Cuando el Consell decidió el 13 de marzo cerrar la Llar Eivissa y suspender todas las actividades por la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, los profesionales del centro se preguntaron cómo podían ayudar a los mayores desde la distancia y se les ocurrió ofrecer un servicio telefónico para contactar con cada uno de los, aproximadamente, 5.000 socios. Esta iniciativa arrancó a finales de marzo y, desde entonces, los trabajadores ya han contactado con 300 personas y han realizado unas 60 llamadas diarias. «La respuesta general de los mayores es de sorpresa, ya que no se esperan que les llamemos por iniciativa propia, por lo que agradecen que nos preocupemos por ellos», explica a Diario de Ibiza el director de la Llar Eivissa, Alberto Villar.

«Nuestros socios son muy activos, venían a la Llar a comer y participaban en actividades como yoga, taichi, teatro y de repente se quedaron sin nada y permanecen en casa aislados, así que con las llamadas pensamos que podíamos seguir siendo útiles para ellos al realizar una labor preventiva, pero también de detección», señala Villar.

Como el 90% de estos mayores viven acompañados o cuentan con un entorno social que les asiste, desde la dirección consideran prioritarios aquellos que no tengan sus necesidades básicas cubiertas. Por ahora, no han detectado ningún caso.

Además, para estas llamadas los profesionales siguen un protocolo y realizan las mismas cuestiones a todos: si viven solos, si tienen un entorno familiar y social aceptable, si tienen necesidades de alimentos o de medicamentos...

Y, sobre todo, la plantilla cumple estrictamente la siguiente indicación: no tener prisa por colgar el teléfono. «También queremos ofrecerles conversación y compañía», remarca el director de este centro de mayores del Consell, que añade que ellos también cuentan con una línea telefónica para recibir llamadas de los socios. En el caso de que en estos contactos una persona informase que sufre algún tipo de problema que no puede solucionar la Llar, se derivaría al departamento del Consell competente. «Por ejemplo, si nos enteramos de un maltrato, que no nos ha ocurrido, alertaríamos a la Oficina de la Dona para que se ocupase de ello», explica Villar para mostrar la colaboración entre los distintos organismos.

Entre las peticiones que han recibido, el director destaca la de un hombre a quien le gustaría tener una videoconferencia con su mujer, ingresada en una residencia, pero no tiene teléfono. «Le hemos planteado la posibilidad a la residencia, a ver si es posible», concluye el director de la Llar Eivissa.