El informe Foessa Balears pone de manifiesto los dos problemas más acuciantes en Ibiza: la creciente desigualdad y la dificultad para conseguir una vivienda. El estudio sobre la situación de exclusión y desarrollo social en Balears elaborado por la Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (Foessa) y Cáritas, fue presentado ayer en la sede del Consell. A pesar de que los datos sobre Ibiza derivados del informe albergan un margen del error que no permite ofrecer porcentajes exactos, como informó durante la presentación Raúl Flores Martos, secretario técnico de la Foessa, los resultados muestran que estas dos tendencias diferenciales se encuentran en mayor medida en la isla que en el resto de Balears.

Los residentes de Ibiza deben lidiar con la dificultad del acceso a la vivienda, ya que el esfuerzo que tienen que hacer para conseguirla es alrededor de 1,2 veces superior al de la media balear. «En Ibiza las familias tienen que invertir a veces incluso un 60 o 70% de sus ingresos en pagar la vivienda, lo que les deja con un presupuesto con el que es prácticamente imposible afrontar el mes y al borde de la exclusión social», apuntó Flores.

Pobres a principios de mes

Pobres a principios de mes

La realidad de muchos ibicencos es que «a dos días de empezar el mes», tras pagar los gastos fijos de vivienda y suministros, «se quedan totalmente desprotegidos y con una capacidad de consumo para hacer frente a gastos normales (como comprar ropa, el transporte y ni qué decir del ocio) muy reducida, pues se encuentran irremediablemente en el umbral de la pobreza», remarcó el especialista. Pero el problema en Ibiza no solo radica en mantener la vivienda, sino en acceder a ella. «Encontrar una vivienda para todo el año en la que poder afrontar los requisitos que los caseros exigen para el alquiler supone la primera dificultad en la isla», denunció Flores.

La desigualdad, otro gran problema afincado en la isla, hace referencia a la brecha que existe entre el nivel de renta que obtienen los trabajadores más ricos en comparación con los más pobres. «Esta distancia cada vez más creciente entre la clase baja y la clase media preocupa de manera especial debido a la dificultad que tiene la clase baja de acceder a una vida estandarizada», destacó Flores.

Un «efecto bloqueante»

Un «efecto bloqueante»

Las dinámicas sociales económicas se regulan en base a la clase media, si la distancia entre la clase baja y la media es muy grande, la distancia para poder acceder a las cosas básicas estandarizadas de la sociedad será cada vez más grande para la clase baja, comentó el especialista. «Y eso es lo que está ocurriendo de manera especial en Ibiza», remarcó. «Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres», adelantaba el lunes Gustavo Gómez, coordinador de Cáritas Ibiza.

Esta situación provoca «un efecto desmovilizador o un efecto bloqueante», agregó el coordinador del estudio. Es decir, las personas de clase baja «por mucho que se esfuerzan, están tan lejos de llegar a acercarse a la clase media que se desmotivan y dejan de tener la misma ilusión por mejorar socialmente», lo que provoca frustración y limita la «proyección de un futuro mejor».

Individualismo

Individualismo«Tenemos que construir un tejido social capaz de pensar en común y de tener en cuenta todos los aspectos a mejorar para llevar una vida en comunidad», propone Flores.

En una época marcada por una clara mutación social, que «nada tiene que ver con el 2017», «las brechas como la desigualdad, debilidad de los sistemas de gobernanza globales, la erosión de las instituciones públicas, la gestión insolidaria de la crisis y el ascenso de los particularismos y las actitudes reactivas y xenófobas está consolidando un individualismo que está hipotecando nuestro futuro», destacó el experto.

Durante la presentación, que dio comienzo a las 9.45 horas, también estuvo presente Joan Marí, director de Cáritas Ibiza.