El parking de los Multicines de Ibiza es el punto de encuentro. Allí, a las 16 horas, los participantes en el último de los talleres de otoño de Ibiza Sabor, impulsados por el Consell y la Pimeef, se dan cita para disfrutar de un día festivo diferente. Esta vez la visita es a la granja y a la quesería donde Pilar González y Fina Prats elaboran el queso artesanal de Ses Cabretes. La mayoría de los asistentes se conocen de otros talleres previos, como el de la recogida de azafrán o el de la elaboración de sobrasada, que, por lo que comentan los usuarios, tuvo mucho éxito de convocatoria. «Normal, ¿a quién no le gusta la sobrasada?», bromean. Entre los integrantes se respira «buen rollo», son, casi, «una gran familia». La primera parada es en la fábrica de queso. Allí, González y Prats comienzan con el proceso de elaboración de su producto pasteurizando la leche y, a continuación, «dejándola que cuaje». El truco del queso Ses Cabretes es «el amor con el que lo hacemos», asegura Prats, «y la herba de formatjar que utilizamos, la alcachofa silvestre, que le da ese toque de sabor tan especial», informa orgullosa. (Mira aquí las imágenes del taller)

Entre ella y González han obtenido una producción que se acerca a 3.000 kilos de queso en 2019, mano a mano. «Durante el periodo fuerte de lactancia cada una se encarga de una tarea», informa González. Prats ordeña regularmente las cabras y su socia las alimenta. La elaboración del queso corre a cuenta de las dos. «Es un trabajo duro porque las cabras tienen que ordeñarse absolutamente todos los días y lo hacemos de seis a nueve de la mañana», comentan. Mientras la leche cuaja, los visitantes ponen rumbo a la granja de estas dos empresarias, que se encuentra llegando a Sant Antoni. Allí 120 cabezas de ganado, «de dos razas diferentes» y de las cuales «una media de 80 están preñadas», pasean por el recinto. «El objetivo principal de la quesería es que se valore la cabra de raza ibicenca y salvarla del peligro de extinción, pero tuvimos que comprar razas de cabra murciana para aumentar la producción y seguir trabajando en la genética de la cabra ibicenca. Ahora tenemos 40 cabras de raza de pura ibicenca», detalla Fina Prat.

«Valorar el producto»

Tras un breve paseo el grupo pone rumbo nuevamente a la quesería, donde el trabajo continúa. «Estos talleres lo que te permiten es que luego, cuando consumes un producto, lo valores muchos más. Cada bocado que le das a algo que lleva azafrán lo valoras, porque has visto el enorme trabajo que hay detrás, igual que con la sobrasada y ahora con el queso. Aprendemos a valorar los productos», destaca Quique, que dice que él y su mujer se «apuntan a todos los talleres». «No es lo mismo ver los productos en el supermercado que conocer de dónde vienen. A mí me encanta venir», comenta Florin, que procede de Rumanía y lleva dos años acudiendo a los talleres de Ibiza Sabor.

«Somos autodidactas. Al principio nos pasaban cosas que no sabíamos por qué ocurrían y cómo solucionarlas. Hemos hecho cursos a lo largo de los años y a base de pruebas y errores hemos conseguido un producto de calidad», detallaron Prats y González, licenciadas en Ciencias Medioambientales y en Veterinaria, respectivamente. «Nuestro queso es completamente artesanal y hemos intentado que se parezca al máximo al que se elaboraba en las casas payesas», destacan las productoras mientras Prats recuerda el «delicioso» sabor de los quesos que compraba su madre en la isla cuando ella era pequeña. «Ese es el sabor que quería alcanzar», asegura. «¿Y lo ha conseguido?», comenta una señora. «Sí, creo que sí», afirma con una sonrisa.