Tener el corazón roto, que se ponga a mil, o se salga del pecho. Tenerlo lleno de cicatrices, que se pare, intentar que continúe latiendo y hasta ponerle un coach eléctrico para que siga su ritmo. No es poesía, es medicina.

TakotsuboSíndrome del corazón roto

Fueron los médicos japoneses los que descubrieron el takotsubo, conocido como el 'síndrome del corazón roto'. Se dieron cuenta de que algunas mujeres, básicamente mayores, cuando sufran un disgusto, tenían síntomas parecidos a los de un infarto. «Pero cuando iban a hacerles el cateterismo veían que el corazón estaba limpio, sin ningún vaso taponado, pero que latía de forma extraña», explica Gaspar Tuero, intensivista de la UCI del Hospital Can Misses. El nombre, takotsubo, viene de una especie de jarrón que se emplea en Japón para pescar pulpos. «Normalmente, el corazón se contrae entero, pero con este síndrome vieron que las zonas de las puntas no lo hacían mientras que las de las bases se contraían mucho para compensar. La imagen era la del jarrón», explica el médico que detalla cómo funciona esta enfermedad que, matiza, «es reversible»: «Ocurre cuando se produce una descarga de catecolaminas, hormonas que el propio organismo genera en situaciones de estrés. Cuando hay dosis muy altas de esas sustancias, el corazón se queda aturdido y no late con la misma fuerza». Aunque el takotsubo pueda parecer una enfermedad rara, a la UCI de Can Misses llegan cada año dos o tres casos, algunos relacionados con consumo de cocaína o éxtasis. «Se le llama síndrome del corazón roto porque lo desencadena un evento estresante», indica el intensivista, que reconoce que el concepto estresante es muy variable: «En una revista de cardiología se hablaba de un caso de una señora a la que le picó una medusa y tuvo un takotsubo por el susto, pero también lo puede provocar la muerte de una mascota o, incluso, una alegría muy grande».

EcmoEl corazón fuera del pecho

Un corazón externo. También un pulmón. En eso consiste la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), un sistema reservado para situaciones de insuficiencia cardíaca (también respiratoria o combinada) que no se pueden resolver en la UCI de Can Misses. El ECMO es, estéticamente, como un antiguo revox de la radio y lo que hace es sacar sangre de una vena del paciente a través de una cánula y, mediante una bomba que la mueve, pasarla por un oxigenador, «de manera que la sangre venosa no oxigenada se convierta en sangre arterial oxigenada y la podamos devolver al cuerpo», explica Tuero. Si el ECMO sustituye al pulmón, la sangre va de una vena a otra y si sustituye al corazón va de una vena a una arteria. Can Misses vivió, el año pasado, un caso de cada. «Y ya no hemos tenido más», apunta el intensivista, que destaca que esta terapia de corazón externo no es algo «definitivo» sino un «puente» que permite a los pacientes aguantar mientras se les traslada a otros centros donde pueden ayudarles, llega un órgano para un trasplante o se revierte lo que ha hecho que el corazón o el pulmón fallen.

El corazón externo no es apto para cualquiera. Para empezar, el problema que ha causado la insuficiencia debe ser recuperable. Y quedarían fuera de esta técnica, para la que se desplazan a Ibiza profesionales de otras ciudades, personas con enfermedades crónicas pulmonares o cardíacas. La de tener el corazón fuera del pecho es una técnica «muy compleja y con efectos secundarios» y es imprescindible que la realicen equipos «que sepan manejarla muy bien». «Tienen que estar muy entrenados», apunta Elena Bartual, también intensivista de Can Misses. Es la opción para cuando ya se han agotado todas las posibilidades.

Esta intervención (colocar las cánulas y conectarlas al aparato de oxigenación y las bombas de perfusión) que aquí se hace en un box de la UCI, en algunos países ya se está comenzando a aplicar en paradas cardiorrespiratorias. París es uno de esos lugares. «Se hace en casos muy determinados, en paradas con muy buenos predictores. Personas jóvenes en los que la causa de la parada pueda ser reversible, que no lleve así mucho tiempo y a los que desde el primer momento se les ha estado haciendo la reanimación», matiza Tuero, que detalla que primero viene una ambulancia que reanima al paciente y luego, si ven que cumple los criterios, llama al equipo especializado en ECMO. Estos profesionales, indican, hacen la intervención en la calle. «Es muy espectacular», concluye.

InfartoCicatrices en el corazón

Gaspar Tuero: «La mayoría de los corazones rotos que vemos son infartos». Elena Bartual: «Un corazón se puede romper de un infarto». Es el diálogo de los dos intensivistas de Can Misses antes de que el primero detalle qué es un infarto: cuando el corazón deja de recibir sangre porque uno de los vasos se ha taponado. En ese momento, el corazón empieza a morirse. Bueno, el tejido que lo forma. La necrosis. Es un proceso que tarda unas horas, pero cuanto antes se abra ese vaso sanguíneo, mejor, ya que ese tejido que vive es un músculo que se expande y se contrae, muerto es una cicatriz. Y si esa cicatriz es muy grande, el tejido deja de funcionar, una parte del corazón deja de trabajar. Durante esas primeras horas, ese tejido moribundo puede causar arritmias, que provocarán fibrilaciones y taquicardias ventriculares, e, incluso, una parada cardíaca.

