El desarrollo de la feria turística de Londres posiblemente no ha dado una respuesta concreta a muchos de los interrogantes abiertos de cara a la próxima temporada (y años), pero sí muchas pistas de cómo evolucionará este negocio y de algunos fallos que se cometen año tras año.

¿Es el acabose de la turoperación? Pues parece que no. Victoria Bacon, directora de marca y negocio de ABTA (la asociación que engloba a las agencias de viajes y turoperadores británicos) deja claro que la quiebra de Thomas Cook ha supuesto «el fin de un negocio, pero no el de los paquetes de vacaciones». En esta WTM se ha hablado más del derrumbe de Cook que del brexit, pero aún más de las oportunidades que se abren tras su desaparición. Y de la savia nueva que llega.

La alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer, señala, precisamente, que el fin de esa empresa ha abierto la puerta a negocios más modernos y adaptados a la actualidad. Thomas Cook seguía anquilosado en prácticas empresariales muy antiguas, especialmente a la hora de tratar con los hoteleros, mientras que otros, como Jet2, viven en el siglo XXI.

En un interesante artículo publicado en la revista de ABT, Bacon considera que el colapso de Cook se debió a sus «documentados» problemas financieros, a pesar de lo cual «algunos medios decidieron que su caída era causada por su modo de negocio, basado en una oferta de vacaciones pasada de moda: los paquetes». Si bien es cierto que Bacon barre para casa como ejecutiva de esa asociación, no le falta razón y para refutar esa idea se aferra a las estadísticas.

Por ejemplo, indica que 18,2 millones de británicos optaron en 2018 por ese modelo, 2,3 millones más que cuatro años antes. Es decir, va a más. Alrededor del 40% de sus paisanos compraron paquetes vacacionales para viajes allende el Reino Unido: «Es un mercado que va en aumento», afirma. «Y un negocio muy saludable», añade. Otra encuesta de ABTA (Holiday Habits Report) señala que «más de la mitad de la gente adquirió un paquete hasta julio de 2019».

Es más, Bacon asegura que no es un modelo «pasado de moda» ni está en peligro pese al auge de, por ejemplo, la venta on line. «Hay -comenta al respecto- una cierta preconcepción esnobista sobre el paquete turístico», que critica a aquellos que eligen pasar dos semanas de vacaciones en la costa mediterránea: «Pero aunque aún existen los viajes de ese tipo sencillos y baratos, y son muy populares, el paquete moderno ofrece ahora un vasto rango de opciones y experiencias para que sea el cliente el que dirija y escoja, con flexibilidad y al precio que él decida, lo que le otorga independencia».

Bacon desbarata otra idea preconcebida, la que relaciona edad con turoperación. «No sólo los mayores compran paquetes», afirma. De hecho, las estadísticas de ABTA señalan que «los grupos a los que más les gusta son los que tienen de 18 a 24 años». A las familias y veraneantes hasta 44 años, también les encanta, aunque menos que a los jovenzuelos; pero a los que menos les gusta es, oh my god, ¡a quienes tienen de 45 años para arriba!

Los que llenan el hueco de Cook. Buena parte del optimismo con el que muchos hoteleros y políticos se marcharon de la WTM se debe a que creen que los huecos dejados por Cook serán ocupados por otros. Hay mucho turoperador buitre al acecho, creen. Por ejemplo, EasyJet Holidays, que de tener una flota espectacular de aviones (más de 300) dará a conocer en los próximos días su nueva faceta de turoperador.

El problema es que quizás Ibiza no sea el objetivo principal de sus planes. Jet2, que se caracteriza por maniobrar rápido y por su gran crecimiento en los últimos años, también pondrá «parches», según algún empresario ibicenco que no es muy optimista. Carmen Tur tampoco lo es y prefiere esperar a Fitur para comprobar que los adelantos de las reservas anunciados se materializan. TUI también habla en su reuniones de aumentos del 3%. No es poco, pero es sólo eso, porque es en Grecia donde ha depositado su estrategia de crecimiento.

Además, desde esta semana ofrece de nuevo Sharm el Sheik (Egipto) como destino después de que Gran Bretaña levantara el veto a los vuelos a esa zona. Y todos los que vayan a esas cálidas playas no irán a Ibiza.

