El técnico de promoción de calidad agroalimentaria del Consell de Ibiza, Josep Lluís Joan, lleva años trabajando para encontrar las variedades locales de frutas y verduras, algunas de las cuales ya se daban prácticamente por desaparecidas, para recuperar su producción e intentar darles una salida en el mercado.

Esta labor, uno de los principales campos de actuación que se desarrolla en la finca de experimentación agraria de Can Marines, ya se inició hace años con la recuperación de la patata vermella eivissenca, uno de los productos que, junto al grupo de acción local Leader, se están promocionando con el distintivo 'Sabors d'Ibiza, variedad tradicional'. El meló eriçó, la ceba vermella o la tomata de penjar son otros de los productos hortofrutícolas que cuentan con este sello identificativo.

De cara al mes de mayo, se prevé presentar oficialmente otra variedad tradicional que ya se daba por extinguida y que Josep Lluís Joan acabó encontrando. Se trata de la fresa ibicenca, «muy pequeña y muy sabrosa, más parecida a las fresas silvestres», nada que ver con los fresones de gran tamaño que se han impuesto en el mercado.

«Es un cultivo del que llegó a vivir mucha gente en Ibiza y que se plantaba, sobre todo, en es Pla de Vila». «Pero a finales de los setenta y principios de los ochenta se dejó de plantar y se daba por extinguido», recuerda Joan.

Una vendedora

Sin embargo, hace un par de años, las indagaciones de este ingeniero agrónomo dieron resultado y le informaron de una mujer que todavía tenía plantas de esta variedad tradicional. Se trata de una vilera de una histórica familia de vendedores del Mercat Vell que siempre cultivaron este fruto en es Pla de Vila.

Pero, para dar por recuperada la fresa ibicenca, primero se han tenido que llevar a cabo pruebas de plantación en Can Marines y catas con la gente mayor que había crecido cuando este cultivo era habitual en es Pla de Vila. Finalmente, las pruebas han tenido éxito, los catadores reconocieron que el sabor era el de las pequeñas fresas ibicencas de antaño y ya se prevé que, de cara a mayo, ya se presente oficialmente.

El siguiente paso será difundir este cultivo en algunas fincas. «Ya hay tres jóvenes agricultores interesados en introducirlas», destaca Joan. Después también se iniciarán los trámites para conseguir que sea reconocida como variedad autóctona.

«Tenían muchísimo prestigio en Palma», recuerda el ingeniero agrónomo. De hecho, un comerciante francés trató de hacer negocio en Barcelona gracias a la fama de la fresa ibicenca en 1918. Para ello, cargó un vapor con hielo para conservar estas delicadas frutas durante el trayecto, «pero se deshicieron todas al congelarse» y no fructificó el proyecto.