Una hotelera agarra (amigablemente) del brazo a este redactor: «Ven. Vas a oír el sonido del dinero». Lo saca rápidamente (es muy enérgica) del estand de Ibiza y se dirige con él por la nave de Europa hasta el extremo en el que conviven griegos y turcos: «¿Escuchas? Donde hay runrún hay dinero». Más que ruido, es frenesí. Hay un montón de negociadores que arman un barullo monumental. Apenas se puede pasar; todas las mesas de los estands están ocupadas. Si semejante runrún se traduce en plazas turísticas cubiertas, el próximo verano lloverá el dinero en esos destinos.

No hay runrún en el de Balears. Desde que ayer se fueron los jefes políticos, apenas hay movimiento. A las 13 horas, está desierto. Hay muchísima más gente (empresarios, agencias y hoteleros) en Jordania, y eso que se acaba de divulgar que han acuchillado a cuatro turistas en ese país.

Mientras a primeras horas aún se desperezan en el pabellón balear, en el de las islas del Egeo no paran ya de atender a interesados en Folegandros, Kythnos, Leros... « Kalimera», saludan a los llegados al de Grecia, protagonista de esta WTM y, según Carmen Ferrer, alcaldesa de Santa Eulària, el destino que «más daño» está haciendo a Ibiza «por su similitud. Es el que se ha puesto más las pilas».

Croacia separa a griegos de turcos en la WTM. Hay una enorme foto de Tesla colgada del techo, quizás para chinchar a los serbios: el inventor, de familia serbia, nació en la actual zona croata, que entonces era parte del imperio austrohúngaro. En el estand de Dubrovnik agasajan a los visitantes con ricos usecerini bademi, naracini y shokvin kulac, regados con un licor visnja.

El runrún de Egipto

El runrún de Egipto

Y si en el pabellón de Valencia desayunan con horchata y fartons, en el de Turquía ofrecen simit, una torta de sésamo.

También hay runrún en Egipto, además de unos dulzones dátiles del Sinaí del tamaño de huevos. Mucho runrún. «La pasada temporada hubo un 100% de ocupación», comenta satisfecha Nicole Wallbridge, comercial del turoperador Planet Tours & Travel. Y para 2020 ya tienen cubiertas «un 65%» de las plazas por parte de españoles y un 50% por parte de norteamericanos, más reticentes y sensibles al terrorismo: «Estos vuelven con cuentagotas».

Todo les viene de cara a los egipcios para el 2020. Los británicos, por ejemplo, regresarán a Sharm el Sheik después de que el Reino Unido «haya levantado el veto» a esa zona tras el atentado que sufrió un avión ruso hace cuatro años.

La noticia, confirmada hace unos días, ha pillado desprevenidos a buena parte de los hoteles de esa zona, cerrados a causa de la suspensión de vuelos desde Gran Bretaña. TUI ya ha anunciado que reanuda sus operaciones allí. Y lo que ponga en el Sinaí, lo quitará de otro sitio.

Wallbridge asegura que pronto estarán listos para recibir turistas en ese balneario, más que nada por su traducción en dinero: esperan que vuelvan a ese destino los siete millones de ingleses que viajaban hasta allí antes. Según la comercial, la amistad del premier Boris Johnson con Abdelfatah Al-Sisi, presidente egipcio, está detrás de la resolución de ese embargo.

Ese flujo de turistas hacia ese destino del Mar Rojo se concentra, según Wallbridge, ahora: «Son playas en las que se garantiza el buen tiempo durante el invierno». Más que Ibiza, su competencia es Tenerife o Lanzarote.

Aumento de precios

Aumento de precios

Para 2020, los egipcios prevén un incremento de los precios «del 15% al 18%», que se suma a los del 15% y el 12%, respectivamente, que ya hubo durante dos periodos sucesivos del pasado año, consecuencia del aumento de la fiscalidad en un 80% en derivados del petróleo: «Hay que rebajar la deuda»., explica.

Se nota que Egipto empieza a remontar tras el hundimiento de su turismo en aspectos como el de las agencias de viajes: «Antes de la primavera árabe de 2010 había unas 4.000. Dos años más tarde eran 1.600. Y ahora aumentan: en la WTM de 2018 había 12 representadas en el pabellón egipcio. Este año hay unas 40».