Si el nacimiento de un bebé es siempre una buena noticia, en estos días la alegría es infinita. La emoción por la llegada de un niño a la familia se multiplica en un momento complicado, rodeados de enfermedad y confinados. Así que Hugo Murillo Manzano, que nació el viernes, 27 de marzo, en el Hospital Can Misses, es el protagonista, junto a otros bebés, de una de las mejores noticias de los últimos días.

En este caso el parto estaba programado ya que la madre, Matilde Manzano, sufría diabetes gestacional. El viernes, Matilde, que trabaja en el Ayuntamiento de Ibiza, y Paco Murillo, jefe de Deportes de Diario de Ibiza, cogieron la bolsa con las cosas del bebé y a las 8 de la mañana entraron por la puerta principal del hospital. «Nos dirigimos a la zona de ingresos y, a partir de ese momento, nos acompañó un sanitario hasta la habitación», explica la madre. La pareja, que tiene otra niña, Lucía de 7 años, señala que todo el personal llevaba puesta una mascarilla y los guantes, y además guardaba escrupulosamente la distancia de seguridad. A la pareja, nada más entrar, les dieron jabón desinfectante para las manos. «Se veía bastante control en la entrada», añade Murillo.

Una vez en la habitación, la recomendación era no salir de ella, salvo que fuera imprescindible. «Nos dijeron que por precaución era mejor no salir y tampoco con el bebé cuando naciera fuera de la habitación. Yo sí que me podía mover con libertad, pero preferí restringir al máximo las salidas», dice Paco Murillo, que destaca que tampoco se oía el trajín típico de las visitas que quieren conocer a los recién nacidos.

Tras la inducción del parto, que en principio parecía que iba a ser un proceso largo de casi un día, Hugo no pudo esperar más y nació poco antes de las 10 de la noche, con un peso de 3,250 kilos. «Nos llevaron al paritorio, fue todo rápido y salió muy bien», recuerda Matilde, quien agradece que en esta situación haya podido estar acompañada de su marido en el alumbramiento. Como el viernes no había apenas partos, ni urgencias que atender en maternidad, junto a la pareja pudieron estar casi todo el tiempo una matrona y una enfermera.

Ya de vuelta los tres a la habitación, a Paco Murillo le llamó la atención que no hubieran bañado al bebé. «Nos explicaron que era para intentar disminuir los traslados de un sitio a otro por todo el asunto del coronavirus», dice. Los padres de Hugo destacan que el trato ha sido en todo momento inmejorable y, en su opinión, con las medidas de seguridad y limpieza imprescindibles. Precisamente, una de las anécdotas la protagonizó una limpiadora que se emocionó al ver al niño en unas circunstancias especialmente complicadas en el hospital.

Tras un fin de semana en Can Misses, el domingo, poco después de los aplausos de las 20 horas al personal sanitario, los tres se fueron a casa. A partir de ahora, en lugar de ir a la consulta del pediatra o de la matrona, son estos profesionales quienes les visitan a domicilio. Por el momento, les han facilitado los consejos que dan a todos los padres cuando se van a casa. «Lo único distinto es que no podemos salir de nuestro domicilio, como todo el mundo», dicen. Otra de las situaciones extrañas que vive la familia Murillo Manzano, debido al estado de alarma, es que los abuelos no podrán conocer al niño hasta que se levante la orden de confinamiento, aunque eso sí, ya lo han visto a través de videoconferencia.

Por otro lado, los padres añaden que otra de las situaciones anómalas que están viviendo es que no pueden inscribir al niño en el registro civil hasta dentro de unas semanas. «Nos han dicho que en estos momentos están tramitando las altas de los bebés que nacieron hace un mes», explican.