¿A quién hay que temer? Según José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB (Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears) , los mercados competidores del norte de África y de la ribera oriental del Mediterráneo (como Grecia, protagonista de esta WTM), son «relativamente limitados» y, en algunos casos, «muy volátiles», especialmente Turquía y Egipto: «Cualquier noticia complicada (terrorismo, política interior) les puede afectar. No olvidemos que Turquía tiene ahora un frente bélico» en Siria. Aun así, acaba de saberse que los ingresos turísticos de ese país han crecido un 22% durante el último trimestre, el 82% gracias a los turistas extranjeros. Los turcos recibieron, además, un 15% más de viajeros. Están tan subiditos que, incluso, preparan una ecotasa a lo balear, con 2,8 euros por estancia en hoteles de lujo y algo menos (1,8 euros) en los de cuatro estrellas y en los de tres (1,4 euros).

Roselló cree que son mercados que «siempre estarán ahí, pero que no tienen tanto potencial como para hacer un daño tremendo». Las Pitiusas, no obstante, han de defenderse: «Por ejemplo, trabajando nuestra imagen de marca, como sitio seguro y con una buena relación calidad-precio. Lo importante es que Ibiza no pierda comba. Nuestra imagen es buena, pero hay que cuidarla».

El vaso medio lleno. Lo de esta feria ha sido de estudio psicológico. La expedición ibicenca llegó con la cabeza gacha por el brexit (del que luego nadie ha hablado; ya nadie teme al brexit feroz) y temerosa de las consecuencias de la quiebra de Cook y de la desaceleración económica. Bastó que varios turoperadores dieran algunas señales de que no nos esperaba la hecatombre a la vuelta de la esquina (en 2020) para pasar de la casi depresión a la euforia. Por momentos, el estand de Eivissa parecía Wall Street en pleno subidón.

La buena (buenísima) noticia que les dan los turoperadores es (sólo) que no habrá descalabro, que, como mínimo, nos quedamos como estábamos. Ante el vaso medio lleno, respiros profundos de alivio. Salvo Carmen Ferrer y algunos (pocos) empresarios, que no se lo creen del todo y que avisan de que si bien el mercado británico no se perderá del todo, para el alemán pintan bastos de cara a la próxima temporada porque cada vez hay menos vuelos y la caída de Thomas Cook sí que ha hecho allí un siete.

La mala imagen. Tal como señala José Antonio Roselló, hay que cuidar la imagen. La de Balears ha vuelto a quedar bastante dañada estos días. Las expediciones políticas a la WTM, con la presidenta Francina Armengol y el conseller balear de Turismo, Iago Negueruela, a la cabeza, huelen a naftalina. Y posiblemente no sea juego limpio (y la Junta Electoral debería decir algo al respecto) que la ministra de Turismo, Reyes Maroto, y Armengol se presten a anunciar inversiones a seis días de los comicios.

Al final, no es más que propaganda de consumo interno: lo de mejorar (en unos años) el paseo de Platja d'en Bossa le importa un bledo a un turoperador, pero llena páginas en nuestros medios baleares. No trasciende más allá.

También es de consumo interno (para parroquianos de la prensa y la política balear) la presentación casposilla que se lleva a cabo cada año con un vídeo «emotivo» por cada isla en el estand de la Comunitat. Como hay que dar un espacio a cada una (café para todos) , se eterniza y resulta pesada, además de manifiestamente inútil, pues apenas acuden medios y profesionales británicos.

El colmo es que Armengol y Negueruela usaran el castellano en vez del inglés para dirigirse al público, compuesto, eso sí, por su cohorte de cargos a sueldo, políticos y empresarios baleares. Un año más, fue una absurda pérdida de tiempo. Ibiza, sin embargo, quiere desterrar ese tipo de presentaciones. Su presidente, Vicent Marí, «lo tenía en la cabeza» desde que hace tres legislaturas empezó a visitar las ferias. Este año han cambiado el chip y no les ha ido mal.

Para próximas ferias turísticas, Balears (estand que pagamos todos) debería meditar a qué va a Londres. Lo del miércoles, cuando sus mesas y sillas estaban prácticamente vacías a las 13 horas, fue una imagen lamentable. A esas horas, en los pabellones griego, egipcio y turco estaban a tope. «Es que ya han vuelto los jefes a Palma», comentaban irónicamente algunos pitiusos.