Para evitar esas cicatrices, para tratar ese corazón infartando el tratamiento consiste en un cateterismo: «Llevar un tubo fino hasta el corazón, inyectar un contraste que permite ver cómo están los vasos, descubrir dónde está el coágulo, hinchar un balón para que el vaso quede abierto y colocar un stent, como una espiral de acero, para que no se vuelva a taponar». Durante el infarto, el corazón no puede bombear sangre a los órganos que, si no se solventa rápido, irán fallando. Riñón, hígado, pulmón... Hasta llegar a necesitar una ECMO o causando un shock cardiogénico, «la situación más grave en un fallo cardíaco»

«Un infarto duele», indica Tuero, que detalla los síntomas mayoritarios: «Dolor en el pecho, en el cuello, en los hombros, en la espalda... Suelen ir acompañados de náuseas, vómitos, sudoración fría... Sensación de muerte». En algunos casos (diabéticos, embarazadas, ancianos y mujeres) los síntomas son «atípicos»: no sienten dolor, pero les cuesta respirar, y sienten sudoración. «Manifestaciones un poco extrañas», comenta Tuero. En cualquiera de los casos, prohibido coger el coche para llegar al hospital. Hay que llamar al 061. Y cuanto antes. Sobre todo ante el riesgo de arritmias, fibrilaciones y taquicardias, en cuyo caso será necesario emplear el desfibrilador. «Las palas», indica el intensivista antes de señalar que un infarto, a pesar de que no sea muy grave hay que tratarlo: «Aunque sea pequeñito puede provocar una insuficiencia cardíaca. Que se canse, que se le encharque el pulmón y que no pueda hacer ya lo que hacía antes».

ReanimaciónSe me para el corazón

Que a alguien se le pare, literalmente, el corazón es muy muy grave. Sobre todo si ocurre durante la noche, o a solas, cuando nadie puede verlo, dar la voz de alarma y, lo más importante, comenzar con el masaje cardíaco, indica Elena Bartual, que además de intensivista es responsable de reanimación cardiopulmonar del Área de Salud de Ibiza y Formentera. «Si el paciente está inconsciente, sin signos de vida, vemos que no respira y que no tiene pulso hay que activar la ayuda y empezar ya con la reanimación», insiste la intensivista, que destaca la importancia de que la población sepa cómo hacerla. «Es fundamental», reitera Bartual. «Notamos mucho la diferencia entre los pacientes a los que se ha reanimado antes de que llegue la ambulancia y los que no», apunta Tuero. «Gente que se recupera como si no le hubiera pasado nada y otra que sale, pero con lesiones neurológicas severas o que, incluso, no llegan a despertar», continúa el intensivista. «Es básico que se enseñe reanimación y el uso de desfibriladores a todos, incluso en los colegios», reitera.

Cuatro minutos. Es el tiempo que un corazón puede estar parado sin que su propietario sufra muchas secuelas. «Igual hay órganos que fallan por la falta de oxígeno, pero el tiempo que las neuronas están sin oxigenar es difícil de recuperar», asegura la médico. A partir de ocho minutos en parada sin que se haya hecho «ningún soporte» es «muy difícil» que esa persona llegue a despertarse. Lo primero, indica, es identificar la parada. Tuero muestra con las manos cuál es la diferencia entre ésta (deja las manos quietas) y una fibrilación (las hace vibrar muy rápido), casos, ambos, en los que hay que practicar el masaje cardíaco y echar mano del desfibrilador. Si hay alguno cerca. Y se sabe usar. Porque aunque la propia máquina va indicando los pasos, señala Bartual, en ese momento de nervios y tensión es probable aturullarse. «Hay unos dibujos que indican dónde hay que colocar los parches», afirma. Y botones de encendido que ponen en marcha indicaciones sonoras que van detallando los pasos. «Igual hay quien piensa que se colocan los parches y ya está. Pero no. Por eso lo ideal es un curso mínimo. No es complicado, pero haberlo visto, al menos, ayuda», asegura. «Las descargas no son para todos los casos», apunta Tuero. Esto, el aparato también lo indica, después de analizar el estado del paciente. En el caso de que no esté indicado, comentan los intensivistas, hay que seguir con el masaje cardíaco: «30 compresiones, dos ventilaciones»

MarcapasosPonerse a mil

Todos nacemos con marcapasos. Unas células que se encuentran en el corazón, en el nodo sinusal, que son las que hacen que se contraiga el corazón. Las que marcan el ritmo. Las que se encargan de que el ritmo sea el que toca. Son como un circuito eléctrico. Y se puede dañar. Por fármacos, por alteraciones de potasio, por insuficiencia renal, en un infarto, por la arterioesclerosis y con la edad. «Es un sistema pequeño y puede dejar de funcionar, tener cortocircuitos», indica Elena Bartual. Y es en ese momento cuando hay que instalar un marcapasos para sustituir a esas células.

