la denuncia que ayer remitió al departamento de movilidad del Ayuntamiento de Palma. Ademas, en la parada de taxis del aeropuerto había entre 10 ó 12 taxis, cuyos conductores, destaca, «asentían» y daban por buena la exigencia de su compañero de profesión. «Llegas al aeropuerto con la guardia baja. Se cuestiona todo. ¿Usted por qué viaja? [se refiere al control de la Guardia Civil]. Todo es excepcional. Y te lo crees. Además, ningún otro taxista de los que estaban ahí dijo ni mu. Todos asintieron. Pues será verdad, y me lo creí», reconoce.

Padre e hija viajaron el lunes a Palma para que la menor pasara una consulta médica en el hospital de referencia de Balears. Pero antes tenían que parar en una ortopedia. El taxista ofreció a su cliente, además, la posibilidad de hacer los tres viajes (seis carreras al ir en dos vehículos, del aeropuerto a la ortopedia, de ahí al hospital y la vuelta al aeródromo) por «un precio cerrado de 100 euros en total». «Fue muy violento que no me dejaran viajar con mi hija. Mi coche iba detrás del suyo, pero lo pasé mal. Cuando lo pienso ahora...», dice.

Al llegar a la ortopedia y consultar la situación (su mujer contactó con taxistas conocidos de Ibiza) se dio cuenta de que le estaban engañando, explica. En todo caso, aguantó hasta llegar a Son Espases, momento en que le dijo al taxista que le había «tomado el pelo». Entonces, el taxista optó por romper el trato y cobrar 32 euros por la carrera y marcharse.

Discusión con el taxista

Discusión con el taxista

Sin embargo, al advertirle de que iba a llamar a la Policía o la Guardia Civil, el taxista rebajó el precio a 25 euros por vehículo, cifra que finalmente abonó (50 euros). «Hubo una discusión y tuve que aguantar sus malos modos y que me dijeran que estaban trabajando desde las 7 de la mañana [eran las 13 horas] y que me habían hecho un favor», relata en su denuncia.

Tras la consulta médica, volvió en taxi de nuevo al aeropuerto, esta vez junto a su hija, y la carrera le costó 19 euros. A llegar a Son Sant Joan, el ibicenco informó de lo sucedido a un agente de la Policía Nacional y, tras confirmarle que le habían estafado, se dio la casualidad de que se encontraron en la terminal con uno de los taxistas. «El agente reprendió al taxista, que respondió que se había confundido. No sabía dónde meterse. Al final, no se podía hacer más en ese momento».

El afectado asegura que lo que le molesta no es el sobrecoste del desplazamiento, sino que le tomaran el pelo, resalta, y sobre todo que no pudiera viajar junto a su hija, que es menor, «costase lo que costase». «También tenía la posibilidad de ir en autobús, pero yo lo que quería era llegar cuanto antes a la consulta médica. No estaba por ir a buscar un autobús», explica, al tiempo que recuerda además que la conselleria balear de Salud le concede una dieta de 60 euros.

Una portavoz del Ayuntamiento de Palma confirmó a este diario que en ningún caso se debería haber obligado a un padre a viajar separado de su hija menor y que, en estos casos, se debe presentar una denuncia. Precisamente, el presidente de la Agrupación de Taxis de Balears, Antoni Bauzá, también dijo que se deben denunciar estas malas prácticas. Bauzá explica que no ha tenido conocimiento de otros casos similares. «Puede ser que el taxista haya actuado así por desconocimiento o con mala intención, pero se sabrá cuando se haga la denuncia», indicó. También explicó Bauzá que los taxistas son «muy rigurosos» con el cumplimiento de las medidas de seguridad por el coronavirus: el cliente se debe sentar detrás, en el lado opuesto del conductor, pero con la excepción de si va con un menor o un anciano, insiste el presidente de la Agrupación de Taxis de Balears.