Tres años después de que se detectara que las nacras ( Pinna nobilis) empezaban a morir y mientras se han ido averiguando más detalles del patógeno que las está matando y de las circunstancias en las que se ha producido la mortal epidemia, hay algunos enigmas que persisten e intrigan a los expertos. Y uno de ellos es que, en realidad, hay dos especies de nacras muy parecidas -tanto que es fácil confundirlas- y que comparten un hábitat similar aunque con matices y, a pesar de ello, la menos conocida no parece verse afectada por el parásito que mata a su congénere, una mutación de Haplosporidium hasta ahora desconocida que ya ha sido bautizada como H. pinnae.

Más discreta y menos famosa, la denominada nacra de roca o rugosa ( Pinna rudis) es, a diferencia de la simplemente denominada nacra, más habitual en sustratos de roca que en las praderas de posidonia. Y aunque muchos estudios señalan que es menos frecuente de lo que lo era Pinna nobilis antes de la catástrofe, lo cierto es que es una especie que puede verse con cierta facilidad en los fondos que rodean las Pitiüses; en los islotes de sa Galera, s'Espartar, sa Conillera o en s'Olleta de es Vedranell, por ejemplo, existen ejemplares.

Las dos nacras son fáciles de confundir cuando los individuos son juveniles, porque las dos tienen unas grandes escamas que, al crecer, sólo irán desapareciendo en P inna nobilis pero se conservarán en la nacra rugosa. Además, la superficie de la concha de la especie P.rudis tiene unas costillas radiales más marcadas que en la especie afectada por la mortalidad masiva; la concha es más rugosa. Tiene espinas más separadas y en menor cantidad. Por otra parte, si la nacra tiene la forma exacta de un gran mejillón, y tal comparación es inevitable, la variedad rugosa tiene una forma más acusada de abanico triangular, color rojizo y menor tamaño (si la nacra puede sobrepasar un metro de longitud, la rugosa no llega a medio metro y su media es de 35 centímetros).

¿Tiene costillas?

A pesar de que tales diferencias hacen suponer que la distinción es tarea sencilla, hay que tener en cuenta que las conchas de estos moluscos bivalvos a menudo están cubiertas por completo de diversas algas y otros organismos, por lo que es prácticamente imposible observar si el ejemplar tiene costillas. De hecho, la identificación ha dado no pocos problemas a los expertos a la hora de determinar si algunos ejemplares hallados y fotografiados por submarinistas son nacras supervivientes de la masacre o son nacras rugosas.

Un factor importante, con el que se ha intentado explicar el misterio de la enorme especialización del protozoo parásito, es que Pinna nobilis es una especie endémica del Mediterráneo -y emblemática de la cultura de las poblaciones que han habitado en sus márgenes a lo largo de los siglos-, mientras que P. rudis también se halla en el Atlántico. Desde que se detectó que el parásito no afectaba a esta segunda especie, los expertos se han preguntado por qué el parásito es tan especialista y si la razón es que la nacra rugosa, al habitar también en el Atlántico, pudiera haber estado en contacto con él y ser resistente por ello. El protozoo, sin embargo, se ha identificado finalmente como una especie nueva.

La variedad rugosa, también conocida como nacra de púas gruesas, es una especie que, tradicionalmente y a pesar de estar igualmente protegida por convenios nacionales e internacionales, no ha sido objeto de tantas investigaciones como lo ha sido Pinna nobilis, que ha gozado de mayor interés por ser un endemismo muy conectado a las praderas de posidonia y por su relación emblemática con las culturas mediterráneas, que la conocen desde la antigüedad y que la han explotado con fines comerciales, como objeto decorativo o para extraer su nácar para hacer botones.

Sin embargo, el Centro Oceanográfico de Balears del Instituto Español de Oceanografía sí ha estudiado y sigue la evolución de las poblaciones del archipiélago de Cabrera, aprovechando los estudios que se llevan a cabo para conocer la incidencia de la mortandad de nacras en este parque nacional, y ha detectado la presencia destacada de rugosa en cuevas, además de registrar ejemplares con edades comprendidas entre los dos y los treinta años

A decir verdad, existe una tercera especie de nacra en el Mediterráneo, P. pectinata (reclasificada como Atrina pectinata). Su área de distribución es más amplia, ya que puede encontrarse incluso en el Indo-Pacífico, pero habita a profundidades por debajo de los 40 metros y que llegan a 600, en sustratos de arena y fondos fangosos, por lo que las referencias que suelen llegar de ellas son las de la pesca de arrastre; los ejemplares que las redes extraen hasta la superficie.

La clave: Observadores del mar

La conselleria balear de Medio Ambiente, el Centro Oceanográfico de Baleares del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Imedea UIB-CSIC (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados) siguen solicitando con insistencia la colaboración de bañistas y buceadores para localizar individuos vivos o enfermos de nacras y conocer el estado de su hábitat. En la plataforma de ciencia ciudadana de Observadores del Mar (observadoresdelmar.es), el equipo de Proyecto Nacra recoge y analiza todas las observaciones que los colaboradores realizan, tanto de la nacra como de la nacra de roca, que a menudo llegan a la plataforma con dudas sobre su identificación.