El pleno del Ayuntamiento de Sant Antoni aprobó ayer inicialmente modificar la ordenanza reguladora de horarios para que las discotecas del municipio puedan celebrar sus fiestas de apertura y de clausura hasta las 12 horas del mediodía. Eso sí, con una condición: los opening deben tener lugar antes del 16 de mayo, y los openingclosing. Además, la actividad debe ser diaria y continuada desde el día de la fiesta de apertura hasta la de cierre. En caso de incumplimiento, se negará el permiso para pinchar hasta mediodía durante el cierre Sólo podrá autorizarse una única fiesta de apertura y otra de clausura por establecimiento y temporada.

El propósito, según se motiva en la modificación de la ordenanza, es «favorecer la desestacionalización» e impedir la «discriminación» respecto a otros municipios, como Ibiza y Sant Josep, que permiten la ampliación de horarios en las aperturas y cierres. Sant Antoni decidió en junio de 2018 (cuando gobernaba el PSOE-Reinicia) eliminar esa excepción, que ahora recupera un gobierno del PP.

Los populares alegan que «la experiencia ha demostrado» que conceder ese permiso «no obstaculiza ni deja de atraer otro tipo de turismo, sino que se complementan». Además, «hay que reconocer que este tipo de fiestas suponen la llegada de miles de turistas que disfrutan no sólo de esa concreta fiesta, sino del resto de la oferta turística de la isla», se especifica en la modificación de la ordenanza. El PP calcula que de esta manera «se adelanta el inicio de la temporada estival en al menos 15 días, y se prolonga en al menos 10 días».

Simón Planells, portavoz de PSOE-Reinicia se opuso a esta modificación: «Hemos de diversificar el modelo turístico, no hacer de la fiesta el modelo angular». A su juicio, causará «perjuicios más grandes que beneficios», como «ruidos, drogas» y «una serie de costos enormes en mobiliario y accidentes». «No sé -recalcó-si será desestacionalizador, pero sí será generador de más costes».

Cuidado con «las trampas»

Cuidado con «las trampas»

Planells cree que «no es compatible mezclar la gente que va de fiesta con la que lleva a los chavales a la escuela, la vida diaria con la fiesta que funciona toda la mañana. Es excesivo e incompatible con el bienestar de la sociedad». Si fuera padre, al edil socialista no le gustaría encontrarse «a alguien que lleva desde las ocho de la tarde hasta las 12 de la mañana» de marcha. Planells dice «apostar por la fiesta, pues es parte de Sant Antoni, un elemento diferenciador, pero nunca debe constituir la piedra angular. Eso destruye el modelo de diversificación».

Fernando Gómez, de Unidas Podemos (que se abstuvo), duda de que se cumplan los horarios y advierte de que algunas discotecas podrían hacer «trampa», por ejemplo «abriendo sólo una parte de la discoteca tras el opening».

Alcohol «por todos lados»

Alcohol «por todos lados»

Al respecto, el alcalde, Marcos Serra, recordó que el Consistorio «es muy duro a la hora de hacer cumplir ordenanzas. No se tendrán miramientos», aseguró. Y respecto a que esas fiestas de horarios amplificados requieran de mayor presencia policial, anunció que estudian cómo repercutir esos costes a las salas de fiestas mediante una tasa», de manera que el Ayuntamiento no tenga que asumirlo.

Con los votos en contra del PP, el pleno se opuso a la propuesta de PSOE-Reinicia de instar al Govern a ampliar a todo el núcleo urbano la delimitación de la zona afectada por el decreto contra el turismo de excesos. «La propuesta de zonificación actual no contempla la realidad de los lugares de venta de alcohol. Desplazará la venta a la periferia. Hay que incluir a todos los locales de venta de alcohol», señaló Antonio Lorenzo, edil socialista, que recordó que a escasos metros de la frontera virtual del decreto hay «cinco bodegas en la calle Soledad y otras dos en es Caló des Moro». «Hay bodegas y supermercados que venden alcohol por todos los lados [...] se puede comprar en cualquier esquina y a cualquier hora» fuera de los límites establecidos actualmente.

El alcalde anunció que ha solicitado un encuentro con la directora general de Turismo, Rosa Ana Morillo, y con el conseller de ese departamento, Iago Negueruela, para aclarar «dudas» que han surgido tras estudiar el decreto. El Consistorio, por ejemplo, cree que se solapa «con varias ordenanzas municipales, como las de convivencia y vía pública». La recaudación genera otro problema, «pues será para el Govern». Y desde la institución municipal se teme que las sanciones se apliquen una vez pase la temporada.