Ibiza, mes de abril, y todos los restaurantes de la isla cerrados al público. El sector de la restauración, como prácticamente todos, está viviendo una situación que nadie podía imaginar hace un par de meses. De un día para otro, los establecimientos tuvieron que cerrar sus puertas, poniendo en marcha mecanismos, como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), que no están pensados para la estacionalidad de la isla ni las características de sus empresas. Pero no ha quedado más remedio.

La incertidumbre, casi tres semanas después de la declaración del estado de alarma, pesa sobre las espaldas de los empresarios del sector. Hacer frente a todos los pagos se hace complicado, y más sin tener una fecha clara de cuándo van a poder retomar su actividad. Algunos se encuentran con situaciones realmente complejas, o incluso pueden caer por el camino, mientras otros muestran optimismo y confían en poder trasladar a los meses de otoño la actividad que no se ha podido desarrollar en primavera.

Un esfuerzo conjunto

Un esfuerzo conjunto

El presidente de la sección de Bares, Restaurantes y Cafeterías de la Pimeef, Joan Riera, propietario del restaurante Ca n'Alfredo, afirma: «Vamos a tener que hacer un esfuerzo enorme para recuperar el tiempo perdido, pero entiendo que una vez que empecemos, ya no podremos parar. No cerrará nadie de aquí a 2021».

Riera opina que todos los eventos que no se han llegado a celebrar en primavera se tendrán que hacer durante el otoño, y expresa: «Abriremos en junio, pero no vamos a cerrar en octubre. Nos tendremos que aplicar todos. Si llegan a venir cruceros, los tendremos que atender. Quizá mucho mejor en noviembre y diciembre que en pleno verano. Imagino que se pondrán en marcha medidas para que haya acontecimientos en la isla».

Xesca Guasch, gerente de los restaurantes Es Nàutic (Sant Antoni), Port Balansat (Sant Miquel) y Ses Escoles (Santa Eulària), también confía en que los eventos que tenían en mayo puedan celebrarse en octubre. «El sentimiento común de la isla es no perderlos, sino posponerlos».

«La isla, por norma general, en octubre cierra», expone la empresaria ibicenca, que subraya la necesidad de disponer de conexiones aéreas para poder extender los meses de actividad. «Si no hay un apoyo por parte de las compañías aéreas y demás, empresas que podrían hacer cosas en noviembre igual no pueden hacerlo... Es el pez que se muerde la cola: si no hay negocio, el avión no vuela, pero si no vuela el avión, no va a venir nadie».

Cerrados de un día para otro

Cerrados de un día para otro

Los tres restaurantes de Xesca Guasch estaban en marcha cuando se decretó el cierre. «El último servicio que dimos fue el sábado 14, porque se veía que la previsión no era buena, y tampoco queríamos ser parte de los que expanden el virus. Queríamos evitar que, si alguien se había contagiado, se lo pudiera pasar a nuestros clientes. Cerramos pensando en el bien común».

El propietario de Ca n'Alfredo, por su parte, comenta: «Nunca pensé que tuviéramos que cerrar así, de esta forma. En principio, cuando apareció el tema, dijeron que podíamos atender a un tercio de la capacidad del restaurante, y pensé: bueno, solo con que pueda tener abierto para 25-30 personas al día, iremos cubriendo gastos... Al ver que teníamos que cerrar a tope, fue imposible».

Ambos empresarios han tenido que llevar a cabo un ERTE con sus trabajadores. «Volveremos a recuperarlos cuando volvamos a abrir, que no pienso que sea antes de junio», afirma Riera.

Una de las premisas en la tramitación de un ERTE es asegurar el empleo a los trabajadores hasta seis meses después de la fecha de finalización del mismo, una situación que choca frontalmente con la estacionalidad de la temporada turística en las Pitiusas. «Las patronales están informando de la situación, así que entiendo que algo se hará», confía Guasch.

Servicio a domicilio

Servicio a domicilio

También ha tenido que hacer un ERTE del personal de sala y limpieza Gigi Venditti, copropietario de los restaurantes Es Tancó (en Sant Jordi y Sant Rafel). «Cerramos de cara al público los últimos días antes del estado de alarma. La gente tenía miedo de salir. A domicilio, el restaurante seguía funcionando, pero la gente no se sentaba a comer», comenta el empresario. «Nosotros somos italianos. Con todas las malas noticias que llegaban desde Italia, creo que la gente prefería ir a comer a un restaurante español. Todos tenemos miedo de lo que no conocemos, y en ese momento, Italia parecía ser el foco, igual que ahora España», añade.

Venditti, que conocía bien lo que estaba ocurriendo en su país, asegura que vivió un episodio de ansiedad hace un mes, ya que veía que la situación llegaría también a España. «La gente se reía de mí porque tenía ansiedad, dudas... Y ahora lo están sufriendo ellos. Estaba preocupado por lo que iba a ocurrir. Para nosotros, nuestro equipo es muy importante, es gente muy fiel que lleva aquí muchos años».

Al final, Venditti y su socio decidieron permanecer al pie del cañón con su servicio a domicilio. «Era la única apuesta. Teníamos que hacerlo. Todos nosotros tenemos que apostar por el futuro de Ibiza. He escuchado cosas muy bonitas que han salido de esto, se va a redimensionar todo. Dentro de lo malo, hay que ver lo bueno: puede servir para que la isla se estabilice, para que vuelva a ser como hace 15 años», opina.

Respecto a la seguridad, Venditti incide en que, aunque al principio prepararse para el trabajo con los equipos de protección y seguir los protocolos de desinfección recomendados por Sanidad era muy complicado y estresante, todo el personal ya se ha acostumbrado. «Somos muy conscientes de que, si uno falla, nos contagiamos todos. Así que esta situación nos ha convertido en una familia: todos tenemos que mirar por todos».

Gigi Venditti resume: «La realidad es ahora, lo que pasará no lo podemos saber. Así que lo único que podemos hacer es seguir trabajando e intentar ofrecer el mejor servicio a nuestros clientes».