Hace justo un año, Joan Marí Guasch suspiraba por ser relevado en la presidencia de Agroeivissa, al frente de la cual llevaba 16 años. El pasado mes de agosto recibió una llamada que le cambió la vida y que alivió su deseo de ser sustituido en la cooperativa.

¿Quién le llamó para ofrecerle el cargo de director insular de Medio Rural y Marino?

Fue el presidente del Consell, Vicent Marí, junto a los representantes de varias asociaciones agrarias. Les pedí un margen de tiempo: tenía la explotación en plena producción, en pleno verano. Quería ganar tiempo para eso y para pensar un poco, pues no me esperaba esta petición.

¿Le advirtieron antes de que se celebraran las elecciones de que contarían con usted si ganaban?

No. Ni en los mejores sueños pensaba que surgiera esta oportunidad. Y cuando me la dieron, pedí tiempo para, también, hablarlo con mi familia. Lo fácil era decir que no. Tengo salud, mis hijos están crecidos, mis ambiciones de juventud ya están aparcadas€ Lo que buscaba en ese momento era tener más calidad de vida.

¿Es independiente o está afiliado al PP?

Soy independiente. Era una oportunidad que me daban para ayudar desde otro ámbito a un sector al que tengo mucho cariño. A estas alturas de mi vida me siento con la obligación moral de devolver la ayuda que me dieron algunas asociaciones y personas en mis comienzos, sobre todo a los jóvenes que se incorporan. El presidente vino a hablar conmigo y me dijo algo que terminó de convencerme: «Vamos a intentar que haya relevo generacional, vamos a fomentar el producto local. Y si no somos capaces, al menos lo habremos intentado». Esas tres últimas palabras me hicieron aceptar.

¿Cuáles son sus objetivos al frente de la dirección insular? Supongo que el problema del agua ocupará buena parte de su agenda.

Ayer [por el miércoles] participé en Mallorca en el Consell Agrario interinsular y uno de los puntos del orden del día era el aprovechamiento de las aguas regeneradas, que no es un problema exclusivo de Ibiza. En el resto de las islas también lo tienen. La calidad del agua de riego requiere actuaciones urgentes que cuestan mucho dinero. La consellera balear de Agricultura [Mae de la Concha] nos contó que había expuesto este problema al nuevo gobierno de España y que la idea es, entre todas las administraciones, sacar todos los recursos para intentar arreglarlo. No será fácil.

Hace justo un año parecía cansado. Llevaba 16 años al frente de la cooperativa Agroeivissa y parecía pedir a gritos un relevo. Esto de que le nombraran director insular le vino que ni pintado, admítalo.

Llevo años hablando del relevo generacional. Hay que predicar con el ejemplo. Y no podía haber mejor ejemplo que el que yo dejara la presidencia de la cooperativa Agroeivissa y tomara el relevo una persona joven, Iván Colomar, de 31 años, formado y agricultor a título principal. Su padre era socio, pero él no. Se asoció, celebramos una asamblea general extraordinaria y se le nombró por unanimidad. También confío en que mis hijos me releven en mi propia explotación.

«Nosotros tenemos experiencia, pero nos faltan los jóvenes», dijo hace un año. ¿Fomentar el relevo generacional es uno de sus objetivos como director insular?

[Muestra una carpeta que hay en su mesa titulada 'Creación de empresas de jóvenes agricultores'] La semana que viene celebraremos unas jornadas sobre este tema, y a la siguiente me los llevaré una semana a la Península para que vean los proyectos de otras zonas productoras (de Granada, de las Alpujarras, de Almería) llevadas por jóvenes que, antes de llevarlos a cabo, prácticamente estaban obligados a emigrar. Allí, han montado grandes cooperativas agrarias cuyo mercado es todo el mundo. El resultado es la suma de 300 o 400 jóvenes agricultores. Quiero que los de aquí lo vean. Ya le dije al presidente del Consell que el 80% de mi trabajo tenía que enfocarse en esto.

¿Pero hay jóvenes dispuestos a trabajar la tierra?

Me he planteado visitar cada semana a estos jóvenes agricultores para preguntarles qué necesidades tienen, qué quieren hacer y en qué podemos ayudarles. Cuando llegué a esta dirección tuve la sensación de que se había perdido la conexión entre la Administración y los agricultores. Da la sensación de que los agricultores sólo visitamos el Consell para tramitar expedientes. Eso debe cambiar. Tiene que haber comunicación y nosotros debemos ayudar en todo lo que ellos nos pidan.

«A veces la Administración es lenta», dijo en febrero de 2017. Pues ahora está dentro. ¿Qué tal se maneja con la burocracia y con los funcionarios?

