Cuando ayer por la mañana Mónica Yern, enfermera gestora de casos de Pediatría del Área de Salud de Ibiza y Formentera, llamó a la puerta del piso en el que viven, Carlos y su madre Belén no podían ni imaginar que aquello con lo que no se atrevían siquiera a soñar, una silla de ruedas que sube y baja escaleras, estaba muy cerca. (Mira aquí las fotos del regalo de la silla a Carlos)

Madre e hijo llegaron a la isla hace unos cuatro años procedentes de Cataluña, a donde ella se había marchado hacía tiempo, y se instalaron con el abuelo en una vivienda del barrio de ses Figueretes. Un tercero sin ascensor que ha complicado muchísimo la vida de la familia ya que Carlos, de trece años, padece síndrome de Duchenne, una distrofia muscular progresiva que va paralizando su cuerpo. De hecho, hace un tiempo que Carlos va en silla de ruedas y apenas tiene movilidad.

A Mónica Yern le llegó el caso de Carlos y su familia, muy humilde, por varias vías. Primero le habló de ellos la trabajadora social del centro de salud al que acude el joven y, poco después, la educadora social del instituto de Carlos. Ambas le hablaron de la enfermedad de Carlos y de cómo la situación de la familia y la falta de un ascensor en el edificio estaba estrechando su ya de por sí limitado día a día. Desde el primer momento, la enfermera tuvo claro que había que actuar, así que no dudó en reunir a todos los profesionales implicados en la atención a la familia, tanto de Salud como de los servicios sociales del Ayuntamiento como de Educación, para buscar la forma de hacer algo más llevadera su vida.

Enclaustrado en casa

Enclaustrado en casa

«Como no podía bajar por las escaleras, la madre y el abuelo habían ideado un sistema, que habían fabricado ellos mismos con unos palos, para sortear los tres pisos. Con ello, entre los dos subían y bajaban a Carlos», explica la enfermera. Hace unos meses, sin embargo, el abuelo enfermó y tuvo que ingresar en el Hospital. Belén sola, y superada por la situación familiar, no podía cargar los tres pisos con su hijo de trece años, así que, sin el abuelo, Carlos quedó prácticamente condenado a no salir de casa, un piso pequeñito. El joven, de hecho, ha pasado meses sin salir a la calle.

La prioridad que se marcaron las profesionales implicadas en el caso fue una revisión hospitalaria de Carlos para asegurarse de que se le ofrecía el mejor tratamiento posible. A partir de ahí, ya se pusieron todas a pensar en la forma de conseguir que Carlos pudiera salir de casa con normalidad. Primero lograron una silla de ruedas eléctrica para que el joven pudiera moverse sin muchos problemas al salir a la calle. Pero ahí estaba el problema principal: salir a la calle, superar los tres pisos sin ascensor. Para ello, recuerda Yern, se pusieron en contacto con Proyecto Juntos, ya que pensaron que podría conseguir una silla de ruedas capaz de subir y bajar los escalones que convierten el hogar de Carlos en una prisión. Un gasto que la familia no podía asumir.

Ayer, cuando Carlos y Belén abrieron la puerta a Mónica se quedaron sorprendidos. La enfermera estaba acompañada de Fran Grima y Ángel Moreno Barroso, jugador y delegado de campo de la UD Ibiza, que le entregaron una camiseta y una bufanda del club y le invitaron a ir un día a ver un partido e, incluso, poder bajar al campo. Yern, además, entregó a la familia una caja llena de productos, cedidos por empresas de la isla, para que pasen la mejor Navidad posible.

Un regalo especial

Un regalo especial

Contentos con la sorpresa, madre e hijo no sospechaban que aún hubiera más. Cuando los futbolistas abrieron la puerta para marcharse, en el umbral esperaba Papá Noel con un regalo muy especial: una silla que sube y baja escaleras y que cambiará por completo la vida de Carlos. Madre e hijo apenas podían creérselo.

«Carlos Ramón, de Juntos, ha sido fantástico con este caso», señala la enfermera, que hizo de conejillo de indias para que Belén aprendiera cómo funciona la silla. «La probó conmigo. Bajé y volví a subir. Si conmigo fue bien, con Carlos mucho mejor», indica, emocionada, Mónica Yern, que destaca que hoy martes la familia estrenará de verdad la silla, ya que tienen una comida fuera de casa. «La hemos dejado cargando», apunta la enfermera, que señala que el próximo paso será ver si, ahora que Carlos ya puede salir de casa y recorrer en silla de ruedas el barrio, éste está libre de barreras. «Si no, ya llamaré al Ayuntamiento», adelanta (y avisa) Mónica Yern.