«Desde que hay kellys, el mundo de los hoteles ha cambiado mucho. Le habéis dado la vuelta al sector, habéis conseguido un cambio brutal», afirma la abogada Aina Díaz mirando a la veintena de camareras de piso de Ibiza y Mallorca que llevan alrededor de una hora escuchándola en la sede de Podemos. Allí se imparte el taller sobre derecho laboral centrado en este colectivo. Y allí las ha recibido a todas la consellera de Podemos Viviana de Sans, que destaca que la sede de Unidas Podemos es un espacio «abierto» que pueden usar todos los movimientos sociales que lo necesiten. «La lucha de las kellys no tiene color político, debería ser de todos los partidos», apunta la anfitriona antes de marcharse.

La abogada empieza el taller hablando del acoso laboral. «Como consecuencia de la huelga de este verano ha habido despidos y cambios de puesto», comenta una de las asistentes, que señala que algunas de las camareras de piso ya habían recibido amenazas previamente. «Estamos en vías de extinción, nadie quiere este trabajo», apunta otra de ellas, que asegura que los hoteles «no se pueden permitir el lujo» de prescindir de ellas. «Pensamos que cualquiera puede hacer este trabajo, pero no es verdad. Somos profesionales de lo nuestro y tenemos que empezar a creérnoslo», continúan las trabajadoras, a las que la abogada explica la importancia de estar, además de asociadas, afiliadas a un sindicato: «La huelga la tiene que convocar un sindicato, siempre vais a tener que recurrir a uno».

Llegar a juicio

Díaz también les recomienda que huyan «como de la peste» cuando sus jefes pretendan aprobar un convenio de empresa. «Está por encima del sectorial», justifica la abogada. Algunas camareras de piso arrugan el ceño y preguntan a Díaz, a la que ya conocen de un congreso que se celebró en Mallorca, si trabajando para la misma empresa pueden ser, en realidad, compañías diferentes. Ella asiente. Pueden tener diferentes números en la Seguridad Social, un «truco» que, detalla, emplean algunos empresarios para evitar hacer fijas discontinuas a las trabajadoras. Ellas podrían denunciar, pero: «¿Cuántas llegáis a juicio?».

Ahí, la abogada recupera el tema del acoso y de los despidos nulos -«los que atentan contra los derechos fundamentales», matiza-, que anima a las trabajadoras a, en el caso de que las despidan, valorar si se se trata de un despido nulo. En ese momento, algunas preguntan por el Tribunal de Arbitraje y Mediación de las Illes Balears (Tamib). «Al final, ahí, es lo que diga el empresario», indica la abogada, que señala que, en muchos casos, las trabajadoras aceptan el acuerdo de este tribunal por una cuestión de tiempo, para ahorrarse la larga espera hasta el juicio.

«En el caso de que se haya producido un acoso hay que demostrarlo y hacen falta muchas pruebas que no siempre tienes y muchas veces sólo por el hecho de protestar ya eres la mala», comenta una de las camareras. La abogada asiente. Entre todas, ella incluida, desgranan las justificaciones de los empresarios para evitar que sus despidos sean improcedentes o nulos: «No rindes como antes», «los clientes se quejan», « las compañeras dicen que lo haces mal»... Y ahí, Aina Díaz, les lanza una pregunta: «¿Consideráis a las gobernantas compañeras?». La respuesta bastante unánime: No. Algunas, explican que estas trabajadoras cobran «incentivos» -unos céntimos por cada cama extra que hagan las camareras de piso- que las animan a «agobiar» a las empleadas.

«Sois la élite del sector. Lucháis, estáis empoderadas. Y eso no es fácil», continúa la experta antes de explicarles que no todas sus compañeras están en la misma situación, que muchas están «precarizadas», que tienen miedo, que igual están pendientes de un desahucio o afrontando el día a día tras un divorcio sin que sus exmaridos les paguen la pensión de los niños. Situación ésta, de «doble precarización», que complica que se sumen a la lucha por sus derechos laborales o que protesten cuando se las explota. «Esa mujer hará lo que la empresa le diga», afirma la abogada, que matiza: «No se trata de maldad». De hecho, en estos casos la abogada recomienda «averiguar» de dónde viene ese comportamiento y «tejer una red feminista» que la ayude a mejorar su situación y no sean tan vulnerables a hacer «el trabajo sucio» de las empresas. Los adelantos de nómina sirven a los empresarios para saber qué empleadas tienen una situación económica más débil, apunta la abogada, que les insiste en ser muy conscientes de quién es el enemigo: «Entre compañeras no se batalla. La lucha de clases la estamos perdiendo porque nos estamos enfrentando entre trabajadores, no con los de arriba. Seamos más inteligentes, creemos red».

En el caso de que se sientan acosadas por las gobernantas (obligarlas a hacer más camas de las que pueden, quedarse más horas, tratarlas mal...), Aina Díaz les recomienda comunicarlo a recursos humanos o a sus superiores. En esto también la unión hace la fuerza. Si la empresa no le ha encargado que ejerza esa presión sobre las camareras de piso, tomará medidas porque no querrá enfrentarse a un problema como, por ejemplo, que parte de la plantilla esté de baja por ansiedad o depresión.

«La explotación genera problemas de salud», defiende la abogada, antes de animar a las trabajadoras a cuidarse haciendo lo posible para que no las exploten: «A partir de los 50 se notan los dolores, no os darán la incapacidad absoluta y conseguir otro trabajo no es fácil. No os la juguéis». «¿Y cómo lo hacemos?», pregunta una de las trabajadoras que atiende al taller. «¡Plantándote!», le responde otra, contundente.