Puedo confirmar ahora, de primera mano, que la Administración es lenta. Pero me doy cuenta de que cuando se incide y se apuesta por algo, al final salen las cosas. Cuando llegué había un retraso en algunos asuntos muy importantes para agricultores, pescadores y ganaderos, como las subvenciones, que estaban pendientes. Llegamos a la situación de que, si no se sacaban en 2019, habría que coger recursos de los presupuestos de 2020 para cubrir esa necesidad. Gracias al esfuerzo de los técnicos se sacó en plazo, antes de finalizar el año. Y esta semana ya están todas esas ayudas prácticamente pagadas, más del 90%. Hay que dar ayudas a las asociaciones, pero también hay que pagarlas en un margen de tiempo razonable. Ya hemos elaborado el Plan Estratégico de Subvenciones para el 2020, que será aprobado, con casi toda seguridad, en el próximo Consell Executiu. Abarca, en algunos casos, hasta el año 2022. Son las líneas de ayudas para las asociaciones y suponen un incremento significativo de inversiones. En el año 2019 nos encontramos con un problema: no había dinero para invertir en asociaciones y cooperativas agrarias.

¿En qué tipo de inversiones?

En adquisición de maquinaria, equipos y otras necesidades.

¿Y por qué no había dinero?

Se habían pagado subvenciones de años anteriores y sólo quedaban 10.000 euros. Con esa cantidad, mejor no sacar nada. Los técnicos están trabajando para que en cuanto se apruebe el Plan Estratégico, aparezca la convocatoria de ayudas, que en 2019 salió en agosto. Y en 2018, en octubre. Este año intentaremos publicarlas en febrero. De esta manera, las asociaciones, cooperativas y otras entidades sabrán de qué recursos disponen.

Lleva poco tiempo, apenas tres meses, ¿pero ha pensado en algún momento en tirar la toalla y regresar a su finca y a Agroeivissa?

Mentiría si dijera que no. Me considero productivo. Y aquí la productividad es de otra manera. A mí el trabajo no me da miedo. El día que regreso contento a casa es cuando sacamos líneas de ayudas como de las que acabo de hablar. Otros días no son tan buenos. Ya le dije al presidente del Consell [Vicent Marí] que me había marcado un corto, medio y largo plazo. Según cómo fueran las cosas, decidiría. Y en el corto, en estos últimos tres meses, lo que más me ha motivado ha sido defender al sector en los presupuestos del Consell. Ha sido una batallita interna, pero importante. Estoy contento de haber estado aquí para defender esa postura.

¿Mantuvo un pulso por conseguir más dinero en los presupuestos?

Sí. No se trataba de ganar o de perder, sino de tener recursos suficientes para dar respuesta a las necesidades.

Y si no lo sacaba, para qué seguir, ¿no?

Por ejemplo. Ya está superado. Los tres ejes principales de este último mes han sido, para mí, sacar en plazo las subvenciones del año pasado, pagarlas, y, sobre todo, redactar el Plan Estratégico de Subvenciones. También hemos sacado una línea de mantenimiento de paisaje en fincas rústicas, que estaba atascada.

Se va de Agroeivissa y la Tuta absoluta vuelve a causar estragos en el tomate. El Nesidiocoris tenuis, que usted introdujo durante la pasada crisis de esa plaga, parece que ya no es suficiente. ¿Qué van a hacer?

Convivir con la tuta. Con las plagas, al final se termina conviviendo. Producen unos daños, y hay que procurar que sean los mínimos posibles. El año pasado se produjo un repunte. Para 2020 está planificado en el programa de sanidad vegetal una iniciativa de confusión sexual dentro de invernaderos, que en la Península está teniendo éxito. En febrero visitaremos en Almería la finca de experimentación de las Palmerillas para que nos expliquen este proyecto. Allí llevan dos campañas trabajando con este sistema.

¿Cómo solucionarán el problema de las torcaces? Se han zampado el 66% de la cosecha de melocotones.

El pasado lunes me reuní con un agricultor al que destrozaron 30 toneladas de nectarinas en 2019. Según un estudio realizado en Ibiza en 2016, parece que no hay una varita mágica. Cada finca tiene una situación diferente, por su tipo de cultivo, su ubicación, si hay cerca un bosque... En esa finca se llevará a cabo un plan de actuación. Se hará durante la fase crítica, tras el cuaje, en los inicios del crecimiento del fruto, cuando la nectarina es pequeña y la torcaz la puede engullir. Se emplearán tronadoras, se darán permisos de caza excepcionales, se usarán unas máquinas que imitan el sonido de las rapaces y que parece que dan buenos resultados en el aeropuerto, se emplearán cometas, cintas, redes, láser€ Veremos qué resultados dan y a qué conclusiones llegamos. En Mallorca, ayer [miércoles] me reuní con el director general de Biodiversidad, Llorenç Mas, y le planteé este tema y el de las serpientes. Vine contento: si se adoptan medidas a medio plazo con las torcaces, será junto a esa dirección general, pues en Mallorca tienen el mismo problema.

¿Y qué le dijo Mas sobre las serpientes?

Pendiente de confirmación, me habló de un proyecto de control de ofidios en las Pitiusas que asciende a 840.000 euros. Los recursos que teníamos aquí eran muy limitados. Se pondrán más jaulas y habrá un equipo de seis agentes del Cofib [ Consorcio para la Recuperación de la Fauna de les Illes Balears] y dos vehículos para hacer el control. El propósito es que el control sea más potente que el que se ha hecho hasta ahora, que llegábamos adonde podíamos.

¿Cuánto se dedicó en 2019?

Unos 25.000 euros a través de la Federación de Caza.