La bucólica imagen del Pla de Corona cubierto con el manto blanco de los almendros en flor atrae cada año a numerosos domingueros y ciudadanos ociosos para inmortalizar en imágenes tan pintoresca estampa, que se repite anualmente por estas fechas. Y, sin embargo, esa postal tiene los días contados. Los almendros se mueren y no les quedan ya muchos años de vida. No se debe a ninguna enfermedad vegetal, sino a una plaga aún peor y más devastadora: el abandono del campo por parte de la población. Según los expertos, los árboles, ya viejos, morirán en breve, sencillamente, de viejos. Salvo algunas acciones de poca entidad, no tienen relevo en forma de nuevas plantaciones. (Ver galería de imágenes)

Ayer, y como es tradicional, cientos de personas acudieron a la Festa de s'Ametlla de Corona que desde hace cinco años organiza la dinámica Asociación de Vecinos de esta parroquia. Diversas actividades y talleres destinadas a popularizar la almendra, que tantos réditos dio a la economía ibicenca antes de la llegada del turismo de masas. Esta entidad, con la colaboración del siempre activo técnico de Agricultura del Consell Josep Lluís Juan y otros voluntarios, dieron a conocer recetas con la almendra como protagonista.

«Esto se acaba»

Y, sin embargo, la mayoría de los participantes en estos actos ignoran que los almendros del Pla de Corona agonizan. Josep Lluís Juan explicaba ayer a este diario que la gran mayoría de los árboles que actualmente hay en este fértil llano agrícola «están ya en el límite de su existencia biológica», pues son viejos, probablemente tienen cerca de un siglo «y no se cuidan». En estas condiciones, su futuro no constituye ningún misterio: «Esto se acaba», afirma. Si a ello se le suman los daños que han causado los últimos vendavales, se llega a la conclusión de que la emblemática estampa coronera de los almendros en flor tiene fecha de caducidad y ésta no se encuentra ya muy lejana.

«Estamos viviendo de créditos», dice este experto, en alusión al bonito paisaje que ofrecen los almendros, el cual es posible gracias al esfuerzo que se hizo en un pasado, pero que no tiene continuidad en el presente.

Es cierto que en los últimos años se han efectuado nuevas plantaciones, por parte de personas jóvenes que tienen interés en mantener este cultivo, y se trata de un signo de esperanza que puede marcar un cambio de rumbo. Sin embargo, para el técnico agrícola será necesario mucho más para evitar la desaparición de este árbol.

«Hay que coger el toro por los cuernos y hacer un plan específico para este asunto. Hay que pensar que en todo el Pla de Corona solo queda un rebaño de ovejas. La gente mayor va muriendo y se descuidan los árboles», explica Josep Lluís Juan, que añade: «Lo que se necesita, sobre todo, son payeses que quieran trabajar con la almendra, pero también apoyo de las instituciones para que tengan una ayuda».

La muerte de este paisaje no se producirá, como suele suceder, de la noche a la mañana, pero llegará un momento en que los campos de almendros de Corona serán solo un recuerdo. «Cada año iremos notando que los árboles tienen menos flores, hasta que ya será tarde para solucionarlo», señala. De hecho, algunos asistentes a los actos de ayer ya comentaban que los almendros estaban poco floridos este año.

Cómo evitarlo

¿Cómo puede evitarse esta pérdida? No parece excesivamente difícil. Los propietarios que se animen a preservar sus árboles tienen como aliada a la tecnología. «El cultivo del almendro es muy mecanizable y, con una inversión bastante modesta, se pueden mantener los cultivos», señala Juan, quien asegura que el gasto más importante consiste precisamente en la plantación de los ejemplares, porque posteriormente no requieren grandes esfuerzos para su mantenimiento. «Son trabajos que, además, se pueden hacer fuera del verano», añade.

De hecho, hay motivos para la esperanza pese a la adversidad del panorama. El simple hecho de que la Asociación de Vecinos organice desde hace cinco años la Festa de s'Ametlla de Corona para reivindicar la importancia de este producto ya es un síntoma del despertar de unas conciencias adormecidas a causa del monocultivo turístico. María Ferrer, presidenta de la asociación, afirmaba: «Se empieza a ver gente joven interesada en la almendra; antes solo veías a personas mayores, ahora se ven algunos jóvenes». María Ferrer recuerda que durante estas fiestas se han impartido unos cursos sobre poda e injerto destinados precisamente a estimular el interés por la recuperación de este sector.

Durante casi todo el día pudo verse una exposición de variedades tradicionales de almendra en Ibiza y hubo talleres culinarios a partir de este producto, como galletas, riccota o leche de almendra. Una excursión y una paella solidaria contra el cáncer completaron la jornada.