«No, lo siento, ya no revelamos». «Qué va, hace años que ya no trabajamos en analógico». «En Ibiza solo Foto Raymar». «Habla con Foto Rocha, creo que ellos tal vez siguen haciéndolo». «Desde que se rompió la máquina, no revelamos. Ya no merece la pena arreglarla». «Parla amb en Toni, de Sant Antoni». «En Santa Eulária no hay ningún estudio que revele ya, tienes que irte a Vila». Esas, y otras muchas del estilo, son algunas las respuestas que los dueños de la tiendas de fotografía de la isla ofrecen cuando se les pregunta por el revelado de carretes analógicos. «Es una pena», agrega Basi Fontarosa, de Zoomfoto. «Yo me dedicaba a eso, al revelado de color, pero hace tres años que dejamos de hacerlo», comenta nostálgica. (Mira aquí la galería de imágenes)

Tras más de 20 llamadas telefónicas, la conclusión es la misma: tan solo Foto Rocha y Foto Toni, en Sant Antoni (y esta última también con una tienda en Vila), revelan a color, y Foto Raymar y M&M Fotógrafos, en Ibiza, en blanco y negro.

Al frente de Foto Raymar se encuentra Rafa Domínguez, fotógrafo y ex redactor gráfico de Diario de Ibiza. «Estuve en Es Diari de los 20 a los 26 años, fue una buena época. Recuerdo que salíamos a hacer fotos por la mañana y volvíamos a la redacción a revelarlas. Y luego, por la tarde, lo mismo», relata Domínguez. «Nada que ver con ahora», comenta entre risas. Desde su negocio familiar, ubicado en la Vía Púnica, ha visto cómo el boom .

Fue su tío Rafael Mulet quien abrió el estudio en 1963. «Luego mi padre empezó a trabajar con él, en los años en los que un fotógrafo era un señor fotógrafo», dice con orgullo. Los servicios que se ofrecían eran «similares a los de ahora, pero el volumen de trabajo era mucho mayor». Reportajes de bodas -antes hacían fácilmente una boda a la semana-, bautizos, comuniones e incluso encargos de los seguros «para fotografiar coches que habían sufrido algún accidente», fiestas de cumpleaños o imágenes de hoteles para ilustrar los folletos. «Mi padre se levantaba a las seis de la mañana, revelaba sus películas y a las nueve entregaba las fotos. Luego, a las 14.30 horas se ponía a revelar otra vez para poder entregarlas por la tarde. Era un trabajo diario. A veces revelábamos 30 carretes al día», añade. No como ahora. «Hoy en día, con suerte, nos traen 10 películas al mes», comenta irónico. Las cámaras digitales han relegado a un segundo plano el revelado analógico, al que siguen fieles los más nostálgicos o algunos profesionales.

La moda 'vintage'

«Sigo revelando porque lo llevo haciendo toda la vida y para no dejar sin servicio a los clientes habituales», asegura Domínguez. Su público: profesionales que «buscan marcar la diferencia» y jóvenes que «desempolvan las cámaras de sus padres» con la «moda vintage». «Gracias a esto ha habido un pequeño aumento en el volumen de carretes que recibo, pero no muy significativo», destaca.

«La fotografía analógica es nostalgia. Son ganas de conservar un trozo del pasado. La digital igual, solo que sin mojarte las manos», comenta el propietario de Raymar haciendo referencia a los líquidos y barreños necesarios para revelar los negativos. En su opinión, «es más fácil». «Vivimos en una época en la que todos somos fotógrafos, poetas, escritores, periodistas o agentes de viajes. La democratización de las artes está muy bien, pero se ha devaluado el trabajo de los que nos dedicamos a esto y se ha deformado el criterio entre un trabajo profesional y uno que no lo es», opina este enamorado del arte. «Para mí la fotografía es mi lenguaje, mi modo de vida, mi profesión y mi sustento. Aunque ya no ofreciese el servicio de revelado analógico en la tienda, lo seguiría haciendo por gusto», asegura.

A menos de 20 km, en San Antoni, un par de estudios más continúan trabajando con negativos. Paco y Catina Rocha, propietarios de Foto Rocha, llevan el negocio familiar ahora que sus progenitores se han jubilado. Su padre, Paco Rocha, llegó a la isla en los años 60, «cuando el turismo comenzaba a despuntar». «Recuerdo que solo había un par de fotógrafos en la isla», comenta Catina, que era muy pequeña en esa época. «A mi padre le llamaban para hacer fotos en las fiestas de los turistas. A veces íbamos a ayudarle con los cables, no había nada inalámbrico», ríe.

Tras el mostrador se respira melancolía y la morriña de quien ha conocido tiempos mejores. «Antes teníamos otra tienda, ubicada a un par de calles de aquí. Pero esta temporada hemos decidido cerrarla. Con mis padres jubilados y teniendo que pagar a varios trabajadores, es imposible mantenerla», comenta el mayor de los Rocha.

«100 carretes diarios»

Reportajes fotográficos, revelado digital -«al menos ahora la gente quiere imprimir sus fotos, hace unos años no imprimía nadie», comenta el propietario con alivio- y muy pocos carretes analógicos, además de material como marcos, álbumes o cámaras son los servicios que ofrece el negocio. «Antes llegaban a dejarnos 100 carretes en un día para revelar. Ahora tenemos unos 4 o 5 a la semana», agrega. Por ello, mantener el servicio «no sale rentable». «Seguimos haciéndolo más bien por amor. Los productos son caros, requiere de tiempo y el volumen de trabajo es mínimo. Pero aquí seguimos», destaca. En un pequeño almacén, una máquina reveladora continúa encendida a pesar del tiempo. «Foto Ritu nos dio su reveladora. Usamos algunas de sus piezas y algunas de la nuestra para conseguir que siguiera funcionando. Pero no es fácil. Ya no hay piezas de repuesto», comenta. Una pantalla moderna incrustada en el frontal de la vieja máquina lo confirma. «Hay que ser creativos. Por suerte tenemos a un electricista que es muy bueno y nos hace algunos apaños», añade entre risas.

En cuanto al cambio de fotografía analógica a digital, el experto opina: «Hay que ser realista. Si la fotografía digital ha barrido totalmente a la analógica es porque tiene cosas mejores. Si nos ponemos sentimentales, el grano de la película, el tono y la nitidez es diferente, y es muy difícil emular el proceso analógico. Pero la calidad, el detalle y la nitidez a la hora de ampliar es mejor en la digital, además de la inmediatez», comenta. «Donde sí se ha perdido es con los móviles. Es mejor una cámara de media gama digital que la de un teléfono carísimo», destaca.

Pero la fotografía no es solo calidad, detalle e inmediatez. «La emoción también se ha perdido», añade pensativo. «La sensación que tienes desde que tiras las fotos hasta que las revelas no la sientes en el formato digital. Se ha perdido un poco la magia de la sorpresa», comenta.

Antonio Costa, de Foto Toni, es el tercero de los bastiones analógicos que continúan haciendo frente al tiempo en Eivissa. Con una tienda en Vila y otra en Sant Antoni, Costa confiesa que el « boom de la fotografía digital» les «ha matado». «Antes se revelaban todos los carretes. Ahora, de 50.000 fotos revelas una», asegura. Ibicenco y extrabajador de Kodak, hace más de 35 años que abrió el laboratorio de Sant Antoni, convertido, en la actualidad, en una reliquia. «La máquina de revelado estaba encendida de la mañana a la noche. Ahora la enciendo una vez a la semana, con suerte», comenta el propietario de un negocio que, según él, está «bastante estancado».