El área de Chernóbil, tras ser evacuada por el accidente nuclear de 1986, debía presentar un aspecto similar al que ayer ofrecía la zona turística de es Canar, una de las más importantes de las Pitiüses y que se ha convertido en un pueblo fantasma. Todos sus hoteles, restaurantes, souvenirs y tiendas están cerradas a cal y canto. Las calles, desiertas. Sólo de forma esporádica se observa algún residente con paso presuroso; lo suficiente para certificar que sigue habiendo vida en es Canar. En la orilla de su playa se acumulan cañas y ramas depositadas por el mar sobre una arena que no muestra huella humana alguna: sólo de gaviotas y de algún gato o perro. Como si 'El mecanoscrit del segon origen', la célebre novela de ciencia ficción de Manuel de Pedrolo, se hubiera hecho realidad.

Y, sin embargo, esta zona debería estar ya en plena ebullición por las fechas en que nos encontramos, al inicio de la temporada de Semana Santa. El año pasado, a estas alturas, la afluencia turística ya era notable y la actividad en los comercios y hoteles había arrancado ya, como primer plato de la temporada estival.

De hecho, hace solo un año había abiertos en estos momentos en la isla de Ibiza «más de la mitad de los hoteles», dado que «fue un año bastante bueno y se iba consolidando la tendencia a alargar la temporada», explicaba ayer la presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Ibiza y Formentera (Fehif), Ana Gordillo. Incluso, se produjo un aumento de entre el 15% y el 20% en los establecimientos abiertos. «Y para este año, las previsiones en Semana Santa eran más o menos las mismas. Incluso los locales de ocio habían adelantado sus fechas de apertura y había un consenso general para adelantar la temporada», añadió. Pero todo se ha ido al garete en un santiamén, de un plumazo, como si fuera una pesadilla. Enfrente, solo hay oscuridad e incertidumbre.

Primer día sin hoteles

Ayer era el primer día en que, oficialmente, han quedado cerrados todos los establecimientos de alojamiento turístico de Ibiza y Formentera, salvo los cinco para el personal de emergencia. En realidad, hace ya unos días que todos ellos habían echado el cierre. Paradójicamente, los empresarios del sector siguen estando muy ocupados, y ello por tres motivos. En primer lugar, están tramitando los Expedientes de Regulación de Temporal de Empleo (ERTE) que de forma masiva y generalizada se están presentando en todas las cadenas hoteleras. «El 100% de los hoteles están tramitando ERTE», confirmó la presidenta del sector. Miles de trabajadores (camareros, recepcionistas, limpiadoras, camareras de piso...) no tendrán trabajo en Ibiza durante los próximos meses. Y lo mismo en otros sectores relacionados con la hostelería. En segundo lugar, muchos de estos empresarios demuestran su solidaridad entregando material y mobiliario al hospital Can Misses para acondicionar las nuevas dependencias para enfermos del virus. Uno de ellos estaba entregando gorros de ducha para que sean empleados como forros para el calzado de los enfermeros, ya que los otros se han agotado. Y, en tercer lugar, se dedican a dar explicaciones ante los clientes que llaman informándose sobre cancelaciones y reembolsos de sus estancias suspendidas. Unos días de mucho trabajo, y todo ello con la única perspectiva de una crisis nunca vista en el sector.

Angustiados por el verano

Dado que es evidente que no existirá la Semana Santa desde el punto de vista turístico, ahora los esfuerzos se centran en tratar de salvar lo que se pueda de la temporada de verano. La cuarentena termina, en principio, el 11 de abril, pero «hay que ser realistas: la gente no se pondrá a viajar al día siguiente», señala Gordillo. Y, de hecho, aún está por ver hasta cuándo durará la cuarentena, sea a rajatabla como hasta ahora o de forma suavizada, pero con importantes restricciones.

El también hotelero y vicepresidente de la patronal, Juanjo Riera, esgrime a modo de augurio una información aparecida estos días en la revista Preferente. Cuando termine la cuarentena, señala esta publicación, antes se recuperarán los destinos turísticos de la Península que los de las islas. «Ya veremos cómo queda el país después de esta crisis. La gente será reacia a salir de la Península y coger un vuelo», afirma Riera. «Desde luego, haremos lo imposible por volver a tener clientes», anuncia en un tono que delata la dificultad de ese propósito, al menos a medio plazo.

Los hoteleros consideran que, cuando todo pase (y el gran enigma es cuándo llegará esa fecha aún indefinida) los turistas optarán por «destinos de cercanías», pues la crisis económica habrá hecho estragos en los hogares y difícilmente el ciudadano medio estará como para ir de vacaciones. Y, además, el temor a los contagios difícilmente habrá sido olvidado con tanta rapidez, con el consiguiente miedo a quedar atrapados en una isla lejos de casa.

En los últimos días, algunos comentarios apuntan a que algún hotel de la isla ya ha decidido no abrir en lo que queda de año. La cadena a la que pertenece ese establecimiento no lo confirma ni lo desmiente: «Se plantean varios escenarios», se limita a señalar.

Juanjo Riera, sin embargo, no tiene inconveniente en aclarar un poco más la situación: «Se están manejando dos hipótesis: o abrir hacia junio-julio, o bien no abrir». Todo dependerá, insisten los empresarios consultados una y otra vez, «de cómo evolucionen los hechos, porque nadie lo sabe».

Un factor se suma a la preocupación general. «Aunque en España la situación se recuperara dentro de dos meses, ¿qué sucederá en los países que nos envían turistas?», se preguntan tanto Gordillo como Riera. En concreto, preocupa la actitud de Gran Bretaña, donde su primer ministro ha estado en el limbo durante semanas clave y ello puede alargar la lucha contra la enfermedad en ese país, retrasando su derrota y perjudicando así la economía pitiusa. Hay que tener en cuenta que las compañías aéreas que vuelan a Eivissa desde el extranjero han paralizado su actividad, han quedado sumidas en una crisis enorme y alguna de ellas, Ryanair, solo se atreve a pronosticar la reanudación de sus vuelos para el mes de junio.

La patronal se ha sumado a una campaña institucional para promover turísticamente el 'veroño' con el objeto de convencer a los turistas que no vendrán en verano de que lo hagan en otoño. «La fe es lo último que se pierde», sentencia la presidenta de los empresarios pitiusos, quien asegura que lucharán «desde el minuto uno» para que todo vuelva a ser como antes.

Sea como sea, y teniendo en cuenta todo lo anterior, los empresarios ya sólo aspiran a reducir al máximo los daños para esta temporada y confiar en que la de 2021 amanezca con otras previsiones.

Las dos grandes crisis que han sufrido los hoteleros pitiusos han sido las de 1973 (por los precios del petróleo) y la de 1991 con motivo de la Guerra del Golfo Pérsico, pero la que padecerán en 2020 probablemente superará a ambas, pues es una situación completamente novedosa y desconocida.