La familia de Can Pascual ya contaba con algunos reputados antepasados que merecen un destacado lugar en la historia de Ibiza, mucho antes de que su popular tienda de Jesús cumpliera su centenario. El apellido Pascual no abunda entre los autóctonos y, como relataba en agosto en el Dominical de este diario el historiador Felip Cirer, se estableció en la isla a mediados del siglo XVII. (Ver galería de imágenes)

Cirer citaba las investigaciones de Pere Vilàs Gil, el mayor estudioso de los corsarios, para recordar que Antoni Pascual Canicia comandó una de las naves ibicencas que tomaron Orán en 1732. Por si fuera poco, esta saga se emparentó con el más conocido de los corsarios, Antoni Riquer, el marino que capturó el bergantín británico 'Felicity' con el jabeque 'San Antonio'.

«Pero ninguno de nosotros ha salido marinero», bromea Lina Pascual Torres, junto a sus hermanos mayores, Paco y Jaume. Bien al contrario, los tres se han criado en un entorno agrícola y en una familia de tenderos. Su abuelo, Jaume Pascual Riquer, nieto del ilustre marino, abandonó Vila para hacerse cargo del negocio que se convirtió en Can Pascual.

Palo, 'suissé' y hierbas

No se sabe a ciencia cierta cuando empezó a funcionar el colmado. «Yo creía que era en 1919, pero resulta que antes había unas tías de la familia aquí y se llamaba tienda y posada Can Aguiló», explica Jaume, el hermano mediano.

El abuelo Jaume murió joven y se hizo cargo del negocio su hijo Francesc Pascual Cardona. En 1933, también consiguió una licencia para vender tabaco. Como todas las tiendas de la época, también funcionaba como correos y pequeño bar, «sirviendo hierbas, vino dulce, suissé o palo». «Los hombres lo que más pedían eran hierbas, media libra o una entera, que era un tipo de vaso muy grueso».

Se da la casualidad de que los tres hermanos fueron sietemesinos y todos nacieron en el piso de arriba de la tienda, que entonces se limitaba al actual porche. Donde ahora se encuentra la caja, estaban la cocina y el comedor, pero también se almacenaron almendras.

«Esto se llamaba Can Bessó, que era de la familia a quien nuestro padre pagaba el alquiler, y aquí está el límite entre la zona de huertos y la de secano». Entre Can Pascual y Vila, se encuentran las grandes fincas con agua «que eran de los señores de Vila y donde trabajaban mijorals». En dirección a Cala Llonga, «vivía la gente ibicenca propietaria de su casa y sus tierras, pero eran terrenos que solo servían para cereales, algarrobas o almendras».

Estos últimos eran la clientela de Can Pascual en esa época en la que aún era habitual el trueque. Aunque eran prácticamente autosuficientes, esos payeses debían abastecerse de azúcar, arroz y el resto de productos que no conseguían de sus tierras. Si no tenían para pagar, saldaban las cuentas con sacos de algarrobas o almendras cuando llegaba la época.

La tercera furgoneta de la isla

Cuando ya habían almacenado suficiente cantidad, las algarrobas y las almendras se vendían a mayoristas de Vila para exportarlas a la Península. Los hermanos Pascual recuerdan con cariño cuando empezaron a cargarlas en «una furgoneta Citroën dos caballos, que era la tercera que llegaba a la isla después de la de Can Verdera y la de Can Vadell».

«A veces la tenía que encender con una manivela y me llevé algún que otro golpe», bromea Paco. A él también le tocó, de bien joven, bajar en bici a Vila para cargar el saco con el pan de Can Vadell que luego vendían en la tienda. El día de mayor actividad era el domingo, cuando la gente de los alrededores cumplía con el rito de ir a misa.

«Recuerdo que las payesas de Cala Llonga venían andando y recogían aquí el catret y las sillitas para sentarse en la iglesia, que se guardaban en un rincón junto a la escalera que subía a nuestra casa». El camino era de tierra, así que también aprovechaban para cambiarse las espardenyes por un calzado más apropiado para misa. A la salida, volvían para dejar sus catrets y, además de quitarse los zapatos del domingo, aprovechaban para llevarse los víveres que necesitaban. Pagando o con trueque.

La vida de la familia de Can Pascual dio un giro importante hacia 1960. «Yo volví del instituto y mi madre dijo 'esto ya es nuestro'. Francesc Pascual llegó a un acuerdo con la familia de Can Bassó y se hizo con la propiedad que regentaban y donde vivían desde hacía décadas.

Junto a la casa y tienda, donde se encontraba el corral y una parcela con un par de higueras y de almendros, en 1965 abrió el Bon Lloc, propiedad de Paco, aunque hace unos años que traspasó el restaurante. El estanco quedó en manos de Lina y el supermercado, en las de Jaume.

Clientes ilustres

Pero el cambio radical en Can Pascual se había empezado a producir con la llegada del boom turístico y a medida que se iban construyendo las urbanizaciones de Can Fornet, Roca Llisa y Can Pep Simó y empezaron a llegar familias de la burguesía catalana.

«Me acuerdo que un día estaba Juan Antonio Samaranch [luego presidente del Comité Olímpico Internacional] por aquí y yo me quejaba del frío», explica Jaume. «Me dijo que eso no era nada, porque el día anterior él había estado en Moscú». Era la época en que Samaranch era el embajador español en la Unión Soviética.

También recuerdan a la hermana del rey emérito, la infanta Margarita, comprando sobrasada con su séquito. Tessa de Baviera, Roman Polanski, Antonio Colinas, Josep Lluís Sert o Edward Micus fueron algunos de sus clientes ilustres.

Pero hay una pareja que recuerdan con especial cariño, cuando aún no habían construido el Bon Lloc. Habían puesto un televisor sobre una nevera de madera de la tienda. Era la época en la que solían ver la mítica serie 'Bonanza', pero, en el momento que rememoran los tres hermanos, estaban emitiendo un programa de variedades. En pantalla aparecieron cantando Nina & Frederik, un matrimonio de cantantes danés-holandés que alcanzó gran popularidad en los años cincuenta y sesenta. Una pareja de clientes que estaba comprando en la tienda se sorprendió con la música que empezó a sonar y señalaron la pantalla con complicidad. Eran Nina y Friederik, que se habían comprado un chalé en ses Figueres.