La Oficina de la Dona permanece abierta en plena crisis del coronavirus. «No solo eso», explica Carolina Escandell, consellera de Bienestar Social. «Hemos reforzado los servicios y ampliado las instalaciones y la atención sigue siendo, como siempre, de 24 horas», asegura. El servicio de atención a mujeres que sufren violencia de género ha notado un repunte en el número de llamadas recibidas durante las últimas semanas, aunque «nada alarmante», informa Escandell. Una mujer y sus tres hijos han ingresado en los pisos desde el inicio de la crisis y se encuentran en aislamiento por medidas de seguridad. «Deben permanecer en cuarentena hasta que estemos seguros de que no pueden infectar al resto de familias», explica Tonyi Ferrer, directora de la Oficina de la Dona. En total, 10 mujeres y 9 menores de edad residen ahora en las casas de acogida, de las 31 plazas existentes.

Desde finales de febrero el servicio cuenta con una nueva vivienda, con ocho habitaciones, para acoger a víctimas de violencia de género. «Hemos utilizado las nuevas instalaciones para ubicar a las personas que ya llevan un poco más de tiempo en el centro y dejar la sede central de la Oficina de la Dona para los nuevos ingresos y los casos de aislamiento», destaca Ferrer.

En cuarentena

En cuarentena

Estos casos son dos. Uno preventivo debido a un nuevo ingreso, y otro tras haber detectado síntomas de coronavirus en una de las mujeres que residen en el edificio. «Estamos a la espera de conocer el resultado de las pruebas. De momento, está aislada», lamenta. Si el encierro, el confinamiento y la cuarentena suponen un inconveniente para la gran mayoría de las personas, los colectivos vulnerables lo sufren aún más. «Intentamos acompañarlas durante todo el día porque, si para todos está siendo duro, para ellas más porque viven en una casa compartida, con personas que desconocen, con sus hijos y con una situación emocional bastante complicada....», recuerda la responsable del centro.

Por ello, los talleres de zumba, yoga, las sesiones de palomitas y cine, los juegos infantiles y el ejercicio físico, así como las terapias psicológicas y los talleres artísticos, están a la orden del día. «Intentamos llevar una rutina saludable todos los días. En una situación tan incierta y sin tener nada que hacer, cuesta no estar un poco tirado. Hay que activarse», subraya Ferrer.

Los tratamientos ambulatorios y las terapias que lleva a cabo el servicio de asistencia a las mujeres maltratadas se hacen a través de videollamadas. Sin embargo, la atención a los nuevos casos es por vía telefónica.

«No esperéis a llamar»

«No esperéis a llamar»

«En el caso de que cualquier mujer necesite ingresar en el centro, se le abrirá la puerta sin dudarlo con las medidas de seguridad que hagan falta», destaca la directora del centro. «Lo mejor es que llamen y que se pongan en contacto con los trabajadores y no esperen a que pase la crisis. Seguimos estando ahí para ayudar», añade la consellera. Además de la mujer que se ha trasladado recientemente a los pisos de acogida, el personal sigue muy de cerca cuatro casos de mujeres maltratadas que, según Ferrer, «en otro momento seguramente ya hubieran sido ingresos».

La incertidumbre y el miedo provocado por una crisis económica cada vez más evidente, para ellas es un mazazo. «En las videoconferencias que hacemos con ellas el tema de la búsqueda de empleo está siempre presente», reconoce. Si la Oficina de la Dona registra entradas y salidas durante todo el año, los abandonos de los pisos son más frecuentes al principio y al final de la temporada. «Hay muchas que llevan tiempo queriendo dar el paso y estaban esperando a tener trabajo. Ahora es mucho más complicado», lamenta la directora.

El tiempo permitido de permanencia en los pisos se establece en función de las necesidades y las circunstancias de cada una de las mujeres, aunque el servicio estipula un máximo de nueves meses por usuaria. «Sin embargo, teniendo en cuenta la situación extraordinaria en la que nos encontramos, si hubiera que alargar el plazo, se haría, como ya se ha hecho en otras ocasiones», asegura Ferrer.

El Consell baraja también la posibilidad de utilizar hoteles para reubicar a las mujeres maltratadas, en el caso de que los ingresos aumenten y las víctimas no dispongan de medios para abandonar los pisos. «Una de las medidas que ha decretado el Govern es la posibilidad de abrir algunos hoteles, cerrados por decreto durante el estado de alarma, para trasladar a las víctimas de violencia de género que lo necesiten. Aunque es un tema que debe estudiarse en profundidad y esperamos no llegar a esa situación, es una posible solución», concluye la consellera de Bienestar Social.