Que para detener el flujo migratorio, el Gobierno del Reino Unido haya anunciado esta semana que negará el visado a extranjeros poco cualificados, que no hablen un inglés muy british o que aterricen en Heathrow con un contrato bajo el brazo inferior a 30.800 euros anuales, vuelve a tensar las negociaciones con la Unión Europea. No hay día que los empresarios turísticos pitiusos no se lleven un sofocón como consecuencia de los anuncios que sobre el brexitbrexit lanza el primer ministro, Boris Johnson. Temen que continúen tensando la cuerda hasta el extremo de que un acuerdo con la UE sea prácticamente imposible. Y esa es la peor de las pesadillas de la industria turística pitiusa: que el Reino Unido salga el 31 de diciembre (quizás incluso antes) a las bravas.

En juego están casi un millón de turistas británicos que cada año veranean en las Pitiusas. Y, sobre todo, los más de 800 millones de euros que se gastan aquí: «Desde el sector turístico debemos intentar concienciar a las autoridades de que, en la negociación del brexit, hay que procurar aislar los temas que se relacionan con el mismo de los grandes temas de controversia entre bloques económicos», avisa José Antonio Roselló, vicepresidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB) y economista.

Posición «desairada»

A su juicio, el sector turístico está en una posición «desairada» (en el sentido de desatendida o menospreciada que recoge la RAE), porque lo que «está interesando en el proceso de negociación de la salida del Reino Unido de la UE son los grandes temas de política y geoestrategia internacional». Y eso perjudica a una isla cuya principal industria es el turismo: «Eso hace que quedemos en medio, sin tener mucha capacidad de opinión ni de reacción ante las decisiones que tomen».

Roselló recuerda la importancia que tiene el turismo británico para nuestra economía, ya que representa el 26% del gasto turístico: «En Exceltur, el máximo dirigente de Jet2Holidays apostó decididamente por nuestro país, que para ellos representa el 52% de su todo su movimiento. Sería una lástima que por culpa de los grandes temas de política internacional, el sector turístico empezara a padecer», alerta Roselló, que teme que las maneras del premier, sumadas al cabreo del bando europeo y las ganas de dar una lección a quienes han puesto en jaque la unión, conviertan la negociación en una batalla campal donde el turismo sea la principal víctima.

«No está claro -asume el vicepresidente de la CAEB- que la salida del Reino Unido de la UE sea pacífica. Hay que aislar ámbitos en esa negociación para que el turismo se vea lo menos perjudicado posible». Pone el ejemplo de los visados y del transporte aéreo, que teme que «se conviertan en moneda de cambio».

Interesa, asegura, tanto al consumidor británico como a los empresarios turísticos ibicencos y españoles «que haya paz, que la negociación discurra por cauces lo más razonables posibles». Pero hay quien quiere guerra.