En un hecho histórico sin precedentes, la temporada de Semana Santa empieza en Sant Antoni con solo dos establecimientos turísticos abiertos: los apartamentos Venus y los apartamentos San Francisco, dos modestos locales de alojamiento cuyos huéspedes, además, no son precisamente turistas, sino personal de las fuerzas de seguridad o bien transportistas que prestan los servicios de abastecimiento a la isla. Convertidos en hoteles de emergencia por los decretos del estado de alarma, constituyen un apoyo básico para la infraestructura que vela por el confinamiento de la población y la distribución de mercancías. En total, en Ibiza hay cuatro hoteles abiertos para este fin: los dos citados en Sant Antoni, el Duquesa Playa de Santa Eulària y Apartamentos Bonsol en Platja d'en Bossa. En Formentera hay el Hostal Illes Pitiüses. En todo caso, otros dos fueron habilitados ayer para acoger a personal sanitario (ver información adjunta).

Juanjo Planells es el propietario de los Apartamentos San Francisco (además de vicepresidente de la Asociación Hotelera de Sant Antoni y la Bahía) y explica que ofreció su negocio ante el llamamiento del Gobierno como muestra de «solidaridad» ante la situación creada por la epidemia del coronavirus. Los gastos que le supone la apertura de este edificio supera a los ingresos, pues el personal que se aloja en él paga dietas que son «simbólicas» para un establecimiento turístico en Ibiza.

Actualmente los Apartamentos San Francisco, en la Calle de sa Dragonera (en el centro del núcleo urbano), alojan a seis agentes de la Guardia Civil y algunos transportistas que vienen y van. «Los guardias civiles vienen de Palma y son los mismos que llegan como refuerzo en verano para la temporada turística», explica Juanjo Planells en la recepción del edificio, que presenta una actividad casi nula, pues la mayoría de los ocupantes de sus 18 apartamentos estaban en ese momento trabajando.

En cuanto a los transportistas, suelen proceder de la Península en los barcos que traen mercancías a Ibiza. «Desembarcan en el puerto, vienen aquí a dormir y luego se suelen marchar al día siguiente», afirma.

Mantener abierto el establecimiento supone que su dueño ha tenido que reforzar el servicio de limpieza para poder hacer frente a los requerimientos contra el coronavirus y, además, ha contratado a una camarera de piso más. Aparte de ello, ofrece un servicio de catering a los alojados. «Desde luego, no estoy ganando dinero; es algo totalmente deficitario, pero no es el momento de echar cuentas», advierte.

Aparte de camioneros o guardias civiles, los cuatro bloques de apartamentos abiertos en la isla están obligados a aceptar también a trabajadores que puedan llegar para la realización de trabajos en obras públicas (si bien ahora están paralizadas) y otros colectivos relacionados con la emergencia sanitaria. Esto durará «mientras dure el estado de alarma», recuerda.

Este un establecimiento que suele abrir durante todos los inviernos y, además, lo hace con un grado de ocupación bastante aceptable: «Normalmente, oscila entre el 50 y el 60 por ciento, y sobre todo durante los fines de semana», indica. Los españoles son los clientes mayoritarios durante la temporada baja.

Planells es propietario también del Hostal Florencio, con 176 plazas turísticas, a poca distancia de los Apartamentos San Francisco. La epidemia y el consiguiente confinamiento han caído como una bomba sobre las previsiones para esta temporada: «Las perspectivas no son buenas, pero la esperanza es algo que no hay que perder». En realidad, este hotelero se muestra convencido de que podrá abrir sus puertas este mismo verano, «aunque se verá con qué nacionalidades», teniendo en cuenta cómo está la situación en Gran Bretaña, Italia y España, principales emisores de turistas a la isla.

«La gente querrá volver»

«La gente querrá volver»

Sea como sea, Planells opina que Ibiza será uno de los primeros lugares de España en recuperar la afluencia de turistas. «Tenemos una marca, tenemos un potencial y tenemos una gran infraestructura. Es cierto que el mercado británico va a sufrir, porque han reaccionado al problema más tarde, pero cuando todo pase, la gente querrá volver a viajar a España, y dentro de España elegirán Ibiza. Seremos los primeros en salir de esta situación», afirmó.

Juanjo Planells, de hecho, no pierde la esperanza de que a mediados de verano regrese el movimiento a la isla. «Hoy mismo nos han entrado diez nuevas reservas para este mes de agosto», señala. Y añade que en su hostal tiene ahora mismo reservado el 88% de sus 176 habitaciones, es decir, una cifra muy parecida a la habitual en un año normal. Pero incluso para mayo tiene actualmente reservado el 46% de las plazas. «Ahora bien, estas reservas de mayo son papel mojado», admite, y de hecho ya están produciéndose cancelaciones para esa mensualidad, como no podía ser de otro modo.

En todo caso, Planells afirma que el turista «está esperando a ver qué sucede y cómo se desarrollan los acontecimientos».

Pero una cosa tiene clara: «La gente tiene muchas ganas de volver a Ibiza». En todo caso, para acelerar la recuperación cree que será necesario «pensar en otros mercados alternativos y otras estrategias». ¿Qué mercados? Aquellos que no han sido tan afectados por la epidemia o que, habiéndolo sido, la están superando ya de forma más clara durante estos días.

Una cosa sí será necesaria, a su juicio: «Un paquete de medidas para salir adelante, un plan de marketing y promoción. Hemos de tener el coche listo para colocarlo en el primer puesto en la línea de salida cuando todo haya pasado».

De momento, Ibiza vive una situación inédita y sin precedentes, al estrenar la temporada de Semana Santa sin un solo turista (literalmente) sobre la isla. Se trata de algo que no ha sucedido jamás, ni siquiera en los más profundos meses invernales de décadas atrás. Todas las cábalas se centran ahora en calcular cuál será la magnitud de la tragedia (económica) para el conjunto de la economía insular durante esta temporada.