450 lagartijas de Formentera que habían sido exportadas ilegalmente al Reino Unido por un traficante de animales fueron devueltas a España ayer en una operación conjunta en la que participan las secciones española e inglesa de Greenpeace, las aduanas del Reino Unido, el servicio de conservación de la naturaleza del Govern balear y la compañía aérea British Airways, que se ha ofrecido a transportar desinteresadamente a los pequeños reptiles». Éste es el primer párrafo de una noticia publicada en Diario de Ibiza el 23 de diciembre de 1988. Es uno de los casos más conocidos -entre otras cosas por la elevada cantidad de reptiles incautados- del tráfico de estos populares, endémicos y apreciados lacértidos. Pero ni es el único ni es una rareza. En este caso, los animales fueron decomisados en el aeropuerto de Bristol, se encontraban todos vivos y, según se añadía en la nota de prensa que British Airways envió a los medios de comunicación, «el coleccionismo de estos reptiles se ha puesto de moda». De hecho, ese mismo año 1988, en el mes de febrero, otras 400 lagartijas endémicas de las Pitiusas fueron halladas en el interior de una maleta en el aeropuerto de Heathrow.

En las últimas décadas, con el aumento de los controles aduaneros, el tráfico de esta especie ha descendido, pero, aún así, se intercepta de vez en cuando a algún traficante que intenta llevarse algunas lagartijas de las islas para venderlas en el mercado ilegal de las mascotas, destinadas a ser encerradas en terrarios. En el año 2001, por poner un ejemplo más reciente, se descubrieron cuarenta lagartijas que eran transportadas en el barco de Formentera a Ibiza.

También en esta ocasión, los animales -que son muy resistentes, lo cual favorece su comercio- estaban todos vivos y fueron devueltos a su hábitat. Su destino final parece ser que era Alemania, donde, según explicaba entonces a Diario de Ibiza el biólogo Jaume Estarellas, un ejemplar podía alcanzar un valor de 10.000 pesetas. La bióloga María Antonia Cirer, que ha centrado buena parte de su trabajo en esta especie y sus subespecies en los microcosmos de los islotes, suele destacar el valor añadido que, para el mercado de las mascotas, tiene la gran variedad de colores de las distintas poblaciones existentes. A lo que hay que añadir que son animales poco esquivos.

En la actualidad, la principal amenaza de estos vertebrados ectotermos, que antes de la llegada del ser humano llevaban cinco millones de años evolucionando tranquilamente, es la invasión de serpientes llegadas en los troncos de olivos que son exportados sin ningún control. Tampoco hay que desdeñar el peligro que para las poblaciones tienen las colonias de gatos asilvestrados.

Lo cierto, sin embargo, es que estos reptiles especiales, el único vertebrado endémico de las islas, se han visto superando una amenaza tras otra a lo largo de su historia. Cuando, a mediados del siglo XIX, comenzaron las investigaciones científicas de las poblaciones de lagartijas de Balears, el interés de la ciencia llegó acompañado de la caza intensiva de ejemplares para las colecciones de muchos museos europeos, lo que puso en jaque poblaciones de reptiles que habían sobrevivido a la llegada del ser humano aisladas en pequeños islotes.

Esencia y supervivencia

De esta forma, el descubrimiento de su exclusividad, de la esencia única de las sargantanes fue también un momento crítico para su supervivencia. En este aspecto, el caso de Podarcis pityusensis y Podarcis lilfordi -que tales son los nombres científicos de las dos especies del archipiélago- no es excepcional; las exploraciones naturalistas, antes del siglo XX, supusieron auténticas masacres para muchas poblaciones de fauna y flora a lo largo y ancho del mundo, poblaciones que eran diezmadas para la investigación y las colecciones de un número creciente de museos y gabinetes científicos.

Las lagartijas son las supervivientes de la fauna antigua anterior a la llegada del ser humano y los depredadores que con él llegaron: gatos, martas y culebras. En las islas de Mallorca y Menorca, de hecho, las lacértidos, muy poco acostumbrados a tener que defenderse, no resistieron y desaparecieron hace alrededor de 2.000 años, quedando relegados a los islotes; el archipiélago de Cabrera, una decena de islotes mallorquines y una quincena de Menorca.

En Ibiza y Formentera la situación fue distinta. No llegaron martas ni serpientes, pero la característica diferenciadora es que en estas islas los reptiles sí tenían algunos depredadores -grandes aves como algunas lechuzas que, al parecer, no existían en el resto de las islas- y sabían defenderse algo mejor que mallorquinas y menorquinas.

Un símbolo

Las sargantanes sobrevivieron para convertirse en el símbolo de las Pitiusas, de la biodiversidad y de la magia de la evolución microinsular. En la actualidad, hay poblaciones de lagartija pitiusa en más de cuarenta islotes y se reconocen más de una veintena de subespecies. Y si en Ibiza y Formentera, P. pityusensis es un endemismo protegido, considerado amenazado debido a la fragilidad de las poblaciones únicas de algunos islotes, puede ser potencial especie invasora fuera de su hábitat. De hecho, en el País, Vasco, en San Juan de Gaztelugatxe, la lagartija pitiusa se introdujo en los años 90 en un área protegida y amenaza con desplazar a la lagartija propia del lugar, la lagartija roquera. La pregunta es cómo llegaron allí las sargantanes y si fue quizás su tráfico para el mercado de las mascotas el origen de tal problema. También hay una población de lacértidos pitiusos en las murallas de Palma de Mallorca.

Colas de lagartija

En las Pitiusas, a las personas nerviosas o que se mueven mucho se las ha conocido tradicionalmente como 'coues de sargantana'. Y la expresión deriva del hecho de que las lagartijas pueden perder la cola cuando son atacadas, y esa cola, tras la amputación, sigue moviéndose durante un rato para distraer al depredador. La autotomía caudal, que es como se llama este mecanismo, es común a muchas especies de reptiles. Sin embargo, al vivir durante siglos con pocos depredadores (prácticamente ninguno en el caso de Mallorca y Menorca), los lacértidos de las islas redujeron su capacidad de perder la cola fácilmente, por lo que se volvieron más vulnerables y hoy son presas más fáciles para gatos o serpientes. Lo explica Valentín Pérez Mellado, uno de los más conocidos expertos en las lagartijas isleñas, en el libro 'Les sargantanes de les illes Balears', el número 3 de la colección Galeria Balear d'Espècies editado por la conselleria de Medi Ambient del Govern.