A veces por bradicardia (el corazón se vuelve perezoso y va más lento de lo que debería), que son los que se ponen en Can Misses, y otras por taquicardia (cuando se acelera). Hay marcapasos muy específicos, que no se instalan en el hospital ibicenco, indica Bartual que detalla que hay algunos que se colocan a pacientes que han sufrido una muerte súbita y que pueden llegar a evitar otras.

«El marcapasos dispone de un cable que va al corazón, al ventrículo derecho y luego de un generador, una pila, además de un electrodo que detecta los latidos del paciente, los lee y salta si hace falta», detalla la especialista, que enumera algunos de los síntomas de la bradicardia (ya saben, el corazón lento): cansancio, insuficiencia cardíaca, mareos, síncopes... Averiguar si esto es por bradicardia o por taquicardia no siempre es tan sencillo, comenta la médico, que muestra el folleto informativo que entregan a los pacientes y sus familiares cuando se les va a instalar un marcapasos. Una intervención que «no es complicada» pero que es molesta para el enfermo, ya que no se hace con anestesia general. «Tampoco son diez minutos», apunta Elena Bartual, que asegura que llevar un marcapasos no implica un cambio de vida.

Sanos y enfermosCorazones grandes

«Los corazones de los deportistas son un poco más grandes de lo normal», comenta el intensivista de Can Misses Gaspar Tuero: «En cada latido expulsan más sangre y necesitan menos latidos». El corazón es un músculo y, cuanto más se ejercita, más crece. «Pero no mucho», matiza el médico, que detalla que cuando el corazón crece demasiado se convierte en patológico. Está enfermo. Esto ocurre, explica, cuando aumenta como consecuencia de un infarto: si hay una parte del corazón que ya no late, con cicatriz, «como tiene menos fuerza, se contrae menos y, para compensar, se va a dilatar. Al final, en cada lado, aunque se contraiga menos, mueve la misma cantidad de sangre». «Si se trata de un corazón grande porque se ha adaptado al ejercicio, en principio está bien, pero si es por enfermedad, es un corazón patológico», indica el médico, que asegura que hay pacientes, sobre todo mayores, que le dicen que tienen «el corazón más grande que la caja».

Modelo helicoidalRetorcerse el corazón

Inflándose. Desinflándose. Inflándose. Desinflándose. Inflánd... Y así toda la vida. Palpitando. Latiendo. El imaginario colectivo del corazón. Pues no está tan claro. Igual el órgano asociado al amor no efectúa un elegante latido sino que se retuerce. Eso lo que afirmaba el cardiólogo Paco Torrent Guasp en su teoría del modelo helicoidal del corazón, indica Gaspar Tuero. El intensivista explica que este médico valenciano se dedicaba, en los años 50, a hacer disecciones anatómicas y «dudaba» de lo que se explicaba en las facultades de Medicina sobre el movimiento «pasivo» del corazón. Se pasó la vida diseccionando corazones de vaca «hasta que descubrió que el corazón, realmente, es una sola banda muscular pegada sobre sí misma». Ésta, detalla Tuero, hace una doble espiral: una que sube y otra que baja. «Cuando la que baja se contrae y se estruja, expulsa la sangre, pero cuando se contrae la que sube, se relaja. Esto genera en el corazón un movimiento de torsión, no palpita», continúa el intensivista, que señala que, de esta forma, el corazón funcionaría «como un pistón».

Este modelo del corazón helicoidal de Torrent Guasp ha ido ganando adeptos con el tiempo. Sobre todo entre los cirujanos cardíacos. Algo menos entre los cardiólogos. Y nada en el colectivo de los arritmólogos. «Hace poco, en un estudio reciente del Hospital de la Pau de resonancia magnética, de tractografía, para ver las fibras del corazón, se comprobó que se parecía bastante», indica Tuero antes de mostrar un vídeo en el que se ve a Torrent Guasp haciendo una «disección digital», que no es otra cosa que rasgar un corazón de vaca con un dedo e ir desenvolviendo esa única banda muscular para demostrar su modelo helicoidal. Tuero destaca lo complicado e intrincado de la distribución de las fibras que forman el corazón -«suben, bajan, se cruzan...»-, sobre la que hay «miles de modelos» y entre los que el de Torrent Guasp resalta por ser el más sencillito. «El corazón es un lío», indica el intensivista.

Y eso sin meter de por medio el amor.