La inteligencia emocional es un concepto cada vez más presente en el ámbito social y educativo. Enseñar a los niños a gestionar las emociones parece una tarea esencial para permitirles un mejor desarrollo, y ayudarlos a convertirse en adultos equilibrados con más posibilidades de alcanzar sus objetivos en la vida. Pero, ¿qué es eso de inteligencia emocional?

La inteligencia emocional, según el psicólogo, periodista y escritor estadounidense Daniel Goleman, consiste en conocer las propias emociones, saber manejarlas, motivarse a sí mismo, reconocer las emociones de los demás y establecer relaciones positivas con otras personas. No parece tarea fácil y, de hecho, no lo es. De ahí la gran importancia de empezar a educar en las emociones cuanto antes.

«En el colegio nos instruyen mucho a nivel cognitivo (matemáticas, lengua...), pero luego el niño no sabe distinguir entre el enfado y la tristeza», afirma la psicóloga, pedagoga y maestra Manuela López. Dar a los niños las herramientas para poner palabras a lo que les ocurre, enseñarles a reconocer los síntomas de cada emoción y aprender a gestionarlas es imprescindible para que, de mayores, sean capaces de aceptar la frustración y evitar problemas.

«Los niños sienten igual que los adultos, con la misma intensidad. Pero los adultos tenemos un apartado para pensar: estoy enfadado porque he tenido un mal día en el trabajo, por ejemplo. Ellos todavía no tienen tejido mental para reconocerlo», expone Manuela López.

La psicóloga indica que jamás hay que decirle a un niño eso de «no llores, que no pasa nada», sino que hay que validar la emoción. «Si a un niño de Infantil le quitan un juguete, su primera reacción es darle un bofetón o un mordisco», apunta López, quien asegura que, además de explicar al niño que esa no es una reacción válida, hay que enseñarle a reconocer su emoción como un enfado.

Inteligencia emocional y salud

En educación emocional, hay que empezar «lo antes posible», ya que la relación entre emoción y salud es «cada vez más evidente», según apunta Rafael Bisquerra, catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona, en el cuaderno '¿Cómo educar en las emociones? La educación emocional en la infancia y la adolescencia' impulsado por el Hospital Sant Joan de Déu.

Las emociones negativas contribuyen a disminuir las defensas del sistema inmunitario, por lo que predisponen a contraer enfermedades, afirma el autor. Un hecho que avalan los estudios científicos y que Daniel Goleman define así: «Las emociones perturbadoras y las relaciones tóxicas han sido identificadas como factores de riesgo que favorecen la aparición de algunas enfermedades».

Por el contrario, las emociones positivas aumentan las defensas, por lo que pueden actuar como prevención ante determinadas enfermedades.

«Vivir con emociones negativas tiene elevados costes en nuestra salud y en las relaciones interpersonales», asegura Esther García Navarro en el documento '¿Cómo educar en las emociones? La educación emocional en la infancia y la adolescencia'.

En la edad adulta, «saber reconocer y controlar las emociones deriva en tomar buenas decisiones y permite tener más empatía con las personas que te rodean», afirma Manuela López. En cambio, no haber entrenado la inteligencia emocional lleva a los adultos a tener comportamientos muy infantiles, como esconder sus frustraciones en las nuevas tecnologías, en el consumo de drogas... «Cuando una persona tiene, por ejemplo, problemas de drogas, casi siempre está relacionado con no aceptar las propias frustraciones», comenta Manuela López. «Queremos tenerlo todo, y eso es imposible».

Emociones y éxito

«El logro real no depende tanto del talento como de la capacidad de seguir adelante a pesar de los fracasos», escribe Daniel Goleman, y esta capacidad debe entrenarse desde la infancia, para llegar a ser adultos preparados para enfrentarnos a nuestras propias emociones. De hecho, el autor indica que «el autocontrol emocional (retrasar la gratificación y reprimir la impulsividad) están detrás de cualquier tipo de logro».

De hecho, las empresas de todo el mundo cada vez buscan más estos perfiles a la hora de contratar trabajadores, ya que las personas con inteligencia emocional están más motivadas, pueden dar un mejor servicio al cliente basándose en la empatía y tienden a estar más motivadas. Además, el trabajo en equipo es mucho más sencillo cuando las personas saben gestionar sus emociones.

Daniel Goleman va mucho más allá: «Las emociones descrontroladas pueden hacer a personas inteligentes unas estúpidas». De ahí que se esté impulsando la educación emocional desde la primera infancia.